"Cuántas emociones, cuántos sentimientos, todos se agolparon dentro de mí cuando descubrí que estábamos todas juntas alrededor de la pirámide de la Plaza de Mayo. Éramos más de 200 madres, esposas, hermanas, tías y nietas que nos hicimos el firme propósito de seguir luchando hasta que se vuelva al estado de derecho y se logre recuperar con vida a los 30.000 desaparecidos”. Hebe de Bonafini, 1º boletín de las Madres, julio de 1980.

Eran las 8 de la mañana del jueves. Debajo de una bandera azul en la que se leía “Gracias Madres por ser siempre el ejemplo” se acercaron varios manifestantes a reflexionar sobre los 1500 jueves en la Plaza. Los compañeros del Comedor Los Pibes repartían mate cocido. Casi treinta años pasaron desde aquel 30 de abril en que un grupo de mujeres se reunieron alrededor del cantero que está frente a la casa de gobierno, y a la voz policial de “circulen” inventaron la marcha de los jueves.

Un grupo de compañeros que hace años está con las Madres, intercaló a la acción contada en primera persona, el análisis profundo de quienes han reflexionado mucho sobre su lucha.

Inés: Ustedes construyeron una identidad propia que no excluye la identidad de los hijos, pero en otra realidad, son sujetos históricos de otro momento. Por la desaparición de ellos es que ustedes aparecen en esta Plaza. No como algo mecánico, sino por un esfuerzo.

Elisa: Cuando fui a la Plaza, después de que me habían torturado, había estado 48 horas presa, venía destrozada, lloraba y lloraba; y encontré tanto amor en las Madres: no me moví, y aquí estoy.

Inés: Pensaba en esto de que la Plaza alivia el dolor, como un bálsamo.

Elisa: Cuando me pongo el pañuelo me siento fuerte, este nudo es el abrazo a mis hijos.

Gregorio: Ese amor no es el amor burgués. Todo eso está entramado con cierta concepción del mundo, que no admite la mortificación, la fatalización, la muerte, la competencia. ¿Eso no es recreación de la relación que tenían con los hijos? ¿El no aceptar la muerte no es la recreación de la vida?

Elisa: Porque están vivos. Nunca bajamos la consigna de aparición con vida.

Cacho: Madres que pierden a sus hijos y salen a buscarlos hay en todo el mundo. Pero Madres que organicen un movimiento que defina políticamente cada situación como lo hacen, no. Es para analizar, y las Madres hablan siempre de la buena relación que tenían con sus hijos.

Carrizo: En los espacios académicos nos enseñan que la ética es racional, y ustedes plantearon la ética del amor, del amor al hijo y al otro ser humano como al hijo.

Elisa: El amor es lo que nos mueve, el amor a los hijos nos hizo salir a la calle a buscarlos.

Javier: Las Madres en el 77 y 78 ya escribían en los billetes “tengo un hijo desaparecido...”, justamente el símbolo capitalista por excelencia. Hay que leer a las Madres, si queremos entender lo que fue el genocidio y la resistencia, lo que fue el discurso contra las complicidades democráticas.

Carrizo: Estaba prohibido reunirse, hablar de desaparecidos, de política y ustedes lo hacían.

Elisa: Éramos ingenuas.

“¿Pero algo ingenuo no puede ser revolucionario también?”, plantea un compañero.

Ana María: Hicieron una síntesis de la lucha de los 30.000 tomando lo mejor de esa experiencia, por encima de las diferencias que teníamos entre las organizaciones.

Carrizo: En las Madres la palabra implica el compromiso corporal. Sostienen con el cuerpo todo lo que dicen, y eso es muy difícil.

Inés: Cuando salieron a buscar a los hijos, hicieron de “Aparición con vida” un emblema de la lucha. Y fueron ustedes las que volvieron a la vida a los 30.000, y de la mejor forma, reivindicándolos como revolucionarios. Cuando dicen “los hijos viven”, le devuelven a la sociedad eso que le estaban demandando.