Ese era Gregorio Selser, un periodista cabal, documentado, pero sobre todo un gestor popular, un educador de masas. Con sus libros, sus ensayos, sus escritos, toda una generación aprendió a conocer la América Latina irredenta, la que no figura en los textos escolares ni en los discursos oficiales pero que sabe de luchas.

La trágica muerte de Gregorio Selser arrebata a uno de los mejores intelectuales del continente. Sobre su compromiso quedan sus testimonios escritos que son muchos, pero fundamentalmente será su ejemplo ético -como escrito, militante y hombre- lo que perdurará.

Con él aprendimos a conocer el drama guatemalteco de 1954, la Victorio revolucionaria de los cubanos, la invasión a la República Dominicana en 1965, las intervenciones norteamericanas en América Latina, el “onganiato” -obra insoslayable para conocer la naturaleza de las dictaduras castrenses-, la vida de Augusto Cesar Sandino, y muchos otros, casi infinitos temas.

Su pluma desfiló por “La Vanguardia”, “Marcha” de Montevideo, “Propósitos”, “Conducta”, “Argentina inédita”, “Situación”, “Che” y por la mejor prensa de América Latina y de otras latitudes.

En estos días se ha hablado, lo han expresado periodistas amigos y de los otros, que Selser era poseedor de un formidable archivo de documentos.

En realidad no se trató de un bibliófilo ni de un archivero ganado por la manía documentalista. Para él eso era sólo un instrumento de trabajo, un medio idóneo para dar rienda suelta a su conciencia libre de toda atadura.

Incorruptible, en esta época donde toda clase de flaquezas parece apoderarse de no pocos intelectuales, la vida y la obra de Gregorio fueron y son un ejemplo del militante cultural y social. En ese ejemplo se miraran las nuevas generaciones. Coloco una rosa roja en su recuerdo, una rosa roja que estamos seguros, germinará.

# Nota publicada en el diario “Madres de Plaza de Mayo” en setiembre de 1991 reproducida en Argenpress.Info (http://www.argenpress.info/nota.asp?num=032583)