El secretario general del Hezbollah, Hassan Nasrallah, resaltó en Beirut que es una incongruencia que el primer ministro libanés, Saad Hariri, haya dimitido por televisión, desde el hotel Ritz-Carlton de Riad, y en presencia del príncipe heredero del trono saudita, Mohamed ben Salman. En una alocución pronunciada el domingo 5 de noviembre y transmitida en diferido, el líder de la resistencia libanesa acusó a Arabia Saudita de injerencia en los asuntos internos del Líbano.

En la mañana del lunes 6 de noviembre, el ministro saudita de Exteriores declaraba a CNN que el lanzamiento de un misil contra el aeropuerto internacional de Riad fue un acto de guerra de los rebeldes yemenitas huthis. Más tarde, el ministro saudita de Asuntos del Golfo, y adjunto del anterior, calificaba –ante las cámaras de Al-Arabiya– el discurso de Hassan Nasrallah de «declaración de guerra contra Arabia Saudita».

Según la televisión israelí, en la tarde de ese mismo día, el gobierno del primer ministro Netanyahu envió a todas las embajadas de Israel una comunicación dándoles instrucciones para que:
 inicien una campaña de cabildeo ante los gobiernos locales para explicarles el punto de vista israelí sobre la dimisión del primer ministro libanés Saad Hariri, lo cual es extremadamente inusual;
 convenzan a los gobiernos de que esa renuncia demuestra lo peligrosos que son Irán y el Hezbollah para la seguridad del Líbano;
 afirmen que esa dimisión desmiente el argumento de que la participación del Hezbollah en el gobierno libanés favorece la estabilidad del Líbano;
 apoyen a Arabia Saudita en su guerra contra los rebeldes huthis en Yemen y afirmen que el lanzamiento del misil contra el aeropuerto de Riad muestra que es necesario redoblar la presión contra Irán y el Hezbollah.

De hecho, la prensa internacional aborda la dimisión del primer ministro libanés sin relacionarla con el golpe palaciego ocurrido en Riad, a pesar de que todos los elementos revelados desde que comenzaron los hechos llevan a pensar que la renuncia de Saad Hariri es parte de la lucha por el poder en el reino saudita y dan la razón a Hassan Nasrallah.

Debido a los riesgos militares y diplomáticos que plantearía una operación de ese tipo, Israel no tiene intenciones de atacar nuevamente al Hezbollah. Pero el primer ministro israelí Benyamin Netanyahu está tratando de empujar a Arabia Saudita a que ataque a la resistencia libanesa y pretende preparar a la opinión pública internacional en ese sentido.