El Monte del Templo es el corazón del pueblo judío. Como decían los antiguos sabios, aquel que controla el Monte del Templo controla Jerusalén; aquel que controla Jerusalén controla toda la tierra de Israel. Allí se inició la creación del mundo, allí fue creado Adán y Abraham preparó el sacrificio de Isaac. Mientras no se construya el Tercer Templo no habrá harmonía en ese sitio donde se unen el cielo y la tierra. Cualquier primer ministro israelí puede convertirse en el Mesías si construye ese tercer templo. No se trata solo de un deber para los judíos. Para el pueblo judío, ello significaría situarse a la vanguardia de la humanidad. Es un problema de supervivencia. Es un milagro que la humanidad no se haya destruido a sí misma en una catástrofe tecnológica, nuclear o bacteriológica. Los modelos modernos de sociedad nos arrastran a nuestra perdición. El advenimiento de la era post industrial nos dicta una revolución mundial indispensable, la del conocimiento y el espíritu. El Templo debe ser su centro.
Sé que existen dos mezquitas sobre el monte pero podrían ser trasladadas, a Arabia Saudita, por ejemplo. Jerusalén no encierra valor alguno desde el punto de vista de la tradición musulmana. En el Corán se dice que Alá dio esta tierra al hijo de Israel. Nuestro movimiento inició una campaña para que la ONU adopte una resolución sobre la obligación de construir dicho templo. Hace 58 años, la resolución de la ONU sobre la creación de Israel también podía parecer fantasmagórica. Podemos conservar las mezquitas. Como no existe ninguna representación, ícono o ídolo, se podría utilizar una mezquita para el culto judío. Los árabes son místicos y no quieren que oremos sobre el Monte del Templo ya que temen que nuestras plegarias les sean nefastas. Mi movimiento sostiene que las fronteras de Israel deberían extenderse del Nilo al Éufrates, fronteras trazadas por el Todopoderoso. El problema de Israel es que el país no es dirigido desde Jerusalén sino desde más lejos, desde América por ejemplo. Edificamos el imperio israelí pero estamos dispuestos a asociarnos a otros pueblos. Si los árabes están dispuestos a vivir como ciudadanos leales, los aceptamos. Todo imperio se erige sobre la base de una combinación de diplomacia, economía y guerra. Comenzaremos por el diálogo pero podemos recurrir a la fuerza. Hace 50 años que vivimos en estado de guerra, no buscamos este enfrentamiento pero podemos ponerle fin. Hay que entender que los palestinos no existen como pueblo árabe específico, esto es algo artificial. Los árabes que no son leales deben ser detenidos o deportados.
Esperamos detener la realización del plan de retirada. Sharon es capaz de desencadenar una guerra civil. Cuando se agoten las posibilidades de negociación el pueblo tomará las armas. Israel está convirtiéndose en un país bolchevique, las personas son detenidas de manera preventiva, ese podría ser nuestro caso, eso es lo que hace el gobierno cuando no tiene nada que decir.

Fuente
Vremya Novostyey (Rusia)

«Израиль превращается в большевистскую страну», por Abraham Shmulevitch, Vremya Novostyey, 16 de mayo de 2005. Texto adaptado a partir de una entrevista.