Como ejemplo, citó, a modo de alerta, la insensibilidad de transmitir un programa sobre la vida de los llamados famosos y a continuación otro mostrando las bombas que caen sobre Iraq o una epidemia de SIDA en África.

A juicio del autor de El hombre duplicado, existe una santa venerada en todos los altares del mundo, "la santa audiencia" -ironizó-, en cuyo nombre se cometen muchos crímenes contra la razón y la sensibilidad, con el aplauso de las propias víctimas.

Lo peor es que el sistema ha convertido a las víctimas en cómplices y eso ocurre todos los días, argumentó.

También se pronunció contra la manipulación de la palabra, especialmente en el caso de los políticos, cuando se sabe o se sospecha que quien tiene la palabra en la boca le está dando el sentido contrario a lo que en apariencia expresa.

Para el novelista portugués sólo hay un territorio posible donde imagen y palabra se complementan hasta convertirse en aliados: la esfera del conocimiento. Entonces ambas -concluyó- están diciendo algo.

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