Los que aprobaban el golpe se ocultaron o festejaron arrinconados sabiendo que si se manifestaban abiertamente llegaría hasta ellos el repudio. Las grandes mayorías se informaban guardando una esperanza: el golpe puede resultar frustrado. Algunas noticias apuntalaban esa esperanza, pero luego se disipan. El golpe triunfa. Allende ha muerto. Los militares fascistas fusilan y reprimen y se adueñan del gobierno y del país.

En las calles, en las casas, en los bares se discute, se amontonan opiniones: Todo resulta confuso. El que se ha arrimado a un grupo tratando de entender, generalmente se aleja decepcionado. Algunos siguieron despreocupados manteniendo la confusión, otros con el ánimo de llegar a ver claro nos acercamos a las noticias, pedimos opiniones, buscamos información... Allende quiso, al frente del gobierno de la Unidad Popular, proceder a cambios que permitieran iniciar la construcción de una sociedad socialista, hacerlo con la aplicación de leyes y medios legales en vigencia, respetando la pluralidad de partidos políticos, asegurando plenas garantías para todos los opositores, y dentro de la estructura constitucional impulsar cambios a esa misma Constitución.

Es decir, con el lenguaje de la calle, hacer una revolución pacífica y legal. En paz. A nadie le gusta la guerra. Construir el socialismo en paz, hacer que el pueblo logre su independencia de la dominación extranjera y que los medios de producción sean patrimonio suyo y no de unos pocos. En paz. Y uno siente que eso estaría bien. Desde la escuela primaria se nos ha enseñado y hablado que la voluntad popular se expresa en las urnas, y que es soberana.

Allende había llegado al gobierno por ese medio y reiteraba en toda oportunidad que seguiría respetándolo, y uno piensa que eso también estaría bien. Pero ahora está muerto, y miles de chilenos que lo habían elegido. ¿Cómo es la cosa entonces?

Muchos nos formulamos esta pregunta y tratamos de encontrar una respuesta. No fingimos total ignorancia: hemos leído, nos interesan muchos temas, nos dolieron muchas muertes, nos acercamos a lo ocurrido en Chile queriendo el socialismo. Esto sí. Partimos de esa base y esa convicción.

Queriendo una sociedad donde el hombre tenga la posibilidad de su realización total y plena, donde el producto del trabajo se revierta sobre sí y todos los hombres, donde hayan sido eliminados los opresores y usurpadores del esfuerzo humano.

Fragmento del capítulo 1 del libro "Chile: el revés de La Moneda".