La batalla está planteada: el extremismo religioso contra la libertad de palabra. He ahí la falla provocada por las tensiones mundiales tras la publicación de imágenes de Mahoma en Dinamarca y en otras partes de Europa, se nos dice.
Sin embargo, además de los medios, recibo en mi buzón de correo numerosos mensajes sobre el tema desde hace semanas y el tono es muy diferente. Todo el mundo tiene una visión apasionada sobre el asunto, y no sólo porque sea algo relacionado con la religión. Existe un profundo sentimiento de impotencia, de temor e inseguridad entre los musulmanes de Europa. Si estas caricaturas fueran publicadas en los medios ingleses, los musulmanes protestarían, eso constituiría para ellos un medio de recuperar un poco de amor propio.
He recibido diferentes tipos de mensajes de nuestros lectores. Los primeros eran llamados al cabildeo, recomendaban que los musulmanes hicieran conocer su opinión a las autoridades danesas. También he oído llamados al boicot, método que se ve como el único eficaz en Occidente. Algunos, más optimistas, ven en ello una oportunidad para explicar la fe musulmana. También he recibido mensajes de resignación que hablan de salida de Europa. ¿Por qué tales reacciones? Porque estas caricaturas reproducen los estereotipos a que nos enfrentamos diariamente y la suspicacia contra nosotros.
Recordemos el Holocausto que conmemoramos últimamente. No llegó en una noche. Hubo primero un largo trabajo de deshumanización de los judíos. Hoy, el fascismo se viste de libertad de expresión y Europa vuelve a sacar a relucir sus malos hábitos contra sus minorías.

Fuente
The Guardian (Reino Unido)

«The freedom that hurts us», por Sarah Joseph, The Guardian, 3 de febrero de 2006.