Dos misiles estadounidenses lanzados durante el bombardeo occidental contra Siria no llegaron a estallar. Ambos artefactos fueron enviados a Rusia para ser analizados [1].
La tecnología estadounidense y la de Rusia en ese tipo de armamento son radicalmente diferentes, lo cual implica que los progresos de cada una de ellas son difícilmente aplicables a la otra. Pero los ingenieros militares rusos estudiarán los misiles estadounidenses para mejorar los sistemas antimisiles rusos.

 Un avión Rafale francés no pudo disparar uno de los 2 misiles Scalp-EG que debía lanzar contra un objetivo en Siria [2].

 Tres misiles crucero navales (MdCN) de fabricación francesa que las fragatas multimisiones francesas debían disparar contra Siria no funcionaron [3]. Esos misiles de alta tecnología –y extremadamente caros, unos 2,8 millones de euros cada uno– nunca habían sido utilizados en condiciones de combate.

Tanto el gobierno de Estados Unidos como el de Francia trataron de esconder esos problemas afirmando, el 14 de abril de 2018, que la operación conjunta contra Siria había sido un éxito total.

Desde Moscú, el ministerio ruso de Defensa reveló que más de dos terceras partes de los misiles utilizados en el ataque occidental contra Siria fueron destruidos en vuelo por la defensa antiaérea siria [4].