La protesta, que fue apoyada unánimemente y aplaudida desde el plenario del IV Congreso de la Vía Campesina -que sesiona en Itaici, Brasil, del 14 al 20 de junio, con asistencia de cerca de 500 delegados de 80 países-acompaña la entrega a la FAO en Roma de una carta abierta a su director, Jacques Diouf, firmada por más de 650 movimientos y organizaciones de la sociedad civil y 850 personalidades e individuos de todos los rincones del planeta.

Significativamente, la carta abierta se titula “La FAO declara la guerra a los agricultores, no al hambre”.(ver en http://www.grain.org/nfg/?id=181)

El informe de la FAO fue elaborado sin ninguna consulta a las organizaciones campesinas o de pequeños agricultores, “sin embargo, parece haber sido ampliamente discutido con la industria” sostiene esta carta abierta, firmada también por Vía Campesina.

Este documento parte de bases erróneas e informaciones tendenciosas y llega a conclusiones deplorables, Informado por quienes lucran con los transgénicos, sostiene que la biotecnología sería una solución para el hambre en el mundo y la creciente demanda por el aumento poblacional, y que el único problema (ignorando todas las evidencias de problemas ambientales y de salud) es que los transgénicos no llegan a los pobres porque no se ha trabajado en cultivos relevantes para los campesinos del Sur, tales como teff, mijo y mandioca. La FAO reconoce que la industria biotecnológica está altamente concentrada en unos pocas empresas gigantes a las que sólo les interesa ganar dinero.

Por tanto, dicen que debería haber investigación pública, pero como esto no es posible, para que las transnacionales puedan manipular genéticamente los cultivos campesinos del Sur sin tener pérdidas, los países tienen que darles garantías de que no robarán sus investigaciones extendiendo los sistemas de patentes y aplicando la tecnología Terminator, que produce semillas suicidas (estériles en segunda generación).

O sea, primero biopiratean nuestros cultivos a través de los sistemas de patentes, y ahora dicen que si no respetarnos sus patentes los estamos robando.

El informe no se basa en fuentes científicas independientes y ni siquiera en una comparación de diferentes datos disponibles, sino en estudios de las propias empresas biotecnológicas. Por ejemplo, afirma que el algodón transgénico insecticida (Bt) en la India ha sido un éxito, basado en datos parciales de ensayos de Monsanto en el 2001, pero no toma en cuenta los datos reales de la liberación de algodón transgénico en el 2002, que muestran que fue un fracaso.

La propuesta de la FAO de un arreglo tecnológico de cultivos campesinos pan atender el hambre en el mundo, ignora intencionalmente que ya se producen más de dos kilos de alimentos por persona y día, y sin embargo, la mitad del planeta sufre hambre, desnutrición o insuficiencias alimentarias. El hambre, expresa la carta abierta, no tiene nada que ver con la tecnología y sí con la injusticia social, la falta de acceso y el control de la distribución a manos de las empresas transnacionales. Las propuestas de la FAO empeorarán esta situación.

"Las multinacionales quieren manipular nuestros cultivos, para poder controlar toda la cadena alimentaria a nivel global, obligándonos a dejar la producción de alimentos -aún localmente- y a tener que consumir sus productos en todo e1 mundo. Con este informe, la FAO le provee la justificación para seguir contaminando nuestros cultivos" declaró Paul Nicholson, en el tercer día del Congreso de Vía Campesina.

Y agregó: "Rechazamos este informe y en este Congreso revisaremos nuestras estrategias con respecto a ésta y otras agencias de Naciones Unidas. Ahora están mostrando su verdadera cara: dicen ser organismos públicos, pero en realidad les hacen el trabajo de legitimación a las empresas transnacionales que promueven la agricultura industrial y la expulsión de campesinos, complementando el trabajo devastador de guerra contra los pobres de la Organización Mundial de Comercio, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional".

Y para Vía Campesina, el camino está claro: no se trata de pedir concesiones a ninguna de estas instituciones, sino seguir trabajando desde las bases, en redes horizontales y diversas, integrando campesinos, indígenas, comunidades negras y locales, mujeres y jóvenes, promoviendo la desobediencia civil afirmando la diversidad cultural, a través de la recuperación de tierras, el rescate y defensa de sus semillas, la lucha y denuncia de las imposiciones de las instituciones multilaterales y muchas otras acciones. Globalizando la lucha y globalizando la esperanza.