Vaya contradicción si la hay: podemos ver los cuerpos de niños inocentes extraídos de unos escombros que, a miles de kilómetros, nos convencen que lo malo siempre sucede del lado de afuera, pero de ninguna manera advertir sobre el drama cotidiano que la carencia de un plato de comida, de empleo o educación, depara al vecino a un par de cuadras de casa, imposibilitados de componer una realidad común, de organizar nuestras broncas o de ensayar una salida compartida.
Y es que la comunicación entre iguales organiza. Lejos de la concentración que nos obliga a poner la ñata contra el vidrio para mirar un mundo ancho y ajeno, programándonos para envidiar o tratar de imitar el consumo de los que consumen desde otra billetera y que, con sus poderosos mecanismos de manipulación, pretenden transformarnos en espectadores afirmativos y complacientes con la realidad que construyen sólo para ellos.
Por ello es tan importante toda presión que, sobre los municipios, contribuya a la supervivencia de los medios zonales y regionales. Por ello es tan importante esta iniciativa de la UTPBA.
Porque la comunicación entre iguales construye realidades, problemáticas y soluciones comunes; cooperan a organizar la bronca y evita nuestra “programación” a meros espectadores porque así, el acto comunicativo, lo construimos entre todos.
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