La guerra de Israel en Gaza se describe en el Washington Post como «una de las guerras más destructivas de este siglo». Desatada por Israel –con total apoyo de Estados Unidos, de la OTAN y de la Unión Europea– esta guerra ha dejado en pocas semanas más de 20 000 víctimas mortales y 55 000 heridos graves entre los palestinos. Y no está de más recordar que la mayoría de esos heridos no sobrevivirán dado el hecho que las fuerzas israelíes están procediendo a la destrucción sistemática de los hospitales de la franja de Gaza. El 70% de los muertos en Gaza son mujeres y niños.

Alrededor de 2 millones de palestinos, o sea el 85% de la población de Gaza, se han convertido en desplazados. Simultáneamente, Israel multiplica los ataques en Cisjordania.

En ese contexto, el primer ministro de Israel, Benyamin Netanyahu, declara, en un artículo publicado en el Wall Street Journal, que la primera «condición previa para la paz» es que «el Hamas debe ser destruido». Netanyahu subraya que «al destruir el Hamas, Israel seguirá actuando dentro del respeto del derecho internacional».

Netanyahu “olvida” lo que él mismo declaraba oficialmente en 2019:

«Quien quiera obstaculizar la creación de un Estado palestino debe apoyar al Hamas y enviarle dinero. Eso es parte de nuestra estrategia: aislar a los palestinos de Gaza de los palestinos de Cisjordania.»

Hace años que, con el visto bueno de Israel, Qatar envía mensualmente a Gaza cientos de millones de dólares en efectivo para financiar el gobierno del Hamas.

Un documento de 40 páginas, denominado en clave «Muralla de Jericó» y redactado por los servicios de inteligencia israelíes, muestra que Israel conocía desde hace más de un año hasta los más mínimos detalles del plan de ataque que el Hamas llevó a cabo el 7 de octubre de 2023.

Ese ataque sirvió a los dirigentes israelíes para justificar «una de las guerras más destructivas de este siglo», cuyo objetivo estaba claro desde el principio: arrasar los territorios del Estado palestino, masacrando y deportando a toda la población. Así lo confirma Paula Betancur, Relatora Especial sobre los derechos humanos de los desplazados internos en la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos al declarar: «La operación militar israelí en Gaza apunta a la deportación masiva de la población civil».

La guerra israelí tendiente a acabar definitivamente con el Estado palestino es parte de la estrategia de Estados Unidos, la OTAN y la Unión Europea tendiente a conservar el control, mediante la guerra, de una región estratégica –el Medio Oriente– donde Occidente está perdiendo terreno ante los avances de proyectos político-económicos como los del grupo BRICS, proyectos que modifican el orden mundial.

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