La periodista Karma Mohamed Tahsin al Khayat, de Al-Jadeed TV (New TV), y la empresa matriz de ese canal de televisión, NEW TV S.A.L., e Ibrahim Mohamed Al Amin, del diario libanés Al Akhbar, así como la sociedad matriz del diario, Al Akhbar Beirut S.A.L., han sido citados a comparecer ante la justicia por haber revelado los nombres de «testigos confidenciales» del Tribunal Especial para el Líbano.

El «Tribunal especial para el Líbano» en contra de la prensa y de la soberanía libanesas

Por Ghaleb Kandil

El «Tribunal» especial para el Líbano, a cargo del caso del asesinato del ex primer ministro [libanés] Rafic Hariri, convocó para el próximo 13 de mayo a los periodistas libaneses Ibrahim el Amine (del diario Al-Akhbar) y Karma al-Khayat (del canal al-Jadeed) por ultraje y obstrucción a la justicia. Las acciones de este tribunal confirman todas las sospechas que han rodeado esta instancia, caracterizada desde su creación por la ausencia de legitimidad y de credibilidad [1]. Este tribunal es, en efecto, una herramienta al servicio de la hegemonía estadounidense y sirve de pretexto para justificar la intervención de Washington en los asuntos internos del Líbano.

A pesar de todas las filtraciones de información sobre el trabajo del Tribunal que han aparecido en los medios de prensa occidentales, esta instancia nunca abrió ninguna investigación seria destinada a determinar el origen de esas filtraciones. Recordemos que la cadena de televisión CBS y el semanario alemán Der Spiegel publicaron el contenido detallado del acta de acusación varios meses antes de que el Tribunal la hiciera pública. Las sucesivas dimisiones en el seno del Tribunal se debían precisamente a esas filtraciones de información, pero nunca hubo explicaciones al respecto. Según informaciones dignas de crédito, esferas vinculadas a los servicios de inteligencia de Estados Unidos, Israel y Francia son responsables de esas filtraciones, que siempre persiguen objetivos políticos.

A pesar de la gravedad de esas filtraciones, el Tribunal nunca hizo nada por aclarar sus orígenes. Ni uno solo de los periodistas occidentales que han publicado detalles de las investigaciones del Tribunal ha sido interrogado ni convocado.

Sin embargo, ese mismo Tribunal no vaciló ahora en citar a 2 periodistas libaneses, quienes tendrían además que comparecer fuera del Líbano, ignorando así la competencia de la justicia libanesa, convertida en poco más que un mensajero encargado entregar órdenes de arresto y citaciones de los jueces internacionales.

Cuando menciona su trabajo, el Tribunal Especial para el Líbano habla de «transparencia», de «integridad» y de «justicia». Pero eso significa que tendría que compartir con los medios de prensa las informaciones sobre sus acciones y decisiones.

Si este Tribunal no tuviese nada que esconder tampoco tendría por qué temer que las luces se enfoquen hacia su trabajo y aportaría respuestas claras a una opinión pública que siempre se ha planteado numerosas preguntas sobre su creación, su financiamiento y su modo de funcionamiento. Claro, eso exigiría un fortalecimiento de la libertad de expresión en Líbano y del papel de la prensa. Pero al arremeter contra la prensa libanesa y la libertad de expresión, el Tribunal Especial para el Líbano demuestra que sus verdaderos objetivos no están a la vista y que nada tienen que ver con la búsqueda de la verdad.

Los medios de prensa libaneses están sometidos a las leyes libanesas. Todo intento de ignorar ese principio constituye una violación de la soberanía del Estado libanés y busca sentar un precedente destinado a convertir el Tribunal Especial para el Líbano en una potencia tutelar con poder sobre los libaneses y sus leyes.

Antes y durante el proceso de formación del Tribunal, todas las instituciones y archivos del Líbano se pusieron a la disposición de los investigadores internacionales, quienes recorrieron todo el país con el pretexto de tratar de desenmascarar a los asesinos de Rafic Hariri y los autores de los demás crímenes cometidos en Líbano desde 2005. Sin embargo, ¡la masacre de 1 500 civiles libaneses perpetrada por el ejército israelí en julio y agosto de 2006 no pareció, para la comunidad internacional, un hecho digno de investigar!

Estos investigadores violaron cientos de veces la soberanía libanesa para acabar elaborando un acta de acusación que responde a consideraciones políticas y nada tiene que ver con las necesidades de la justicia. Quedó demostrado que el trabajo de los investigadores apuntaba a preparar la agresión israelí perpetrada en 2006. La derrota israelí provocó el derrumbe de todo el proyecto. Pero el Tribunal se mantiene como herramienta de reserva, que puede volver a utilizarse en cualquier momento. En este momento, su misión fundamental parece consistir en perseguir a todo aquel que se atreva a criticar sus actos.

Lo más grave es que el poder político libanés no reacciona ante las violaciones de la libertad de expresión. El movimiento del 14 de Marzo, que a lo largo de todos estos años ha mantenido una pose de defensor de las libertades, se ha tragado ahora la lengua o simplemente ha respaldado al Tribunal Especial para el Líbano. A pesar de ello, amplios sectores de la sociedad libanesa rechazan esta nueva tutela y están dispuestos a defender hasta el fin la soberanía del Líbano.

Fuente
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[1«Tribunal Especial para el Líbano, un tribunal de excepción», por Thierry Meyssan, Al-Watan (Siria), Red Voltaire, 20 de enero de 2014.