Usted cree conocer a fondo el escándalo de las «caricaturas de Mahoma» y piensa haber formado su propia opinión con pleno conocimiento del asunto. El hecho es que usted ignora la realidad sobre esa importante operación de propaganda tendiente a promover la «guerra de civilizaciones», empezando por el hecho que ninguna de esas caricaturas representa a Mahoma. Thierry Meyssan analiza aquí los lazos que vinculan a los diferentes protagonistas con la administración Bush y el método utilizado para envenenar el debate público, tanto en Oriente como en Occidente.
En la foto arriba, Philippe Val, jefe de redacción de la controvertida revista satírica francesa Charlie Hebdo, que durante mucho tiempo ha logrado fabricarse una imagen de publicación progresista y de izquierda. Pero, según serias investigaciones, resulta más bien lo contrario. Para algunos esta publicación es un aliado estratégico a la prensa oficialista y neoliberal, para otros un aliado de los círculos de poder atlantistas.
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El 7 de febrero de 2007 comenzó en París el juicio contra el semanario satírico francés Charlie Hebdo por el llamado escándalo de las «caricaturas de Mahoma». En plena campaña electoral presidencial, importantes personalidades comparecieron para ofrecer su testimonio a favor «del laicismo y de la libertad de expresión».
La prensa y los dirigentes políticos son casi unánimes. Marcando la pauta en su editorial, el diario atlantista Le Monde escribe: «El juicio contra Charlie Hebdo pertenece a otra era, a otra época. Aunque no fue este el argumento presentado por la parte acusadora, hay que recordar que lo que desencadenó la polémica fue la representación [gráfica] del profeta Mahoma, que, para el Islam, constituye una blasfemia. Estamos por tanto ante una querella oscurantista» [1].
Sin prestar oídos a la queja de los reclamantes, y sin esperar por el veredicto del tribunal, la palabra pública equipara las asociaciones de musulmanes con grupos oscurantistas, incompatibles con la República laica y moderna. En nombre del laicismo se estigmatiza a los fieles de una gran religión. Esta paradoja debe ser para nosotros una señal de alerta: en nombre del laicismo, se nos empuja a perder el sentido de la tolerancia. Tenemos que razonar antes de dejar que nos empujen a la «guerra de civilizaciones» [2].
El laicismo, cuando es verdadero, es hijo de la Razón. Dediquemos un poco de tiempo al análisis del origen y de las consecuencias de este conflicto. Veremos entonces que todo fue cuidadosamente organizado. A pesar de las apariencias, quienes publicaron las caricaturas y quienes organizaron las manifestaciones en el mundo musulmán en realidad no son adversarios. Todos actúan de forma organizada y con el objetivo de enemistarnos.
Las apariencias
En septiembre del año 2005, la prensa danesa reporta que un autor de literatura para niños trata infructuosamente de encontrar un ilustrador para un volumen sobre Mahoma ya que los ilustradores tienen miedo de criticar el Islam. En reacción, el redactor jefe del más importante diario danés lanza un concurso de ilustradores dentro de su publicación. Muy pronto, se publican 12 caricaturas.
En noviembre, la Sociedad Islámica de Dinamarca, estimándose insultada, exige excusas y organiza una manifestación ante las oficinas del diario. Las partes endurecen sus posiciones y varios periodistas declaran haber recibido amenazas de muerte. Una delegación de la Sociedad Islámica de Dinamarca redacta un informe sobre el caso y lanza un llamado de alerta a la Liga Árabe y a la Organización de la Conferencia Islámica. Once embajadores acreditados en Copenhague piden una reunión con el primer ministro danés con vistas a resolver la naciente crisis, pero el primer ministro argumenta que él no tiene autoridad sobre la prensa y no acepta el encuentro.
La prensa reporta en noviembre que un partido político paquistaní ofrece una recompensa a quien asesine a uno de los dibujantes. El primer ministro danés condena la iniciativa pero pronto se sabe que la noticia era falsa.
En diciembre, la reunión cumbre de la Conferencia Islámica, y más tarde la reunión de ministros de Relaciones Exteriores de la Liga Árabe, aborda el asunto. La Alta Comisionada de las Naciones Unidas abre una investigación sobre el racismo en la prensa danesa. El consejo de ministros del Consejo de Europa toma nota de la actitud dilatoria del gobierno danés sobre el asunto señalando que no se trata de una cuestión ligada a la libertad de prensa sino de un problema de racismo.
En enero de 2006, el primer ministro danés insiste, en su mensaje de año nuevo, en su preocupación por la libertad de expresión. El fiscal de Viborg anuncia el sobreseimiento de la denuncia por blasfemia e incitación al odio presentada por las organizaciones musulmanas.
En febrero, numerosas manifestaciones contra las representaciones y los intereses daneses tienen lugar a través del mundo. Se producen quemas de banderas y embajadas así como un boicot contra productos daneses. La condena del mundo musulmán se extiende a Francia, donde un diario publicó las caricaturas, y más tarde a toda Europa, que parece ser cómplice.
En París, las caricaturas aparecen publicadas en France Soir y, más tarde, en Charlie Hebdo lo cual da lugar a una denuncia penal por parte de la Gran Mezquita de París (GMP) y de la Unión de Organizaciones Islámicas de Francia (UOIF). Mientras que la clase dirigente cierra filas con estas publicaciones, el presidente francés Jacques Chirac recibe a los denunciantes en el palacio del Elíseo y recuerda que la libertad de expresión constituye una responsabilidad.
Las contradicciones
Hasta aquí parece tratarse de una historia simple en la que la sucesión de hechos parece coherente. Hay, sin embargo, una serie de detalles que suenan falso.
Si el redactor jefe de un importante diario danés estaba tan preocupado por la imposibilidad de encontrar un ilustrador para un libro destinado a los niños, ¿cómo fue que acabó publicando una serie de caricaturas que no tienen nada que ver con ningún tipo de literatura infantil?
El Jyllands-Posten es el diario de más amplia difusión en Dinamarca. Posicionado a la derecha, el diario realiza desde hace 3 años una violenta campaña contra los inmigrantes. En el marco de esta campaña ha publicado constantemente artículos y editoriales en los que insinúa que el Islam es incompatible con la democracia y que es imposible que los musulmanes se integren a la sociedad danesa. El objetivo de esa intensa campaña es apoyar la reelección de la coalición gubernamental de Anders Fogh Rasmussen. En 3 años, el Jyllands-Posten inundó Dinamarca con su retórica islamófoba, de la que el propio primer ministro se ha convertido en vocero.
La coalición liberal conservadora sacó del poder a los socialdemócratas, quienes habían dominado el escenario político durante 80 años. También llevó al país a cuestionar el Estado-providencia y a lanzarse en una desenfrenada política de privatizaciones y de desregulación. Siguiendo una técnica electoral clásica, ante una población que acepta difícilmente estos bruscos cambios, Anders Fogh Rasmussen ha tratado de evitar el debate sobre las cuestiones sociales mediante la búsqueda de chivos expiatorios: los extranjeros.
El Consejo de la Prensa de Dinamarca ya había amonestado al Jyllands-Posten, en marzo de 2002, por violación de la deontología periodística cuando el diario subrayó de forma injustificada el origen étnico de personas implicadas en un caso criminal. En aquel entonces, el primer ministro no vaciló en aprovechar la ocasión para apoyar a este diario afirmando que el sector periodístico cedía a la corriente de lo políticamente correcto.
La violencia del Jyllands-Posten también había sido señalada en el informe sobre el caso de Dinamarca que presentara el European Network Against Racism, la federación de asociaciones antirracistas europeas [3]. El informe describía al Jyllands-Posten como una publicación de extrema derecha. Este observatorio antirracista de la prensa europea realizó un análisis del contenido de los materiales publicados en ese periódico en el transcurso de 3 meses. Señaló que el 53% de las crónicas, el 55% de los artículos, el 70% de las noticias cortas, el 73% de las tribunas libres, el 79% de los editoriales y el 81% de las cartas de los lectores sobre las minorías extranjeras presentan a estas últimas de forma negativa.
En otras palabras, el Jyllands-Posten no publicó las caricaturas para liberar a los ilustradores daneses de una autocensura sino en el marco de una gran campaña de incitación al odio.
Segunda incoherencia:
¿Por qué dibujos cuyo objetivo es ridiculizar una religión tratan de hacerlo vinculándola al terrorismo?
El concurso de caricaturas fue iniciativa del responsable del suplemento cultural dominical del diario, Fleming Rose. Este último se define a sí mismo como «judío sionista» y no se inmuta en lo más mínimo cuando se le señala que durante los años 1930-40 el Jyllands-Posten fue partidario del fascismo y del nazismo. Al recibir amenazas de muerte, luego de la publicación de las caricaturas, Fleming Rose prefirió buscar refugio en Estados Unidos, a pesar de la protección de la policía danesa.
Fleming Rose es amigo del teórico de la islamofobia Daniel Pipes [4]. En un artículo fechado el 29 de octubre de 2004, Rose cuenta sus conversaciones con Pipes y apoya las tesis de este último. «Pipes está sorprendido de que no haya en Europa una alarma más acentuada ante el desafío que representa el Islam en el contexto de la caída del índice de fecundidad y del debilitamiento de la identidad histórica y cultural», escribe Rose en ese artículo.
Daniel Pipes es el autor de esta célebre fórmula: «Todos los musulmanes no son terroristas, pero todos los terroristas son musulmanes ». Partiendo de esa base, Pipes aconseja una vigilancia policíaca sistemática sobre todos los musulmanes en Estados Unidos y en Europa. Los dibujos publicados por Fleming Rose van más lejos aún: insinúan que todos los musulmanes son potencialmente terroristas.
La directora del Jyllands-Posten, Merete Eldrup, está casada con Anders Eldrup, director de la compañía nacional de hidrocarburos, la Danish Oil and Natural Gas (DONG). Desde hace 5 años, o sea desde la llegada de la coalición liberal conservadora al poder, Anders Eldrup y el primer ministro participan en las reuniones anuales del Grupo de Bilderberg. Este club, extremadamente cerrado, es una emanación de la OTAN y es esta última quien se encarga de invitar, poner a prueba y aprobar a los mensajeros de Estados Unidos en Europa.
Desde la primera guerra del Golfo, en 1991, y más aún desde los atentados de septiembre de 2001, los servicios de la OTAN desarrollan estudios sobre el tema del enemigo interno. Los suburbios islamizados de Europa son considerados madrigueras de terroristas. Inmersos en esa atmósfera, Fleming Rose y Merete Eldrup sólo ven a los musulmanes como potenciales terroristas.
Tercera incoherencia:
¿Por qué el primer ministro danés desechó la mediación cuando esta aún era posible?
Anders Fogh Rasmussen no sólo es el autor de Fra socialstat til minimalstat (Del Estado socialista al Estado mínimo). Es también el hijo espiritual de Uffe Ellemann-Jensen, ex presidente de su partido. Este último fue durante mucho tiempo el hombre de Washington en Dinamarca. Ministro de Relaciones Exteriores y viceprimer ministro desde 1982 hasta 1993, elaboró la doctrina que lleva su nombre y según la cual un pequeño Estado como Dinamarca puede desempeñar un papel importante en el escenario internacional, abriéndole la puerta a Estados Unidos. En 1991, logró convencer a la muy reticente opinión pública danesa de participar en la guerra del Golfo.
También reconoció, antes que cualquier otro país, la independencia de los Estados del Báltico, provocando así el desmembramiento de la Unión Soviética ante la onda expansiva de la explosión del bloque del este. En 1995, se postuló para el puesto de secretario general de la OTAN pero encontró la rotunda oposición del presidente francés Jacques Chirac, quien señaló el total alineamiento de Ellemann-Jensen con la política de Washington. Uffe Ellemann-Jensen, quien ya no está oficialmente vinculado al gobierno, se pronunció contra las caricaturas.
Anders Fogh Rasmussen aplica la «doctrina Ellemann-Jensen», tendiente a servir de caballo de Troya de Estados Unidos en Europa. Así que, cuando ejerció la presidencia rotativa de la Unión Europea durante el segundo semestre del año 2002, fue él quien preparó les acuerdos secretos entre la Unión Europea y Estados Unidos en el marco de la Nueva Agenda Transatlántica, acuerdos que fueron firmados el 22 de enero de 2003 y que autorizaron el secuestro, la detención y la tortura por la CIA y el MI6 de sospechosos en cualquier lugar de la Unión Europea [5].
Según un informe del Consejo de Europa, la práctica de secuestros, detenciones y torturas se ha desarrollado considerablemente. Más de un centenar de víctimas han sido identificadas. Se trata exclusivamente de musulmanes.
Mientras tanto, Rasmussen publica en el diario londinense The Times una tribuna libre que firma junto a otros 7 jefes de gobiernos europeos para tratar de enrolar a la Unión Europea en la guerra de Irak [6]. En definitiva, Rasmussen acabará enviando a Irak más de 500 hombres, estacionados en Camp Denevang, cerca de Basora. Al confirmarse que Irak no disponía de armas de destrucción masiva, una comisión investigadora del parlamento danés comprueba que –al igual que George W. Bush y Tony Blair– Anders Fogh Rasmussen mintió de forma intencional a sus conciudadanos para empujarlos a entrar en la guerra.
No sólo el primer ministro danés no tenía la más mínimas ganas de aplacar la crisis de las caricaturas sino que esta última sirve a sus objetivos políticos en la medida en que profundiza la separación entre las civilizaciones. La tensión fortalece su posición en el ámbito nacional y favorece la estrategia internacional de sus aliados. Es verdad que el boicot le costó a Dinamarca pérdidas ascendentes a mil millones de coronas (134 millones de euros), pero Estados Unidos sabrá seguramente cómo resarcirla.
Un libro publicado por el periodista Toger Seidenfaden (también miembro del Grupo de Bilderberg) y el historiador Rune Engelbreth Larsen demuestra efectivamente, basándose en 4 000 documentos oficiales, que el primer ministro danés hizo todo lo posible por provocar la crisis. Para ello le mintió deliberadamente a la opinión pública haciéndole creer que los embajadores de la Liga Árabe exigían una censura religiosa cuando en realidad pedían un diálogo tendiente a limitar la propagación del racismo [7].
En su informe anual sobre Dinamarca, el Comité Europeo Contra el Racismo y el Antisemitismo (que no depende de la Unión Europea sino del Consejo de Europa) expresa su «gran preocupación» ante el desarrollo de un «clima de intolerancia y de xenofobia hacia los refugiados y los solicitantes de asilo así como hacia los grupos minoritarios en general, y los musulmanes en particular». Menciona al primer ministro danés y al Partido Popular, miembro de la coalición gubernamental, como responsables directos de ese fenómeno. Denuncia además la no aplicación sistemática de la ley de represión contra el racismo [8].
Cuarta incoherencia:
Las caricaturas son tan espantosamente mediocres que, al principio, suscitaron más desprecio que cólera. Entonces, ¿cómo es posible que las caricaturas provocaran en el mundo musulmán más cólera que la ocupación de Palestina, la invasión de Afganistán y los bombardeos contra el Líbano?
Ante la publicación de las caricaturas, varias organizaciones musulmanas danesas se reunieron para definir una estrategia común. Presentaron entonces una denuncia por blasfemia (artículo 140 del Código Penal danés) e instigación al odio y la discriminación contra un grupo de personas por causa de su creencia religiosa (artículo 266b). Paralelamente a esa acción colectiva, ciertos participantes de esa asamblea organizaron manifestaciones y una acción de cabildeo dirigido a los embajadores de Estados musulmanes acreditados en Copenhague, acción nucleada alrededor de Ahmad Abu Laban [9], imam de la grupuscular Sociedad Islámica de Dinamarca (Islamik Trossamfund) y de su amigo Ahmed Akkari, autodesignado vocero de un Comité Europeo de Defensa del Profeta creado a raíz de todo este asunto. Según ellos el objetivo era ampliar el debate a la cuestión general de las muestras de discriminación de las que son víctimas los musulmanes en Dinamarca. Para ello montaron un expediente de 43 páginas, expediente que ilustraron con caricaturas, entre las que se encontraban las del Jyllands-Posten.
Pero el llamado «Expediente Akkari» también contiene dibujos mucho más insultantes que los del Jylands-Posten, como por ejemplo uno en el que se ve un musulmán arrodillado en posición de orar mientras que es sodomizado por un perro. Fue la lectura de ese documento lo que dio lugar a la movilización de numerosas autoridades árabes y musulmanas, civiles y religiosas. Así que fue aquel expediente lo que convenció a los representantes de la opinión del mundo musulmán de que las caricaturas eran sobre Mahoma y el Islam.
Abu Laban y Ahmed Akkari emprendieron una gira internacional durante la cual se reunieron con el secretario general de la Liga Árabe, con el gran mufti del Cairo, con el director de la universidad Al-Azhar, con el gran mufti de Beirut, con el jeque Faldlalah del Hezbollah, con el cardenal Sfeir y el gran mufti de Damasco.
Esa gira resulta tanto más sorprendente cuanto que Abu Laban no debiera haber podido visitar Egipto, país que anteriormente le había prohibido la entrada a su territorio, al igual que los Emiratos Árabes Unidos. Laban es, en efecto comandante de un movimiento parcialmente clandestino, el Hizb ut-Tahrir (Partido de la Liberación), organización que los nacionalistas árabes no tienen en gran estima.
Creado por el jurista Taqiuddin al-Nabhani en 1953, el Hizb ut-Tahrir afirma querer restablecer el califato otomano que dominó y oprimió al mundo árabe. Este movimiento tiene muy mala reputación en los Estados árabes, que lo consideran, con razón o sin ella, como un grupo de locos manipulados por la inteligencia británica para mantener su influencia en la región. Su fundador murió en Beirut, en 1977. Aunque este partido se presenta como una organización no violenta, su programa no deja lugar a dudas sobre las intenciones que abriga. Prevé la creación de un Estado islámico único bajo el mando dictatorial de un califa y la aplicación de una interpretación severa de la shariah. El califa gobernaría con ayuda de un emir de la Jihad encargado de movilizar a todos los hombres de más de 15 años para hacerle la guerra a todos los no musulmanes.
Contrariamente a lo que usted pudiera creer, el cuartel general del Hizb ut-Tahrir no está en Estambul sino en Londres, donde goza de una fuerte protección policial, a pesar de que el primer ministro Tony Blair lo ha calificado de organización terrorista. Los principales dirigentes londinenses del movimiento reciben remuneraciones similares a las de altos responsables de multinacionales anglosajonas de la informática, a pesar de que ese tipo de empleo exige una acreditación clasificada como secreto militar.
A falta de ser populares en el mundo árabe, los partidarios del restablecimiento del califato otomano sí lo son en el seno de ciertas poblaciones de lengua turca de Asia central. El Hizb ut-Tahrir fomenta el desorden por toda esa región, incluyendo la zona china de Xin Kiang, sin distinción de los regímenes en el poder. La compasión se impone cuando sus miembros son arrestados y torturados por el régimen de Karimov, en Uzbekistán, pero nada indica que ellos mismos serían más compasivos que sus torturadores si lograran llegar al poder.
Los Estados de la región no tardaron en comprender el peligro que representa el Hizb ut-Tahrir. De hecho lo consideran un instrumento de la CIA y del MI6, como antes lo fueron los muyahidines contra la URSS [10] y se han unido para combatirlo, siendo este uno de los objetivos de la Organización de Cooperación de Shangai, la nueva alianza ruso-china.
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Incitaciones al odio
El personaje de la caricatura de arriba (Centro de Estudios del Problema Judío de Boloña, 1943) no es Moisés sino una personificación de los judíos en general, a quienes se atribuye la responsabilidad de la Segunda Guerra Mundial. El personaje de la caricatura de abajo (publicada por le diario danés Jylland-Posten, 2005) no es Mahoma sino una personificación de los musulmanes en general, a los que se atribuye la responsabilidad por el terrorismo, que el presidente Bush califica de «Nueva Guerra Mundial». Estos dos dibujos no tienen nada que ver con una supuesta crítica hacia una religión. Son dos caricaturas de propaganda tendientes a estigmatizar a grupos de creyentes. La primera fue utilizada para justificar un genocidio. ¿Cuál es el objetivo de la segunda?
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La manipulación en Francia
France Soir fue la primera publicación que reprodujo las caricaturas en Francia. Este diario, que en aquel momento se encontraba en quiebra, era entonces objeto de feroces luchas de influencia entre los financistas que aspiraban a apoderarse de su control. El personal encargado de tomar las decisiones editoriales en el seno de la publicación está ligado en aquel entonces a un misterioso posible comprador del diario cuyo nombre sólo saldrá a relucir varios meses más tarde. Se trata del comerciante de armas Arcadi Gaydamak, presidente de Betar (la milicia del Likud) y del club de fútbol que también lleva ese nombre y candidato a la alcaldía de Jerusalén. Su identidad se mantuvo en secreto durante el mayor tiempo posible debido a la existencia de una orden internacional de arresto por fraude fiscal contra este personaje.
Una semana más tarde, las caricaturas aparecen de nuevo, en Charlie Hebdo. Como ya demostrara anteriormente en nuestro sitio web Cedric Housez, el semanario satírico viene concentrándose, desde finales del año 2003, en la denuncia del peligro musulmán tomando posición contra la participación de Tariq Ramadan en el Forum Social Europeo, por la prohibición del velo, contra la política de Francia hacia el mundo árabe, a favor de la política de Israel, etc. [11]
Tanto en el caso de France Soir, como en el de Charlie Hebdo, la publicación de las caricaturas es la prolongación de ya viejas campañas de prensa al servicio de la ideología neoconservadora de la «guerra de civilizaciones». Y resulta eficaz ya que la clase dirigente francesa finge, de forma casi unánime, no ver el aspecto antimusulmán del asunto y expresa su apoyo a tan “bella” manifestación de la libertad de expresión. La única voz discordante será la de Jacques Chirac, quien subraya que «Francia, país laico, respeta todas las religiones y todas las creencias».
Yendo un poco más lejos aún en el campo de la hipocresía, Charlie Hebdo publica El mafiesto de los doce . Este documento denuncia el islamismo como el nuevo totalitarismo [12] que se opone a la libertad de expresión. Entre sus firmantes se encuentran, además del propio director de Charlie Hebdo, Philippe Val, la diputada mitómana holandesa Ayaan Hirsi Ali, los periodistas Carolina Fourest y Antoine Sfeir y el ensayista Bernard Henry-Levy.
La Gran Mezquita de París y la Unión de Organizaciones Islámicas de Francia (UOIF) presentaron ante la justicia una denuncia contra Charlie Hebdo. Varios candidatos a la presidencia de Francia expresaron su apoyo al semanario satírico, en nombre de la «libertad de expresión». Primero fueron Corinne Lepage (Cap 21) y Dominique Voynet (de los Verdes), mediante una petición. Más tarde lo hicieron François Bayrou (UDF) y François Hollande (representante de Segolene Royal, Partido Socialista), al comparecer como testigos durante la vista de la causa. Y finalmente, también lo hizo Nicolas Sarkozy (UMP) en carta dirigida al tribunal. Jacques Chirac, cuya intervención había tenido lugar al principio de la polémica, no se expresó de nuevo, pero ofreció su abogado a la GMP y a la UOIF. La justicia dará su veredicto el 15 de marzo de 2007.
Nicolas Sarkozy (candidato presidencial francés por la derecha en las elecciones de 2007) desempeñó un papel sui generis. En el momento de la publicación de las caricaturas, en su calidad de ministro del Interior y de Cultos, se negó a tomar medidas de carácter jurídico y aconsejó a las asociaciones que forman parte del Consejo de los Musulmanes de Francia que se encargaran de hacerlo. Posteriormente, para sorpresa de estas asociaciones, envió en el último minuto a los abogados de Charlie Hebdo una carta de apoyo a la publicación. Lo cual explica las dudas del Consejo de los Musulmanes de Francia ante la posibilidad de renunciar en masa.
¿Blasfemia o incitación al odio?
Reproducimos aquí la caricatura más polémica. En ella aparece un hombre que lleva un turbante que en realidad es una bomba. Según el Jyllands-Posten, el personaje es Mahoma y la caricatura ridiculiza a los extremistas que invocan al Profeta en la práctica del terrorismo. Sin embargo, el turbante del personaje lleva inscrita la profesión de fe de los musulmanes: «Dios es grande y Mahoma es su profeta». Por consiguiente, el personaje no es Mahoma sino un musulmán emblemático. El objetivo del turbante-bomba es asociar su imagen con la de un terrorista. Este mensaje estigmatiza a los musulmanes en su conjunto y constituye una instigación al odio castigada por la ley en cualquier sociedad democrática.
O sea, se habla indebidamente de las «caricaturas de Mahoma» cuando en realidad se trata de caricaturas sobre los musulmanes [13].
En un primer momento, parecía indudable para el tribunal que no se trataba de una crítica hacia una religión sino de una injuria y/ó difamación contra un grupo de personas por causa de la supuesta pertenencia de estas últimas a una religión. En efecto, el tribunal no aceptó una denuncia de una asociación religiosa que quería defender a las personas que creen en el Islam, pero si aceptó las de la GMP y la UOIF ya que los estatutos de esas dos asociaciones incluyen la defensa de los derechos de sus miembros como miembros de la sociedad y no como creyentes. Sin embargo, en un segundo tiempo, el presidente del tribunal dejó que la vista se desarrollara como si se tratara de un juicio sobre el derecho a criticar el Islam.
En este caso, ya se sabe, en este momento, que los principales protagonistas mintieron (el Jyllands-Posten en cuanto a sus objetivos, el primer ministro danés en lo tocante a los reclamos de los embajadores árabes, la Sociedad Islámica de Dinamarca sobre el carácter de las caricaturas y Abu Laban sobre su propio compromiso político). También se sabe que todos estos protagonistas están vinculados a la administración de Estados Unidos, que se dedica a promover la «guerra de civilizaciones».
[1] «Procès d’un autre âge», editorial, Le Monde, 7 de febrero de 2007.
[2] «La "guerra de civilizaciones"» por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 7 de diciembre de 2004.
[3] ENAR Sshadow report 2004 Danemark, ENAR, pp. 40-43.
[4] «Daniel Pipes, experto del odio», Red Voltaire, 12 de julio de 2005.
[5] «La Unión Europea autorizó por escrito las prisiones secretas de la CIA desde enero de 2003», Red Voltaire, 15 de diciembre de 2005.
[6] «Europe and America must stand united», The Times, 29 de enero de 2003. Ver análisis en «La crise irakienne divise l’Europe entre atlantistes et indépendantistes», Voltaire, 30 de enero de 2003.
[7] Karikaturkrisen. En undersøgelse af baggrund og ansvar por Toger Seidenfaden y Rune Engelbreth Larsen, Gyldendal, København 2006.
[8] Tercer informe sobre Dinamarca, aprobado el 16 de diciembre de 2005 y dado a conocer el 16 de mayo de 2006, ECRI, Consejo de Europa.
[9] Ahmad Abu Laban murió de cáncer el 1º de febrero de 2007.
[10] «Enemies bought, friends sold: John Laughland The Uzbek upheaval is seen as a ’people power’ movement but is likely to cement US control of the region», The Guardian, 19 de mayo de 2005
[11] «Venderle a la izquierda el “choque de civilizaciones”» por Cédric Housez, Red Voltaire, 5 de septiembre de 2005.
[12] «Choque de civilizaciones: el viejo cuento del “nuevo totalitarismo”» por Cédric Housez, Red Voltaire, 25 de septiembre de 2006.
[13] Sólo uno de los dibujos del Jyllands-Posten representa a Mahoma. Pero no se trata de una caricatura. Es el único dibujo destinado a ilustrar un libro para niños.
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