Es posible que el Hizb ut Tahrir tenga contactos con otros grupos, quizás se ha infiltrado en ellos, pero en mi criterio no es una organización centralizada; emplea métodos diferentes en lugares diferentes. En cualquier caso, están lejos de los extremistas que incitan a la Yihad y al asesinato. En Uzbekistán a menudo se considera a los musulmanes corrientes como si fueran miembros del Hizb ut Tahrir. Es muy difícil saber quiénes son esos extremistas y quiénes cometen los crímenes. En la región hay muchas organizaciones pequeñas desconocidas sobre las cuales sólo podemos suponer que estén vinculadas al Hizb ut Tahrir.
El califato ya existió en la historia del Islam. Hoy muchos comprenden que es imposible retornar a esa vieja versión del califato, cuando el Islam abarcaba inmensas regiones. Esa idea del califato está en contradicción con las ideologías nacionales, islámicas y de muchos otros tipos. Creo que el retorno a ese sueño del califato es una reacción ante la modernización que ha provocado la ideologización religiosa. Nos preguntamos quién sería el califa.
Salvo algunas excepciones, los países islámicos están dirigidos por regímenes autoritarios de izquierda o de derecha. La gente que sufre ese tipo de gobierno ve su salvación en la religión. Después de la revolución iraní, los países islámicos han sentido miedo y han tratado de fomentar un Islam oficial que les permita controlarlo. Es así como la islamización se ha convertido en fuerza política. El único medio de luchar contra ello consiste en dar una apertura al sistema político. En ese sentido, es significativo el ejemplo de Erdogan, que recorrió el camino desde la dirigencia de un partido islamista hasta el cargo de primer ministro. Gracias al papel que ha desempeñado, se analiza hoy la posibilidad de que su país, modernizado, ingrese en la Unión Europea.

Fuente
Gazeta (Rusia)

«В Узбекистане обычных мусульман часто принимают за экстремистов», por Shirin Hunter, Gazeta, 13 de mayo de 2005. Texto adaptado a partir de una entrevista.