El «halcón» Paul Wolfowitz en la buena época en que era Secretario Adjunto de Defensa de los EEUU, en la foto hablando con motivo de una manifestación pro-israelí en Washington en abril de 2002. Wolfowitz fue uno de los cabezillas para la invasión de Irak en marzo 2003. Dado de baja últimamente en el Banco Mundial por nepotismo y otras irregularidades.
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El siguiente artículo, inédito en lengua castellana, fue publicado originalmente en francés, el 3 de abril 2003, es decir un mes después que los EEUU invadieran Irak. Lo presentamos a continuación nuestros lectores, por cierto con retraso, pero pensamos que esta información ayudará siempre a una mejor comprensión de la resultante geopolítica del Medio Oriente.

El Comité de Asuntos Públicos Israelitas-Americanos (American Israel Public Affaires Committe - AIPAC) celebró su 44º congreso político en un gran hotel de Washington y, durante tres días, del 30 de marzo al 1 de abril de 2003, dos mil quinientos delegados y más de un millar de distinguidos invitados entablaron un debate sobre la guerra contra Irak y la remodelación de Oriente Próximo.

El AIPAC es un conjunto de asociaciones que se define a sí misma como parte del «lobby americano pro-israelí». A diferencia del Instituto Judío de Asuntos de Seguridad Nacional (Jewish Institute for National Security Affairs -JINSA) que es un órgano decisorio, el AIPAC se circunscribe a un papel de intermediación entre las élites dirigentes de los dos países y comunicación de los objetivos políticos comunes.

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Foto arriba: Gary Bauer, político estadounidense y fanático religioso, son de los que proclaman a ultranza un apoyo norteamericano incondicional a Israel. Hace poco estos activistas han creado el CUFI, el nuevo movimiento proisraelí en Estados Unidos.
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La inauguración del debate corrió a cargo del evangelista Gary Bauer, antiguo rival poco afortunado de George W. Bush en las en las primarias republicanas, quien declaró que «Dios ha otorgado la tierra de Israel al pueblo judio» y que «nadie, ni la ONU, ni la Unión Europea, ni Rusia, ni ningún cuarteto o trío puede decidir sobre esa tierra que no les pertenece».
Es «obsceno» que la administración Bush exija esfuerzos suplementarios al pueblo de Israel para conseguir la paz, concluyó.

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Arriba: Rudolf Giuliani, antiguo alcalde de Nueva York, durante una manifestación a favor de Israel celebrada en Washington en abril de 2002. Ver la excelente investigación de nuestro colega mexicano respecto a este personaje: «Historia criminal de Rudy Giuliani».
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Tras haber rendido homenaje a su amigo Shimon Peres, el Secretario de Estado, Colin Powell, respondió situándose en un terreno más racional. En primer lugar pasó revista a las operaciones contra el terrorismo y contra Irak y después reprochó a Teherán el que se obstine en obtener la bomba nuclear y apoyar a Hezbollah.

En un tono más amenazante también reprochó a Damasco su apoyo a Hezbollah y el régimen de Sadam Hussein y advertió a Siria que si persistía en su actitud, debería atenerse a las consecuencias. En referencia al proceso de paz de Oriente Próximo, recordó que Estados Unidos veía con buenos ojos la creación de un estado palestino junto al hebreo.

No obstante, tal evolución se vería condicionada, por un lado, a la reforma de las instituciones palestinas para que se conviertan en un socio pacífico y, por otro lado, al cese de la colonización por parte de los israelíes (véase texto íntegro del discurso de Colin Powell).

Por su parte Silvan Shalom, ministro israelí de Asuntos Extranjeros dio las gracias a su homólogo y subrayó la visión común que comparten Tel Aviv y Washington lamentando que Israel no sea miembro del Consejo de Seguridad donde podría haber prestado su apoyo inquebrantable a la guerra contra Irak.

Citando al profeta Jeremías, comparó el bombardeo de Bagdad con el castigo divino contra Babilonia. Formalmente, Israel no es miembro de la Coalición, pero fuentes militares indicaron que pequeñas unidades del Tsahal están participando en las operaciones en Irak, primordialmente en misiones de reconocimiento con sus propios aviones Hunter y Pioneer y prestando asesoramiento a la coalición británico-estadounidense en materia de mantenimiento del orden en las poblaciones «liberadas».

En la retaguardia, el ministro israelí de Turismo, Benny Elon, comentó este intercambio con los periodistas al declarar: «La posición estadounidense no es nueva. Nuestro trabajo es asegurarnos de que no se cree un estado palestino, que en muchos sentidos supone un peligro para Israel».

Los debates que siguieron se articularon en dos forums. Entre las personalidades presentes había un puñado de miembros del Knesset [parlamento israelí], Kenneth Mehlman —director de asuntos políticos de la Casa Blanca—, John Bolton y William Burns (Secretarios de Estado adjunto), la mitad de los senadores y un tercio de los miembros de la cámara de representantes.
Los oradores celebraron el ataque preventivo contra Irak que permitía proteger a Estados Unidos de las armas de destrucción masiva del régimen de Bagdad y, al mismo tiempo, a Israel del complot antisemita alentado por Sadam Hussein para destruir el estado hebreo.
Los dirigentes del AIPAC hicieron uso de todas sus habilidades para convencer a los ministros y parlamentarios presentes de no incluir un calendario específico en el plan de paz de Colin Powell.

Esa cuestión se debatió ampliamente en el transcurso de una sesión a perta cerrada durante la cual hizo su intervención Condoleezza Rice, Consejera de Seguridad Nacional. Los periodistas presentes se comprometieron a no informar sobre estas conversaciones. Los congresistas, puestos en pie, dedicaron una cerrada ovación a la señora Rice, quien se formó con Josef Kolber (padre de Madeleine Albright), y siempre ha manifestado su apoyo incondicional a Israel.
Según la información de que disponemos [en esa época], Condoleeza Rice había dejado entrever que Washington podría renunciar a un calendario formal si Tel Aviv dejaba de envenenar la situación permitiendo la creación de nuevos asentamientos.

En un comentario de pasada, también estigmatizó de Francia hacia los estados árabes, para luego confirmar que seguramente Siria e Irán serían los siguientes objetivos de la Coalición. John Bolton (Subsecretario de Estado) por su parte, declaró: «No creo que nadie entre nosotros sea lo suficientemente ingenuo como para creer que el ejemplo de Irak será suficiente por sí solo».

El senador Bob Nelson recordó el deterioro de las relaciones entre Washington y París, y se preguntó sobre si se llegaría a una eventual ruptura en los cinco años siguientes. Así mismo se creo un fondo a título preventivo para financiar las asociaciones pro-israelíes de Francia.

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Manifestantes pro-israelíes Washington, abril de 2002.
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En la calle, frente al Hilton, la asociación« En pie a favor de Israel» (Stand for Israel) organizó una manifestación de pastores protestantes a favor del AIPAC en la que participaron varias asociaciones de «cristianos sionistas», fundamentalmente los Baptistas del Sur, así como los líderes de laIglesia de la Unificación del revendo Moon.

Al final del congreso, En pie a favor de Israel organizó una gala en el transcurso de la cual se otorgaron los premios «Amigo de Israel» a Tom DeLay (presidente del grupo parlamentario republicano en la Cámara) y Tom Lantos (senador demócrata por California). Ambos recibieron calurosas felicitaciones de los amigos que se encontraban presentes: Ariel Sharon y benjamín Netanyahu,Elliot Abrams, Paul Wolfowitz y Rudolph Giuliani.

Al recibir el galardón, Tom DeLay recordó que para los cristianos como él, cuando la Biblia habla de Israel se refiere al estado de Israel, y que por tanto su apoyo personal a dicho estado es un acto de fe inquebrantable. El fiscal general John Aschroft dirigió la oración junto con el rabino Yechiel Eckstein y el televangelista Jerry Falwell.
La mención a la Biblia dio a los participantes la impresión de compartir una misma religiosidad; no obstante, la mayor parte de los cristianos sionistas considera que durante la batalla del fin de los tiempos, los judíos deberán reconocer a Jesús como el Cristo o caer en el abismo del infierno.

Por su parte los judíos sionistas consideran que ese punto de vista divergente no se pondrá de manifiesto hasta entonces y que, por el momento, todo apoyo a Israel vale.
En cuanto a las estrategias de «choque de civilizaciones», se benefician plenamente de esa confusión intelectual siempre y cuando se cree una alianza contra el mundo musulmán.

Amable traducción para la Red Voltaire de Helena Álvarez de la Miyar.