El veredicto definitivo sobre las elecciones italianas del 10 y 11 de abril de 2006 fue hecho público el 19 de abril cuando el Tribunal Supremo rechazó las quejas de la coalición de Silvio Berlusconi sobre la validez del escrutinio. La coalición de centro-izquierda de Romano Prodi obtiene una mayoría de 63 escaños en la Cámara de Deputados y de solamente dos en el Senado. La decisión del Tribunal Supremo, teóricamente, viene a poner fin definitivamente a las acciones de la mayoría saliente para impugnar el resultado de las elecciones, un gran alivio para una prensa internacional que había tomado partido por el ex presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, contra el primer ministro saliente.

Antes de las elecciones, el gabinete de difusión de tribunas Project Syndicate, cercano a George Soros, dio la palabra a expertos económicos italianos muy críticos con relación a Silvio Berlusconi.
Fue Fernando Targetti, ex miembro del comité de finanzas del parlamento italiano y deputado de los demócratas de izquierda italianos quien tuvo la mayor difusión. Fue publicado por Der Standard (Austria), L’Orient le jour (Líbano), Korea Herald (Corea del Sur), El Tiempo (Colombia), Daily Times (Pakistán), Taipei Times (Taiwán), La Libre Belgique (Bélgica) y por otros que sin dudas se nos escapan. El autor denuncia la política económica del Cavaliere, su corrupción, mercantilismo, dominio de los medios de comunicación y las manipulaciones preelectorales organizadas por la coalición de «centro-derecha» de Silvio Berlusconi. Así, el autor va al compás de la mayor parte de los editorialistas de la prensa dominante que, unánimemente, critica al ex presidente del consejo italiano con respecto a estos aspectos.
Luigi Spaventa, ex ministro italiano del Tesoro y el Presupuesto también es difundido por Project Syndicate, pero sólo tiene derecho a una publicación en el Daily Times y en el Korea Herald. El autor se muestra crítico en cuanto a la política económica llevada a cabo por Italia en los últimos diez años, o sea, más o menos desde que no es ministro. Considera que uno de los principales errores del gobierno Berlusconi es no haber desregulado lo suficiente la economía italiana, la cual no fue lo suficientemente privatizada. Por consiguiente, compromete implícitamente al gobierno Prodi a practicar esta política.

Los medios atlantistas europeos dan prueba de una bella unanimidad para denunciar a Silvio Berlusconi, sin dudas porque, de forma muy evidente, se había convertido en la caricatura de un sistema político. Además, Prodi es un hombre apreciado en estos círculos.
Ex presidente de la Comisión Europea entre 1999 y 2004, ¿no se encontraba ya en el cargo cuado se negociaron y firmaron los acuerdos de cooperación entre la unión Europea y Washington sobre la «guerra contra el terrorismo»? ¿No fue también él quien presidió la comisión que redactó y aceptó la «directiva Bolkestein»?
Prodi no puede aparecer como un obstáculo para la reforma del funcionamiento de la economía europea y su adaptación al modelo anglosajón deseado por las élites mediáticas europeas, más aún cuando no es un adversario de los lazos transatlánticos. Sin embargo, en la actualidad, para la izquierda atlantista, esta dimensión debe ser enmascarada en nombre de la celebración de la derrota de Silvio Berlusconi, asociado al aborrecimiento a la figura de George W. Bush que siente una gran parte de la población europea.

El ex ministro socialista francés de Salud y ex administrador de la ONU en Kosovo, Bernard Kouchner, ve un motivo de esperanza en la victoria de Romano Prodi. Viéndose como el elemento alrededor del cual puede reunirse la izquierda francesa, llama a la adopción del modelo italiano para construir el programa de izquierda y designar a quien podría ser un candidato único para las elecciones presidenciales de 2007. Así, se aparta de un programa concreto y enmascara los elementos más molestos en Romano Prodi ante sus electores potenciales. Extrañamente, este gran llamado al pueblo de izquierda francés para recurrir al modelo italiano se publica en el conservador Le Figaro.

A priori, Romano Prodi no tiene nada de preocupante para Washington. Sin embargo, eso no quiere decir que la derrota del aliado Silvio Berlusconi sea una buena noticia para los halcones en Estados Unidos. En efecto, por su acción en el pasado, nada hace pensar en una real voluntad de independencia del nuevo primer ministro italiano. Sin embargo, Prodi también ha defendido su idea de reactivar el proyecto europeo gracias a la constitución de un núcleo duro que reúna a Italia, Alemania, Francia, Bélgica, Luxemburgo y España. Prodi ha expresado también su deseo de que estos países desarrollen una política de defensa, de manera que sin dudas busca un reequilibrio de las posiciones italianas, tan a favor de Estados Unidos que llegaron a ser caricaturescas bajo la dirección de su predecesor. Por otro lado, debido al estrecho margen de su victoria, Romano Prodi depende de movimientos tales como la Refundación Comunista, muy deseoso de alejarse Washington.

En este contexto, el periodista neoconservador e investigador en el American Entreprise Institute, Michael A. Ledeen, se expresa sobre las elecciones italianas en el Wall Street Journal en un texto implícitamente cargado de amenazas. Ledeen muestra su satisfacción por el débil margen de maniobra de Prodi debido a su apretada victoria. Recuerda que en la coalición de Prodi existen partidos que apoyan una política neoconservadora, designa a los Verdes y a los radicales italianos, y otros que no la apoyan. El autor insiste en que Prodi podría fácilmente perder su mayoría y exige que el ministro italiano de Relaciones Exteriores sea una personalidad apreciada por los Estados Unidos. Exige por otra parte que la nominación de este «amigo de América» sea inmediata e incluso antes de la designación del resto del gobierno. En una palabra, Ledeen exige pruebas por parte del gobierno Prodi. Finalmente, concluye que un conteo de las boletas en litigio podría permitir una inesperada victoria de Silvio Berlusconi, una hipótesis ahora excluida por el Tribunal Spremo italiano, pero que en el momento de la publicación podía ser creíble.
El tono amenazador de Ledeen o sus exigencias pueden parecer irrisorios. Después de todo, ¿qué peso tiene un periodista estadounidense en las decisiones alrededor de los nombramientos en un gobierno surgido de una mayoría recién electa? Sin embargo, este editorial no debe tomarse a la ligera. Michael Ledeen fue, durante los «años de plomo» en Italia, un hombre clave de la red oculta de la Alianza Atlántica en Europa. En los años 70, era consultor de los servicios secretos italianos y del comandante supremo de la OTAN. Vinculado a unos y otros, era miembro de la logia masónica Propaganda Debida, más conocida como P2, que fomentó diversos atentados falsamente imputados a la extrema izquierda y vaciló en perpetrar un golpe de Estado para impedir la participación de los comunistas en el gobierno. En esta logia, en al misma época, se encontraba cierto Silvio Berlusconi así como varios responsables de los servicios de inteligencia italianos. A finales de los años 70, regresó a los Estados Unidos para dirigir el Jewish Institute for National Security Affairs (JINSA), organización que sirvió de vínculo entre el Tsahal y el Pentágono y en cuyo consejo de administración se encontraban Dick Cheney o Richard Perle. El artículo de Michael Ledeen proviene así de un individuo cercano a los clanes en el poder en los Estados Unidos y que en el pasado participó en la organización de una desestabilización terrorista de Italia, de ahí que no deba tomarse a la ligera y que el nombramiento del próximo ministro italiano de Relaciones Exteriores deba seguirse con gran atención.

El analista italiano del Center For Strategic & International Studies, Raffaello Pantucci, también partidario de una estrecha alianza italo-estadounidense, se muestra menos amenazador en el Boston Globe y seguro de que Italia permanecerá cercana a los Estados Unidos. Así, afirma, sin mostrarse muy preciso, que Silvio Berlusconi no era un aliado estable y que hacía largo tiempo que, de ambos lados del Atlántico, se había preparado la eventualidad de su derrota. De esta forma, el investigador considera natural que el gobierno Prodi permanezca vinculado a Estados Unidos, al menos si Romano Prodi mantiene su mayoría. El autor afirma que el gobierno Prodi retirará sus tropas de Irak, pero, en compensación, desplegará en el país servicios civiles que colaboren con las tropas de ocupación.

Recordemos que Prodi no brilló por su coraje cuando Michael Ledeen y sus amigos desestabilizaron Italia. Tomó la iniciativa de informar a la policía el lugar de detención de su predecesor Aldo Moro, pero se negó a revelar la fuente de su información, afirmando que provenía de los sueños de una clarividente. Esta información, proveniente de una fuente no creíble, no fue verificada por la policía, sin embargo era exacta y Aldo Moro fue asesinado por sus secuestradores.

Por su parte, la prensa árabe trata de comprender el voto italiano y parece apasionarse por el principio de las grandes coaliciones.
Así, Alhayat reproduce un artículo del periodista italiano Massimo Giannini, ya publicado en La Repubblica, sobre la opción de una coalición que asocie Forza Italia a los partidos de centro-izquierda. Para el autor, esta propuesta no tiene sentido y constituye la última maniobra berlusconiana para traicionar el sentido del escrutinio y conservar una influencia en el poder.
La posibilidad de una gran coalición está hoy excluida. Sin embargo, en un editorial publicado al día siguiente del escrutinio, era la hipótesis favorecida por la redacción del periódico Asharq Al Awsat. El diario en lengua árabe se interroga sobre esos europeos que ya no parecen poder escoger entre los partidos, como si ninguno les conviniera. Comparando los casos italiano y alemán, aunque poco comparables en términos de participación, predecían, sin razón, la constitución de una gran coalición.