¿Qué pasaría si aviones de guerra rusos Sukhoi Su-35, estacionados en el aeropuerto de Zurich, a unos 10 minutos de vuelo de Milán, patrullaran la frontera de Italia bajo el pretexto de proteger el territorio suizo ante una posible agresión italiana?

El Parlamento italiano protestaría vehementemente y exigiría de inmediato medidas de respuesta, tanto en el plano diplomático como en el terreno militar. Pero ese mismo Parlamento acepta tácitamente e incluso esconde la decisión de la OTAN de desplegar 8 aviones de guerra italianos Eurofighter Typhoon en la base de Amari, en Estonia, a unos 10 minutos de vuelo de San Petersburgo, para patrullar a lo largo de la frontera rusa bajo el pretexto de proteger a los países bálticos de la «agresión rusa», la «fake new» que la OTAN, bajo el mando de Estados Unidos, esgrime invariablemente para justificar la cada vez más peligrosa escalada militar contra Rusia en Europa.

El despliegue en Estonia de esos 8 cazabombarderos italianos –lo cual exige un personal de 250 hombres–, implica un gasto de 12,5 millones de euros –provenientes de los fondos públicos de Italia–, suma que cubre sólo el periodo de enero a septiembre. A ese gasto hay que agregar los gastos operativos: una hora de vuelo de un Eurofighter cuesta 40 000 euros… un año de sueldo de un trabajador.

Pero esta es solamente una de las 33 misiones militares en el extranjero en las que participa Italia, en un total de 22 países. A las misiones que ya se desarrollan desde hace tiempo en los Balcanes, Líbano y Afganistán, se suman las nuevas misiones que, según la Deliberación del Gobierno, «se concentran en un área geográfica, África, considerada de interés estratégico en relación con las exigencias de seguridad y defensa nacionales».

En Libia, país que la guerra de la OTAN hundió en el caos, en 2011 –con la participación de Italia–, ahora Italia «apoya a las autoridades en la acción de pacificación y estabilización del país y en el fortalecimiento del control y la represión de la inmigración ilegal». Otra operación que, con el despliegue de 400 hombres y 130 vehículos, representa un gasto anual de 50 millones de euros, incluyendo una indemnización media de 5 000 euros mensuales –además de la paga normal– para cada uno de los participantes por tratarse de una misión en el extranjero.

En Túnez, Italia participación en la misión de la OTAN en apoyo a las «fuerzas de seguridad» gubernamentales, que se ocupan de reprimir las manifestaciones populares contra el empeoramiento de las condiciones de vida de los tunecinos.

En Níger, Italia inicia en 2018 una misión de apoyo a las «fuerzas de seguridad» gubernamentales «en el marco de un esfuerzo conjunto europeo y estadounidense por la estabilización del área», esfuerzo que también abarca Mali, Burkina Faso, Benin, Mauritania, Chad, Nigeria y la República Centroafricana. En este último país Italia participa también en una misión de «apoyo» por la Unión Europea. Se trata de una de las áreas más ricas en materias primas estratégicas –petróleo, gas natural, uranio, coltán, oro, diamantes, manganeso y fosfatos, entre otros. Esos recursos son explotados por las transnacionales estadounidenses y europeas, que ven su oligopolio amenazado por la creciente presencia económica de China. En eso reside la «estabilización» militar del área, en la que participa Italia.

A todos esos compromisos se suma ahora el que Italia contrajo el 10 de enero de 2018: hacerse cargo del mando de la rama terrestre de la OTAN Response Force, llamada a intervenir en el más breve plazo en cualquier lugar del mundo. En 2018 esa fuerza está bajo las órdenes del Mando Multinacional de Solbiate Olona (provincia italiana de Varese), cuya «Nación Guía» es Italia. Pero, precisa el ministerio italiano de Defensa, ese mando «depende del Comandante Supremo Aliado en Europa», designado directamente por el presidente de Estados Unidos [1].

En efecto, Italia funge como «Nación Guía», pero siempre como país subordinado, sometida a la cadena de mando del Pentágono.

Fuente
Il Manifesto (Italia)

Traducido al español por la Red Voltaire a partir de la versión al francés de Marie-Ange Patrizio

[1El Comandante Supremo Aliado en Europa (Supreme Allied Commander Europe o “SACEUR”) es siempre un general estadounidense de cuatro estrellas que tiene también bajo sus órdenes el EuCom, o sea las tropas de Estados Unidos desplegadas en los diferentes países de Europa. Nota de la Red Voltaire.