Hay muchos puntos oscuros en el conflicto ruso-georgiano, pero algunos están claros. Georgia atacó a Osetia del Sur y prácticamente destruyó la capital, Tsjinvali. Zonas residenciales, la universidad y los hospitales, fueron barridos; el resultado: 1500 civiles osetios muertos, según fuentes rusas y occidentales.

La respuesta rusa fue aplastante y también eso está claro. Lo oscuro es por qué Tiflis, amiguísima de la Casa Blanca y viceversa, emprendió una aventura condenada al fracaso de antemano.

Georgia es una avanzada militar de EE.UU. y la OTAN, en la frontera con Rusia, y no se encuentra lejos del conflicto que arde en Asia Central. Además, Osetia del Sur es la encrucijada de oleoductos y gasoductos estratégicos para Occidente. En abril pasado, W. Bush apoyó en todos los tonos el pedido de Georgia de ingresar en la OTAN, no sin cierta inquietud de los europeos. No obstante, la OTAN prometió enviar asesores militares en diciembre próximo. Se adelantó el Pentágono: en julio instaló más de mil marines y soldados en la base militar georgiana de Vaziani, en la frontera con Osetia del Sur, para adiestrar a las tropas georgianas en misiones de combate. Efectivos estadounidenses –1200– y georgianos –800– efectuaron maniobras conjuntas a mediados de julio en un operativo bautizado “Respuesta inmediata”. El ataque fue en agosto. Rara coincidencia, ¿verdad?

Georgia incrementó notoriamente su capacidad militar en el 2007. El Ministerio de Defensa de la Federación Rusa acertó en el documento titulado “Sobre la ayuda militar a Georgia de otros países”, que Tiflis había recibido “206 tanques, de los que 175 fueron proporcionados por los estados de la OTAN, 186 vehículos blindados (126 de la OTAN), 79 cañones (67 de la OTAN), 15 helicópteros (12 de la OTAN), 70 morteros, diez sistemas de misiles tierra-aire, ocho aviones de reconocimiento sin piloto de Israel y otras armas”.

No es difícil colegir que la acción fue preparada y coordinada por militares estadounidenses y otaneros, a pesar de que Georgia no forma parte de la OTAN, oficialmente. De hecho, en abril de 1999 se acordó, apenas finalizada la guerra en Yugoslavia, una alianza militar con la OTAN; desde entonces Tiflis ha recibido un incesante flujo de armas de técnica avanzada. Este acuerdo sirve para proteger los intereses de los gigantes petroleros en Medio Oriente y Asia Central.

¿Qué habría perseguido EE.UU. al alentar al ataque georgiano, sabiendo cómo reaccionaría Rusia y que no tendría futuro? ¿Fue un “juego de guerra”, como sus militares acostumbran a planear? ¿Busca Occidente crear un duro enfrentamiento, no necesariamente militar por ahora, con Rusia?

Este es el incidente más grave que los enfrenta desde la crisis de los misiles en Cuba de 1962. Moscú declaró que sus barcos de guerra no bloquearán los buques-tanque petroleros que parten del puerto georgiano de Poti en el Mar Negro, pero que se reserva el derecho de registrar todas las naves que van y vienen para impedir que Tiflis reciba armamento por mar. Los rusos hundieron ya una embarcación georgiana dotada de misiles que pretendía atacarlos (www.counterpunch.org, 12-8-08). Esto recién comienza.