Miguel López Ortigoza
Sicólogo educativo, candidato a doctor en enseñanza superior y profesor investigador de tiempo completo en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México

El tema de la educación en México se ha trivializado y cualquiera se atreve a repetir sin reflexión alguna lo que machacan día y noche los noticiarios de los consorcios mediáticos. Los especialistas del ámbito educativo no son escuchados. Si en verdad existiera un debate acerca de la reforma “educativa”, los expertos podrían ofrecer precisiones epistemológicas, pedagógicas y metodológicas de la educación. Y, en efecto, lo que necesitamos es que el tema se aborde sin apasionamientos ni visceralidades, mucho menos que sean los esbirros del poder los que dirijan el debate.

En los primeros meses de este año, mucho se ha hablado del uso del software aplicado a la educación básica con niños. Asimismo, el gobierno federal y algunas entidades federativas tienen como prioridad repartir miles de tablets a los menores de edad, con el firme propósito de contribuir a una mejor educación y ponerlos a la vanguardia global mundial.

Fue a partir de la década de 1990 cuando el maestro Eliseo Guajardo Ramos (director de Educación Especial en ese momento), el maestro Iván Escalante Herrera (coordinador del Programa de Integración Educativa SEP-Fondo Mixto de Cooperación Española) y el maestro Adalberto Rangel Ruiz de la Peña (director de Unidades de la Universidad Pedagógica Nacional y diseñador de la licenciatura en intervención educativa con línea en inclusión educativa de las unidades de la Universidad Pedagógica Nacional en la República Mexicana) impulsaron, desde sus diferentes trincheras institucionales, la integración educativa en la educación básica, aterrizando sus propósitos en el artículo 41 de la Ley General de Educación.

Escuchar en los medios de comunicación a los “intelectuales” al servicio del peñismo alardeando y difundiendo supuestas ventajas de una reforma que, según ellos, otorgará grandes beneficios a la sociedad mexicana, es una pérdida de tiempo. El panorama utópico que promueven simple y sencillamente no podrá ocurrir porque en la realidad se vive una carencia de políticas públicas en materia educativa y los verdaderos expertos pedagogos en la materia no son consultados.

La idea de escribir acerca de esta temática surge a partir de haber pasado por una situación vivencial como enfermo de nefropatía y conocer de cerca las adversidades que enfrentamos las personas con insuficiencia renal crónica, así como muchos otros pacientes con insuficiencia cardiaca, del hígado, páncreas, pulmón y quienes necesitan un trasplante de córneas.

Acudir o visitar el supermercado para comprar víveres resulta, para un consumidor, una pérdida económica muy sutil y oculta, de la que desgraciadamente él no se percata, y si lo hace, no se atreve a reclamar por vergüenza o falta de interés para exigir la devolución de unos centavos, en algunos casos hasta la presunción peyorativa de menospreciar estas moneditas.
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