Evo Morales está fortaleciendo la posición de equilibrio geopolítico de Bolivia, como eje de la integración suramericana y de un ambicioso proyecto energético continental que encabeza Brasil y ha captado el interés global y de Washington

La decisión de Brasilia de mejorar el precio por el gas boliviano que alimentará principalmente la rica floresta pantanosa del Matto Grosso, es un punto más en el liderato regional del presidente Lula da Silva y un premio a la constancia negociadora del presidente boliviano.

Brasil y Bolivia serán la columna vertebral de un formidable proyecto energético que, además del gas, contempla la fuerza hidroeléctrica y el combustible agropecuario, como el etanol de caña de azúcar. Venezuela es el otro polo de este escenario energético continental que está despertando el interés de los poderes de Washington y de la propia industria automovilística norteamericana. Pero este ambicioso plan energético es poco menos que "marca registrada" de los presidentes Chávez, Lula y Morales y un "arma de progreso masivo’ para todo el continente suramericano.

Despreciado por sectores sociales que hasta ahora detentaban el poder, el presidente Morales está colocando a Bolivia como un país fundamental del continente. Y ahora baila políticamente como figura central de esta coreografía brasilera en un carnaval de ideas positivas sobre energía en la cual entrará a danzar, dando saltitos, el presidente Bush en su anunciada visita a Brasil y otras naciones del vecindario.

Pese a su retórica clásicamente antimperialista, producto de erráticos consejeros de su frágil entorno y en el escenario internacional, Evo se dirige a entenderse con Washington, de la manito de Lula y Bachelet, la presidenta chilena que se perfila como comprensiva aliada del indio-presidente./BIP.