Votar o botar. Al parecer sólo es una cuestión de verbo; pero ya las Sagradas Escrituras nos previenen que en el principio era el verbo. Así que ojo, hay que andar con cuidado.

Muchos se estarán preguntando ¿por quién votar en estas elecciones? Pero ¿por qué no preguntarnos a quién botar en estas elecciones? ¿Acaso el acto de botar no es también un derecho democrático? ¿En eso de botar no hay también una elección consciente y consecuente compañeros? Lo ideal sería que no bote su voto, pero que con su voto bote. ¿Ven como el juego democrático también es cuestión de verbo?

Botemos pues en democracia. Botemos a los que nos botaron a la hora de repartir la torta. Botemos la torta más, para que no queden huellas. Botemos hasta el cansancio. Dos veces si es preciso. Las oportunidades no se regalan. El futuro es nuestro.

¿Está cansado de los eternos palaciegos? ¿De los ciegos del alma que deshacen nuestro destino? ¿De los que aprueban leyes, nudos ciegos que acogotan nuestras gargantas? ¿De los que ahorcan nuestras esperanzas? ¿De los que engordan con nuestra pobreza? ¿Está cansado, en fin, de los que negocian a su nombre? ¿De los que «tan sólo nos nombran para lavarse las manos»? Entonces vote y bote, todos al bote pues.

Botemos a Sánchez Berzaín eficaz represor. Botemos a Manfred Reyes Villa que se hace al lindo habiendo estudiado en la escuela de los represores. Botemos a MacLean que nos quiere imponer pena de muerte. Botemos a Calvo y sus empresarios que se farreraron millones y que perdieron al país en una rifa. A la Superintendencia de Bancos que es incapaz de atender las justas demandas de los prestatarios. Botemos a Gonzalo Sánchez de Lozada que capitalizó hasta nuestras conciencias. Botemos a los que en este mismo momento están entregando nuestro gas. Botemos a la Corte Electoral que está al servicio de los antes mencionados. Botemos a la iglesia y sus curas violadores. Botemos al «Pichicho» Borja, por jugar a perdedor. Botemos a Costa Obregón, por inútil.

Hay que saber las maduras para comérselas. Y creo que ya todos nos sabemos cuáles, de maduros, ya huelen a podrido. Y también de los que ofreciendo cambio (positivo o negativo, eso depende de hasta dónde uno se trague el cuento) van a implantar la misma podredumbre.

Ahora que es cuando, ahora que somos más, botémoslos de una vez. Pero ya tratándose de votar, mi voto es por Evo.