Se dice en algunas publicaciones que el desarrollo humano es un proceso de ampliación de las opciones de la gente, al aumentar las capacidades que ellas tienen para vivir el tipo de existencia que se quiere, o el que ellas desean de acuerdo a un patrón normativo determinado. Aumento referido a las opciones para escoger alguna que nos satisfaga, que se encuentre en concordancia con lo que pensamos sea una vida digna, tal de satisfacer nuestras expectativas, aspiraciones, deseos, en fin lo que se quiere hacer como modelo, como patrón de vida de acuerdo a principios y valores.

¿Cómo construir el futuro deseado tomando en cuenta las condiciones iniciales, el punto de partida, las circunstancias? Esto es, el ser humano y sus circunstancias como nos lo decía Ortega y Gasset. Deseos solamente no preñan lo expresa la sabiduría popular, pero sin duda ayudan a orientar esfuerzos en busca de legítimas aspiraciones. Esa claridad del objetivo, del propósito, de lo que se busca o se pretende es un buen punto de partida que luego tiene que ser sometido a la fuerza de los acontecimientos y por supuesto, a lo que nos permitan los otros seres humanos con quienes estamos obligados a compartir o dirimir la existencia, a menos que nos tratemos de encerrar en una torre de marfil tal de convertirnos o en autistas sociales, o al tratar de vivir al estilo del amigo Robinson Crusoe, en un mundo lleno y permeado por la telemática.

En fin de cuentas, desarrollo humano tiene que ver no sólo con el ser de esta tierra de manera individual sino también con lo colectivo. ¿Cómo medir ese desarrollo humano? Sin poder entrar en un análisis exhaustivo de tan complejo y complicado fenómeno o problema podemos citar el esfuerzo que ha realizado y continúa haciendo el Programa de las Naciones Unidas, a través del uso del Indicador de Desarrollo Humano (IDH), que mide tres tipos de conceptos básicos: el conocimiento, la aspiración de una vida larga y saludable, y el logro de un nivel de vida aceptable. Los indicadores que permiten tal medición pueden ser discutibles como los conceptos mismos, sin embargo, a pesar de toda crítica perfectible no podemos dejar de reconocer que la normalización lograda permite comparar las más disímiles circunstancias, tal de obtener lo que se ha denominado el IDH mundial.

El conocimiento se evalúa con una combinación que incluye la tasa de alfabetización de adultos con el nivel de matrícula a diferentes grados de educación. Acerca de la calidad y duración de la vida humana se le mide a través de la esperanza de vida al nacer. Y tal vez, el concepto más cuestionado, el nivel de vida aceptable, se mide considerando el Producto Interno Bruto (PIB) per cápita. Sobre este último concepto se tienen a veces otras alternativas de medición cuándo no se dispone de datos relativos al mismo. Por ejemplo, en Venezuela el Instituto Nacional de Estadística (INE) al no haber una medida del PIB en cada estado del país, usa como referencia el Ingreso Nacional Disponible (IND), el cual se obtiene a partir del año 2001 de un modelo de series de tiempo que toma como referencia el índice de precios Área Metropolitana de Caracas (IPC-AMC).

Las mediciones que dan el IDH de las Naciones Unidas tienen un retardo aproximado de dos años de duración y para nuestro país, luego del bajón del año 1999 cuando disminuyó de 0,77 en 1998, a 0,765 en 1999, producto fundamentalmente de la disminución del PIB que se recuperó luego en el año 2000, para alcanzar el mismo valor de 1998, más tarde aumentar en el año 2001 a 0,775 y llegar a 0,778 en el 2002, según el último y más reciente informe de las Naciones Unidas. [1]

No conocemos aún los valores del IDH para el 2003, pero no hay duda que sufrirán los embates de la caída del PIB durante el 2002 y el 2003, influenciados como bien sabemos y está suficientemente demostrado, dados los efectos de la ofensiva emprendida por la oposición desde diciembre de 2001, pasando por nada menos que un golpe de estado en abril del 2002, para luego rematar con el nefasto sabotaje petrolero que incidió duramente en el comportamiento del PIB de esos momentos.

El INE para suplir las carencias de los datos del PIB a nivel regional mide el IDH Nacional a través del Ingreso Nacional Disponible, como antes decíamos. Entre el PIB y el IND existen diferencias en términos relativos y absolutos. El IND muestra un mejoramiento desde 1998 hasta el 2001 para luego decaer en los años siguientes producto de las mismas razones antes mencionadas. Para el año 2004 aún sin los datos disponibles, dado que apenas ahora finalizó su primer semestre, el indicador IND seguramente ha comenzado a cambiar su tendencia para retomar la senda del mejoramiento de la calidad de vida.

Esto sin considerar el efecto no medido por el IDH del impacto directo e indirecto que tienen los programas sociales emprendidos por el gobierno nacional, particularmente al considerar las diferentes Misiones: Robinson I y II, Ribas, Sucre, Barrio Adentro, Identidad, Mercal y Vuelvan Caras. Todas ellas como acciones destinadas a cumplir con la estrategia de inclusión social que viene teniendo efectos positivos sobre la salud (larga y saludable vida), el conocimiento (educación en todos los niveles), y finalmente para lograr un status de vida decoroso y digno, el cual debería además incluir otros valores como la libertad, soberanía, participación y otros tantos que nos brinda la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. En esa línea deberán incluirse también nuevos elementos para reflejar dentro del IDH aspectos no considerados tales como los mencionados: la inclusión política, los principios de soberanía, libertad, participación social y conciencia del pueblo para definir su propio destino de manera independiente. Las mediciones del IDH dentro del programa de las Naciones Unidas han situado a Venezuela en el rango comprendido entre el lugar 61 y el 69, de un total de 175.

Dentro de los factores que pueden variar más en el corto plazo se encuentra precisamente el más criticado de todos, el relativo al PIB dado que aquellos vinculados con la salud y la educación tienen una variabilidad menor. En el caso de la Venezuela actual parecen romperse estos parámetros con la intensificación de una política social de impacto masivo. Y empeñados como se está de continuar esa estrategia social inclusiva sus efectos se notarán no solamente en el IDH que tiene comparación con el IDH Mundial, sino también en lo calculado por el INE para obtener el IDH Nacional. Se trata no hay duda de escenarios y exploraciones que darán una modificación en las tendencias dado el cambio de página que se viene observando en el aparato productivo venezolano, una vez que fueron superadas las consecuencias del ciclo político que intentó llevarse por delante al país en su conjunto durante el 2002 y el 2003.

[1Informe sobre el Desarrollo Humano 2004. ¨La libertad cultural en el mundo diverso de hoy¨. PNUD. 2004.