Antes de que George W. Bush visite Moscú, debería releer su segundo discurso de investidura, cuando afirmó que el desarrollo de la democracia constituía el punto central de su política exterior. Es sobre ese asunto que se le juzgará, y Rusia representa su mayor desafío.
Hay muchas dictaduras que perduran hoy pero que ya existían antes de que George W. Bush llegara al poder. Rusia constituye una excepción, pues según la clasificación de la Freedom House es el único país parcialmente libre que se convirtió en un país no libre. No obstante, Bush ha establecido una relación fuerte con Vladimir Putin y eso es un error estratégico. El presidente ruso ha restado fuerza a las instituciones democráticas, a los medios de comunicación masiva independientes y a la sociedad civil, centralizando el poder en sus manos. Esa centralización podría haber permitido organizar reformas, pero no ocurrió así .
La batalla para reemplazar a Putin en 2008 ya comenzó pero, desgraciadamente, ninguno de las variantes probables en este momento resulta alentadora. El favorito para sustituir a Putin es el Ministro de Defensa Sergueï Ivanov, quien ha demostrado poco entusiasmo por la democracia. De todas maneras, parece difícil que pueda desplazarlo en una elección totalmente libre. Desafortunadamente, en unas elecciones totalmente libres, es probable que una coalición nacionalista-socialista pueda presentar un candidato más popular que el bloque demócrata. En una tercera variante, Putin podría modificar la constitución para atribuirse un tercer mandato o para dar más poder al Primer ministro, cargo que él mismo podría ocupar después de la elección de su sucesor.
Comoquiera que sea, Putin es demasiado popular en estos momentos y Rusia es demasiado grande para que Bush pueda permitirse una confrontación directa con Moscú. La conmemoración de lo que los rusos denominan «la Gran Guerra Patria» no es, además, el mejor momento. Bush debe hacerle entender a Putin que si las elecciones no son totalmente libres en 2008, ello será un obstáculo para el desarrollo de las relaciones ruso-estadounidenses. Asimismo, Bush tendrá que apoyar públicamente a los demócratas rusos como mismo apoya a los demócratas iraníes. Hay que exigir un control internacional de las elecciones en Rusia, con la misma importancia que tuvo ese control en Serbia en el 2000, en Georgia en 2003 y en Ucrania en 2004. Por otro lado, la visita de Bush a Georgia debe constituir la celebración de las nuevas democracias de la región. Esto, sin embargo, no debe impedirnos trabajar con Rusia en la lucha contra el terrorismo.

Fuente
Los Angeles Times (Estados Unidos)

«It’s OK to Scold the Backslider», por Michael McFaul, Los Angeles Times, 8 de mayo de 2005.