Esos mismos días se cumplen cinco años desde la constitución del Consejo Rusia-OTAN. Ambas fechas dan un serio motivo para analizar una vía nada fácil que recorrieron las partes durante el período mencionado y reflexionar sobre las perspectivas de su cooperación, si es que tales perspectivas realmente existen.

No vamos a apresurarnos con las conclusiones, aunque no hay muchos motivos para sentirnos optimistas. Al usar de la palabra en invierno pasado en la cumbre Rusia-OTAN (Oslo), el entonces primer vicepresidente del Gobierno y ministro de Defensa, Serguei Ivanov, acusó a Bruselas de engaño. "Durante la primera etapa de ampliación de la OTAN nos prometieron bajo juramento que en el territorio de los nuevos miembros no se emplazará ninguna infraestructura militar de la OTAN. Pero nos engañaron. No acabamos de comprender para qué las estructuras militares de la OTAN se acercan a nuestras fronteras. ¿Acaso amenazamos a alguien?", preguntó con extrañeza el jefe del departamento militar ruso.

Lo mismo planteó el presidente de Rusia durante la rueda de prensa al término de las negociaciones con el presidente de Grecia, cuando sometió a críticas las acciones de los miembros de la OTAN. "Cuando los norteamericanos se retiraron del Tratado de Defensa Antimisiles, les advertimos de inmediato que adoptaríamos contramedidas para mantener el equilibrio estratégico en el mundo. Les advertimos que nuestra respuesta sería asimétrica", dijo el Jefe del Estado ruso, explicando la necesidad de realizar los recientes ensayos del misil estratégico RS-24 con ojivas de reentrada múltiple, lanzados desde la plataforma móvil Topol-M y del misil de crucero R-500 lanzado desde la plataforma móvil Iskander.

"No hemos sido nosotros los promotores de una nueva carrera de armamentos", subrayó el primer mandatario ruso al abordar el cumplimiento del Tratado de las Fuerzas Armadas Convencionales (FACE) por la OTAN. "Una nueva base militar en Bulgaria, otra más en Rumania. Antimisiles en Polonia y radar en la República Checa.
Y nosotros, ¿qué? Es que no podemos observar a título unilateral los acuerdos vigentes. Nosotros les dijimos: o Ustedes ratifican y cumplen el Tratado FACE o nosotros lo abandonamos. Por lo visto, esto no es de agrado para algunos. No se debe temer estas acciones de Rusia, no son agresivas. No son otra cosa que una respuesta a las acciones unilaterales bastantes duras emprendidas por la otra parte", expresó Putin.

Altos cargos de la OTAN no tardaron en reaccionar a sus palabras y manifestar que no les preocupan en absoluto los ensayos de misiles realizados por Rusia y que consideran a este país como socio de la alianza". Pero al propio tiempo acotaron que sí les preocupaba la fraseología sobre los malos Estados Unidos, la mala Polonia y las afirmaciones de que los aliados de la OTAN amenazan a la seguridad de Rusia. No podemos estar conformes con tales apreciaciones que no tienen nada que ver con la realidad"...

Lamentablemente, la realidad es tal como la presentan los dirigentes rusos quienes se basan en hechos y no en emociones. El Acta Fundacional reza que la Alianza Noratlántica asume la responsabilidad de no emplazar considerables contingentes ni crear infraestructuras militares en las fronteras con Rusia, pero el Pentágono instala en Bulgaria y Rumania bases militares, a cada una de las cuales planea enviar 5 mil efectivos.

Cuando Moscú le indica a Bruselas la infracción de los acuerdos de París, en la sede de la alianza alegan a que se trata de asuntos internos, privados, de tres miembros soberanos de la OTAN: EEUU, Rumania y Bulgaria, mientras la propia alianza no tiene nada que ver con ello. Es una postura bastante extraña, pues la OTAN se quita la responsabilidad por la infracción de los compromisos asumidos por sus miembros.

Lo mismo sucede también con la no adhesión al Tratado FACE de Lituania, Letonia y Estonia (países miembros de la OTAN); con los intentos de EEUU de emplazar elementos de su defensa antimisiles en Polonia y la República Checa. Cuando a la OTAN le resulta conveniente, sus dirigentes no tardan en esgrimir el principio: "Uno por todos, todos por uno" (valga como ejemplo el caso de Estonia, en cuya defensa se alzó Bruselas, pese a la cínica decisión de los dirigentes estonios de exhumar los restos de los soldados soviéticos que habían combatido contra los nazis). Pero cuando la situación no les promete ningunas ventajes, echan por tierra este principio.

Para ilustrarlo podemos traer a colación los casos de Bulgaria, Rumania, Polonia y la República Checa. Más aun, algunos altos cargos de la OTAN, como, por ejemplo, su secretario general, Jaap de Hoop Scheffer, insisten en que tamañas acciones unilaterales de Washington robustecen la seguridad no sólo de Estados Unidos y de Europa sino también la de Rusia.

Es obvio que las relaciones entre Rusia y la OTAN y entre Rusia y EEUU, como el principal Estado de la Alianza Atlántica, actualmente atraviesan una seria crisis. Una crisis análoga a aquella que surgió tras los bombardeos por la aviación otaniana de Serbia en 1999. En aquel entonces Moscú rompió todas las relaciones con Bruselas, ordenando a sus representantes abandonar en 48 horas la capital rusa. Hoy día no hemos ido tan lejos todavía.

Actualmente, en cercanía del Kremlin funcionan una misión militar de comunicaciones y una oficina de información de la Alianza. La Duma de Estado ha ratificado el convenio sobre el acceso provisional al territorio de Rusia para las tropas de la OTAN con el fin de realizar ejercicios conjuntos. Buques de la Marina de Guerra de Rusia participan en la realización del programa otaniano "Enérgicos esfuerzos" en el mar Mediterráneo. De Severomorsk (península de Kola) hace poco salieron navíos de la Flota Septentrional para participar en unas maniobras que la OTAN organiza en el Atlántico.

En Moscú y otras ciudades grandes de Rusia funcionan cursillos de recapacitación de oficiales de reserva, financiados por la Alianza Atlántica. El Ministerio de Situaciones de Emergencia de Rusia trabaja en contacto con estructuras análogas de la OTAN en la prevención de catástrofes provocadas por fallos técnicos y de calamidades naturales y la liquidación de sus consecuencias... Se podría dar más ejemplos como éstos.

Pero al propio tiempo el Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia ya ha promovido la iniciativa de convocar del 12 al 15 de junio en Viena una conferencia extraordinaria, para examinar el tema del Tratado de las Fuerzas Armadas Convencionales en Europa (FACE), en la cual prevé plantear la suspensión de la participación de Moscú en este Tratado y su renuncia a recibir a inspectores extranjeros y a informar sobre el desplazamiento de sus unidades militares por el territorio europeo de Rusia, mientras que los países de la OTAN no ratifican el Tratado en cuestión y no empecen a cumplirlo, como lo ha cumplido Rusia hasta ahora.

Hoy día, Moscú y Bruselas deben responder a la pregunta si están preparados o no los signatarios del Acta Fundacional y la Declaración de Roma sobre la institución del Consejo Rusia - OTAN a prestar oído a las preocupaciones mutuas y a considerarlas a la hora de tomar decisiones, según ello está anotado en los documentos en cuestión.

Si no están ni prevén hacerlo, el primer decenio de los acuerdos de Roma y París, que se conmemora hoy día, puede resultar el último, por ser uno de esperanzas frustradas.

Tal perspectiva no responde a los intereses de ninguna de las partes, desde luego.

Fuente
RIA Novosti (Rusia)