Señor Presidente,‎
señoras y señores del gobierno,‎
señoras y señores parlementarios,‎

El momento es grave, Francia está en peligro, varios peligros mortales se ciernen sobre ella. Nosotros, ‎que aunque retirados seguimos siendo soldados de Francia, no podemos, en las actuales ‎circunstancias, mantenernos indiferentes al destino de nuestro bello país. ‎

Nuestra banderas tricolores no son simplemente un pedazo de tela, simbolizan la tradición, ‎a través de las épocas, de quienes, sin importar sus confesiones o el color de su piel, sirvieron ‎a Francia y dieron su vida por ella. En esas banderas, hallamos escritas con letras doradas ‎las palabras «Honor y Patria». Nuestro honor se expresa hoy en la denuncia de la ‎desintegración que afecta a nuestra patria.

 Desintegración que, a través de cierto antirracismo, se presenta con un solo objetivo: crear en ‎nuestro suelo un malestar, incluso un odio entre las comunidades. Hoy, algunos hablan de ‎racialismo, de indigenismo y de teorías descoloniales, pero a través de esos términos es la guerra ‎racial lo que quieren esos partidarios fanáticos y llenos de odio. Desprecian nuestro país, sus ‎tradiciones, su cultura y quieren verlo disolverse arrancándole su pasado y su historia. Así ‎arremeten, a través de estatuas, contra antiguas glorias militares y civiles con el análisis de ‎discursos que ya tienen siglos.

 Desintegración que, con el islamismo y las hordas de la periferia, provoca la separación de ‎múltiples parcelas de la nación para convertirlas en territorios sometidos a dogmas contrarios a ‎nuestra Constitución. Sin embargo, cada francés, sea cual sea su creencia o su no creencia, está ‎en su hogar en cualquier lugar de Francia; no puede ni debe existir ninguna ciudad, ningún barrio ‎donde no se apliquen las leyes de la República.

 Desintegración porque el odio está superando a la fraternidad en manifestaciones donde ‎el poder utiliza las fuerzas del orden como milicias y como chivos expiatorios frente a franceses con ‎chalecos amarillos que expresan las causas de su desesperación. Eso sucede mientras que ‎individuos infiltrados y encapuchados saquean comercios y amenazan a esas mismas fuerzas del ‎orden. Sin embargo, estas últimas no hacen más que aplicar las directivas, a veces ‎contradictorias, que les imparten ustedes, los gobernantes. ‎

Crecen los peligros, la violencia se incrementa día a día. ¿Quién habría podido predecir hace ‎‎10 años que un día un profesor sería decapitado a la salida de su escuela? Nosotros, servidores ‎de la Nación, que siempre hemos estado dispuestos a arriesgar el pellejo en aras de nuestro ‎compromiso –como lo exigía nuestra condición de militares– no podemos, ante tales actos, ser ‎espectadores pasivos. ‎

Al mismo tiempo, quienes dirigen nuestro país tienen imperativamente que hallar el coraje ‎necesario para la erradicación de esos peligros. Para ello a menudo basta con aplicar sin flaquear ‎leyes que ya existen. No olviden ustedes que, como nosotros, una gran mayoría de nuestros ‎conciudadanos siente exasperación ante las vacilaciones y los silencios culpables de ustedes. ‎

Como decía el cardenal Mercier, Primado de Bélgica: «Cuando la prudencia está en todas partes, ‎el coraje no está en ninguna parte.» Entonces, señoras y señores, basta de dilaciones, ‎el momento es grave, el trabajo es colosal; no pierdan ustedes tiempo y sepan que estamos ‎dispuestos a respaldar las políticas que tengan en cuenta la salvaguardia de la nación. ‎

En cambio, si nada se hace, el laxismo seguirá extendiéndose inexorablemente en la sociedad, ‎provocando al final una explosión y la intervención de nuestros camaradas activos en una ‎peligrosa misión de protección de nuestros valores civilizacionales y de salvaguarda de nuestros ‎compatriotas en el territorio nacional. ‎

Como puede verse, ya no es tiempo de charlas estériles, si no la guerra civil pondrá fin mañana a ‎este caos creciente y los muertos, de los que ustedes serán responsables, se contarán por miles. ‎

Generales firmantes:

  • General de Cuerpo de Ejército Christian PIQUEMAL (Legión Extranjera); ‎
  • ‎General de Cuerpo de Ejército Gilles BARRIE (Infantería); ‎
  • ‎General de División François GAUBERT, ex Gobernador militar de la ciudad de Lille;‎
  • ‎General de División Emmanuel de RICHOUFFTZ (Infantería);‎
  • ‎General de División Michel JOSLIN DE NORAY (Tropas de Marina);‎
  • ‎General de Brigada André COUSTOU (Infantería);‎
  • ‎General de Brigada Philippe DESROUSSEAUX de MEDRANO (Tren), ‎
  • ‎General de Brigada Aérea Antoine MARTINEZ (Fuerza Aérea);‎
  • ‎General de Brigada Aérea Daniel GROSMAIRE (Fuerza Aérea);‎
  • ‎General de Brigada Robert JEANNEROD (Caballería);‎
  • ‎General de Brigada Pierre Dominique AIGUEPERSE (Infantería); ‎
  • ‎General de Brigada Roland DUBOIS (Transmisiones); ‎
  • ‎General de Brigada Dominique DELAWARDE (Infantería);‎
  • ‎General de Brigada Jean Claude GROLIER (Artillería);‎
  • ‎General de Brigada Norbert de CACQUERAY (Dirección General del Armamento); ‎
  • ‎General de Brigada Roger PRIGENT (Aviación Ligera del Ejército Terrestre, ALAT);‎
  • ‎General de Brigada Alfred LEBRETON (Administración del Ejército Terrestre, CAT);‎
  • ‎General Médico Guy DURAND (Servicio de Salud de las fuerzas armadas); ‎
  • ‎Contraalmirante Gérard BALASTRE (Marina Nacional).‎