Tercer resumen

¿Qué les diría usted a aquellos que, hasta siendo en principio amigos de Cuba, ante críticas contra la Revolución dudan de ustedes o finalmente los condenan?

Lo que yo les diría a muchos de los que dudan, o nos condenan porque tengas determinadas ideas, es que mediten cómo este pequeño país ha podido resistir casi medio siglo las embestidas de la más poderosa potencia. Eso no se puede lograr sino sobre la base de principios, sobre la base de las ideas, sobre la base de la ética. Es la única manera.

Nosotros creemos en el hombre, en el ser humano, en su capacidad de adquirir una ética, una conciencia, en su capacidad de hacer grandes sacrificios... Incluso lo ha hecho por malas causas, porque a la Primera Guerra Mundial, por ejemplo, uno ve los campos de batalla de Marne, de Verdún y todo, y hasta los obreros se fueron a luchar porque el himno francés, que es verdaderamente bello, y la bandera francesa, la historia, el escudo, por los símbolos han ido a morir en masa los hombres, por símbolos, creyendo que eran algo bello y digno por lo cual dar la vida, y estaban defendiendo los intereses de los imperios, de los grandes capitalistas, de las grandes potencias coloniales en África, Asia.

Uno ha visto morir a lo largo de la historia a los hombres por decoro, por valores a los que es capaz de apreciar. Alguien se los inculcó. Incúlquense los mejores valores desde el punto de vista humano, desde el punto de vista de la justicia, de la fraternidad. De la Revolución francesa me gusta mucho aquella idea: “Libertad, igualdad, fraternidad”. Y que fue una prédica.

Hoy, en este mundo, no se puede hablar de ninguna de las tres, ni de la libertad, después que vemos todo lo que ocurre en otras partes, allí en Naciones Unidas, en el Consejo de Seguridad, en la forma en que Estados Unidos gobierna. De igualdad es imposible hablar, ni entre los hombres, ni entre las naciones. Y de fraternidad es muy difícil hablar, es muy difícil que impere la fraternidad en el mundo. Sin embrago, la libertad, la igualdad y la fraternidad imperarán porque están surgiendo los brotes en todas partes de esos sentimientos.

Por eso yo decía que el papel de los intelectuales es muy importante, porque sólo gente con un nivel intelectual, que nosotros llamamos trabajadores intelectuales, el profesor, todos esos que por Internet organizan movimientos fuertes y poderosos, como la protesta antes de la guerra de Irak, surgida del Foro Social Mundial de Porto Alegre, como la protesta de Seattle y en otros muchos lugares, que ya atemorizan a los amos del mundo.

Tengo la convicción, ya le dije, de que en Estados Unidos nunca podría establecerse un régimen de tipo fascista, porque hay tradiciones, hay valores éticos, hay instituciones... Por lo general, el norteamericano cuando hace algo cree que está haciendo una cosa bien hecha; por eso algunos gobernantes tratan de engañarlo primero. Pero, desde luego, es muy difícil para un intelectual, aún en esta guerra de Irak que obligó a muchos ciudadanos norteamericanos a votar el vino francés, lo cual era una tontería. Si dijeran que se lo están tomando, pero, para despreciar el vino francés, ¿botarlo? Ahora, fíjese, qué extremo... Se dan esas cosas, es odio, reafirman odios, prejuicios.

Nosotros nos consideramos afortunados por haber tenido conciencia de que ésas no son armas políticas. Hay armas políticas y, además, tenemos la experiencia probada de que el empleo de los principios es la principal arma política posible.

Cuba ha inscrito en la Constitución recientemente que el socialismo es una opción...

Es de carácter irrevocable.

¿Usted cree que inscribirlo en la Constitución es una garantía suficiente para mantener el socialismo en Cuba para siempre?

No. Tiene una razón de ser eso. Es que el 20 de mayo de 2002, el señor Bush le exigió a Cuba que cambiara de sistema social y político, que estableciéramos el capitalismo aquí, la democracia estilo Nicaragua u otros países que no tengo la necesidad de mencionar. Y hubo una respuesta. Duró dos meses el movimiento de masas, se hicieron manifestaciones de masas, y surgió una proposición a la Asamblea Nacional, de la que ya le hablé, suscrita por ocho millones y tantas firmas, firmas de verdad, porque excepto alguien que pueda tener un problema en el brazo o en la vista... ¡firmas! Y con protestas en muchos lugares porque el que no estaba en el área de su circunscripción no podía firmar. Todo el santiaguero, por ejemplo, que estuviera fuera de su ciudad en aquel momento no podía firmar; entonces hubo broncas, cantidades de gente: “Yo quiero firmar”, porque, para la elección de diputados nacionales, sí lo pueden hacer.

Para esta firma había una bronca –todo fue en cuatro días- porque la gente no entendía por qué no los dejaban firmar. Podía ser un embajador, porque estaba en el país de destino, éste estaba trabajando, aquél estaba de visita; ni se sabe cuántos cientos de miles de firmas dejaron de recogerse porque las personas no estaban en su lugar de residencia.

Entonces, le voy a terminar de explicar. Como se nos exigió de instaurar el capitalismo, dimos una gran batalla; por primera vez se reunieron todos los representantes de las organizaciones de masas, discutieron una por una todas las respuestas, y esos millones de firmas lo apoyaron unánimemente. Uno se pregunta, pero ¿cómo puede ser irrevocable?

Todo es revocable. En nuestra Constitución habíamos establecido de qué manera la Asamblea Nacional puede modificar la Constitución, con una facultad constitucional podía acordar una modificación casi sin restricciones. Entonces decidimos restarle a la Asamblea Nacional el poder, quitarle el poder de modificar la Constitución para cambiar el sistema, y por eso se declara irrevocable el carácter socialista de la Revolución. ¿Qué significa esto?, que para revocar el carácter socialista hay que hacer una revolución, mejor dicho, una contrarrevolución. Es decir, hay que hacerla y no es muy fácil hacerla con todo el pueblo educado y unido. Eso adquirió más bien el carácter de una respuesta digna de lo que, desde Estados Unidos, nos exigía Bush. Entonces, ha quedado así.

Incluso, pueden tomar el gobierno de la República legalmente los enemigos de la Revolución, les queda una cláusula teórica, que vayan a la Asamblea y que sean mayoría; si postulan a los delegados de circunscripción, si tuvieran mayoría, votan por ellos, y sencillamente –fíjese-, mediante la vía electoral podrían tomar el poder, y desde el poder hacer una contrarrevolución, por vías legales. Ha ocurrido. Y entonces, hacer lo mismo, recoger equis millones de firmas, que jamás podrán, y declararlo por decreto, revocar por decreto el socialismo.

Yo digo una contrarrevolución, porque tendrían que tomar el poder para lograr eso, y esto no quiere decir por la fuerza; pueden, perfectamente, según nuestro sistema electoral, tomar el poder por los mecanismos legales que existen hoy en el país y que rigen nuestro proceso electoral. Cuando lo pusimos así, irrevocable, es irrevocable. Quiere decir que la Asamblea Constituyente no puede revocarlo. Ésa es la modificación de la Constitución.

Ahora, ellos podrían modificarlo con una revolución. Toman el poder, y es un camino un poquito más largo, tan difícil el uno como el otro, pero toma un camino más largo.

¿Ve usted con optimismo el futuro de la sociedad cubana?

Le puedo decir una cosa, nosotros somos optimistas, sabemos qué destino podemos tener, un destino muy duro, pero muy heroico y muy glorioso. Esta pueblo jamás será vencido, es lo que uno puede decir. Este pueblo alcanzará niveles de conocimientos y de cultura promedios que estarán, como en una carrera de maratón, varias pistas por delante de cualquier pueblo del mundo que lo siga detrás, lo digo sin chovinismo. Detesto el chovinismo, más bien me gusta la crítica, y constantemente, cada vez que hablo de lo que hemos hecho, expreso la vergüenza por no haber hecho más; cada vez que utilizamos cosas que hemos descubierto, expreso la vergüenza de que no hayamos descubierto antes; cada vez que aprovechamos nuevas posibilidades, confieso la tristeza de no haber podido tener esas experiencias antes. Ahora, por lo menos, experiencia hemos creado.

Mire, ésta es una sociedad cada vez más culta, cada vez con mayores conocimientos, que hoy avanza a ritmo acelerado, a un ritmo muy acelerado, más que nunca, hacia la multiplicación de sus conocimientos en todos los terrenos: filosóficos, políticos, históricos, científicos, artísticos… Todo avanza, porque en los últimos tiempos hemos podido adquirir conciencia de las posibilidades de los medios técnicos modernos para multiplicar los conocimientos.

Yo cito el ejemplo de enseñar a leer y a escribir por radio, o los programas de enseñar a leer y a escribir, digamos, por televisión, o el ejemplo de los paneles solares para llevar electricidad segura, que jamás se interrumpe, a cualquier rincón o rinconcito de los campos, de modo que, con muy bajos gastos, uno pueda llevar esos conocimientos, esa cultura, ese saber, y la televisión la puede llevar a cualquier parte.

La ignorancia es cómplice muchos males. Los conocimientos deben ser el aliado fundamental de unos pueblos que aspiran, a pesar de tantas tragedias y problemas, a emanciparse de verdad, a construir un mundo mejor. Le cito estos ejemplos, pero las posibilidades que hemos descubierto van mucho más allá de lo que la gente se imagina, está en nuestras manos, en un pueblo unido.