El mundo está cambiando. Antes había una derecha capitalista y una izquierda socialista. Ahora, Estados Unidos domina el mundo y la primera disyuntiva que todo el mundo se plantea es entre ponerse al servicio de ese país o resistir. Como ya sucedió durante la Segunda Guerra Mundial, podemos encontrar todas las ideologías en cada bando. Por el momento, Washington está coordinando en Europa la alianza entre nazis y yihadistas, con la bendición de los rusos anti-Putin.
El enfrentamiento entre los golpistas de Kiev, respaldados por la OTAN y la Unión Europea, y los federalistas ucranianos, que cuentan con el apoyo de Rusia, ha llegado a un punto en que es imposible volver al statu quo ante. El 2 de mayo de 2014, el presidente golpista Olexander Turchinov y el oligarca israelo-ucraniano Igor Kolomoisky organizaron una masacre en la Casa de los Sindicatos de Odesa, hecho al que la prensa occidental ha restado importancia desde el primer momento y que ahora esconde, a pesar de los testimonios y pruebas que siguen acumulándose [1]. Después de los horrores registrados en Odesa el 2 de mayo, no parece posible que las dos poblaciones puedan seguir viviendo juntas.
Quedarían 3 posibles escenarios:
– Estados Unidos decide transformar Ucrania en una nueva Yugoslavia donde provocar una guerra, con la esperanza de implicar en ella a Rusia y la Unión Europea para que se desgasten entre sí;
– Estados Unidos trata de multiplicar los teatros de enfrentamiento alrededor de Rusia, empezando por Georgia;
– Estados Unidos empuja combatientes no estatales a desestabilizar a Rusia en Crimea o en Daguestán.
Independientemente de la opción que se escoja al final, el hecho es que Washington ya está creando desde ahora un ejército de mercenarios.
El Consejo de Defensa del nuevo régimen de Kiev ha enviado emisarios a Europa occidental para contratar militantes de extrema derecha dispuestos a ir a Ucrania a luchar contra los federalistas –calificados de «pro-rusos». Y ya se creó una célula «Pravy Sektor Francia» cuyos miembros serán incorporados próximamente a la Guardia Nacional ucraniana. Por otro lado, el Consejo de Defensa de Kiev tiene también la intención de engrosar las filas de sus defensores agregando a estos neonazis de Europa occidental numerosos yihadistas, poseedores de verdadera experiencia en el plano militar.
Si pasamos por alto cierta mezcolanza de símbolos, lo cierto es que nazis y yihadistas tienen cosas en común: el culto de la violencia y el sueño sionista de dominación mundial. Y son por lo tanto compatibles con todas las demás organizaciones que Washington apoya, hasta con el Frente de Izquierda Ruso de Serguei Udaltsov y con su amigo Alexei Navalny. De hecho ya existen numerosos contactos entre ellos.
Más que aplicar la clásica categorización derecha/izquierda de los tiempos de la guerra fría, la única línea definitoria pertinente en estos tiempos es imperialismo/resistencia. En Ucrania, el régimen de Kiev y sus partidarios usan como referencia la lucha de la Wehrmacht contra los judíos, los comunistas y los rusos mientras que en Donetsk se celebra la victoria de la Patria sobre el fascismo durante la «Gran Guerra Patria», o sea la Segunda Guerra Mundial. Los de Kiev definen su identidad en función de su propia Historia, ya sea esta real o mítica. Los de Donetsk se definen como personas provenientes de comunidades con historias diferentes pero unidas por su lucha contra la opresión.
La prueba viviente de que esta frontera es la única realmente pertinente es el oligarca judío Igor Kolomoisky, quien financia individuos que gritan «¡Muerte a los judíos!». Kolomoisky es un mafioso que ha acaparado una de las mayores fortunas de Europa apoderándose –a punta de pistola– de grandes empresas de la metalurgia, la finanza y la energía. Goza del respaldo de Estados Unidos y ha posicionado varias personalidades estadounidenses –como el hijo del vicepresidente Joe Biden– en el consejo de administración de su holding ucraniano del gas [2]. Kolomoisky no sólo no tiene ningún reparo en financiar grupos neonazis sino que además se alegró cuando estos asesinaron –por orden suya– varios judíos antisionistas en Odesa.
No es nueva la colaboración entre nazis y yihadistas. Tiene su origen en las 3 divisiones musulmanas de la Waffen SS. La 13ª División SS «Handschar» se componía de bosnios, en la 21ª División SS «Skanderbeg» eran kosovares y los combatientes de la 23ª División SS «Kama» eran croatas. Todos eran musulmanes y practicaban un islam influenciado por Turquía. A fin de cuentas, la mayoría de aquellos combatientes desertaron durante la guerra contra el Ejército Rojo.
Más recientemente, nazis y takfiristas lucharon juntos nuevamente contra los rusos a raíz de la proclamación del Emirato Islámico de Ichkeria (Segunda guerra de Chechenia, 1999-2000).
El 8 de mayo de 2007, en Ternopol –localidad del oeste de Ucrania– nazis de los países bálticos, de Polonia, Ucrania y Rusia y yihadistas ucranianos y rusos crearon un llamado «Frente Antiimperialista», con apoyo de la CIA. Su presidente es Dimitro Yarosh, convertido por obra y gracia del golpe de Estado de Kiev –en febrero de 2014– en secretario adjunto del Consejo de Seguridad Nacional de Ucrania y posteriormente en candidato de Pravy Sektor a la elección presidencial del 25 de mayo.
En julio de 2013, el emir del Cáucaso y responsable local de al-Qaeda Doku Umarov exhortó a los miembros del «Frente Antiimperialista» a irse a luchar a Siria. No existe, sin embargo, documentación clara sobre la participación de nazis en las operaciones de desestabilización que actualmente se desarrollan en el Levante.
Lo que sí se sabe es que varias decenas de yihadistas tártaros de Crimea estuvieron luchando en Siria y fueron posteriormente trasladados a Kiev por el servicio de inteligencia de Turquía (MIT) para participar en los desórdenes de EuroMaidan y en el golpe de Estado del 22 de febrero, junto a Dimitro Yarosh [3].
Las medidas adoptadas en Europa, a pedido del secretario estadounidense de Seguridad de la Patria Jeh Johnson, para impedir el regreso de los yihadistas a sus países de origen muestran que la CIA tiene intenciones de utilizarlos en un nuevo frente [4]. La dimisión forzosa del príncipe saudita Bandar Ben Sultan, el 15 de abril y a pedido del secretario de Estado John Kerry [5], y la de su hermano el príncipe Salman Ben Sultan, el 14 de mayo y bajo la presión del secretario de Defensa Chuck Hagel [6], demuestran la voluntad estadounidense de avanzar hacia una refundación del dispositivo yihadista.
¿Sabrán los europeos y árabes que han optado por la resistencia aliarse también?
[1] «Crimen en Odesa», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 7 de mayo de 2014. «Las masacres de Odesa dan el tiro de gracia a la unidad de Ucrania», Oriental Review / Red Voltaire, 13 de mayo de 2014; «La masacre de Odesa fue organizada en la cúpula del régimen ucraniano», антифашист / Red Voltaire, 17 de mayo de 2014.
[2] «En Ucrania, el hijo de Joe Biden conjuga utilidad e intereses personales», Red Voltaire, 14 de mayo de 2014.
[3] «Yihadistas dan servicio de seguridad a los manifestantes de Kiev», Red Voltaire, 4 de diciembre de 2013.
[4] «Siria se convierte en "tema de seguridad interna" para Estados Unidos y la Unión Europea», Red Voltaire, 8 de febrero de 2014.
[5] «Dimisión del príncipe Bandar ben Sultan», Red Voltaire, 17 de abril de 2014.
[6] «Redistribución de papeles en Arabia Saudita», Red Voltaire, 15 de mayo de 2014.
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