La CIA negó a Robin Townley, ayudante del consejero de Seguridad Nacional, la acreditación necesaria para poder participar en las reuniones del Consejo de Seguridad Nacional, obligándolo así a dimitir.

Robin Townley había sido designado principal asistente del consejero de Seguridad Nacional, el general Michael Flynn, y se había previsto su participación en el Consejo de Seguridad Nacional a título de director a cargo de África.

La negativa de la CIA sobre la acreditación de Townley es una clara represalia por el Memorándum del presidente Trump que pone fin al estatus del director de la agencia como miembro permanente de Consejo de Seguridad Nacional.

Al mismo tiempo, la CIA está empeñada en demostrar que los contactos del general Flynn con el embajador de Rusia en Washington, Serguei Ivanovich Kisliak, anteriores a la elección presidencial, constituyen un crimen federal.

Según la CIA, al confirmar al diplomático ruso las declaraciones del entonces candidato Donald Trump sobre la necesidad de levantar las sanciones contra Moscú, el general Flynn habría incurrido en un delito de espionaje. La maniobra de la agencia pasa por alto el hecho que las declaraciones de Trump a favor del levantamiento de las sanciones contra Rusia eran públicas.

Si la CIA lograse su objetivo en ese sentido, el general Flynn, hoy consejero de Seguridad Nacional, sería arrestado.

Turmoil at the National Security Council, From the Top Down”, David Sanger, Eric Schmitt y Peter Baker, The New York Times, 12 de febrero de 2017.