Oaxaca, Oax.- Del 1400 AM salía La Voz del Pueblo, Radio Universidad. En sus instalaciones, ubicadas en el campus de la Universidad Autónoma Benito Juárez, de Oaxaca (UABJO), se reunían diariamente jóvenes y adultos para alentar la lucha social que se sostiene desde hace siete meses en el estado.

Los mensajes revolucionarios, las señales de alerta, los cuentos antineoliberales y la música de protesta, que componían la barra programática, provocaron la ira gubernamental que amenazó la integridad física de los que ahí se atrincheraban.

Desde el 15 de junio, aproximadamente 50 estudiantes, académicos y ex alumnos de la UABJO, controlaron los micrófonos. Por espacios programáticos se relevaban en los controles para exigir la destitución inmediata del gobernador, Ulises Ruiz Ortiz, y proclamar la asunción de la APPO como máximo órgano rector del gobierno del estado.

Gerardo López, estudiante de la Facultad de Derecho de la UABJO, es uno de los que conformaron el equipo de ese medio de comunicación alternativo.

El joven relata que, desde que decidieron tomar las instalaciones de Radio Universidad, se enfrentaron a diversas agresiones por parte de agentes del gobierno estatal para acabar con la emisión.

“Pasamos por una fase en que fuimos boicoteados. Personas infiltradas vertieron un material de ácido muy potente en los transmisores y estuvimos dos meses totalmente sin cobertura. Asumimos toda la responsabilidad y reparamos el daño. Los gastos los cubrió el pueblo de Oaxaca, que cooperó voluntariamente mediante aportaciones”, explica.

Los estudiantes se enfrentaron diariamente a amenazas que pretendieron callar su voz. La interferencia de la señal mediante una antena transmisora que impedía la sintonía perfecta del 1400 de AM y noches de intimidación, pues un grupo de sicarios baleaban cotidianamente la estación.

“La importancia de este medio fue clara: la única radiodifusora que dio voz al pueblo. Antes tenía un giro comercial y cultural; después se convirtió en un foro de denuncias donde la gente hablaba por teléfono para reportar alertas de las acciones de los granaderos, secuestros y asesinatos. También fue un espacio en el que la gente tenía la información de los acuerdos de la APPO”, dice Gerardo López.

El secuestro

René Trujillo, locutor de Radio Universidad, fue detenido el 7 de noviembre pasado por agentes ministeriales. El joven se dirigía a su casa, acompañado por otros dos estudiantes, en la colonia Xochimilco.

Las huellas de la represión quedaron en su rostro, severamente golpeado. René hace un recuento de lo que fueron los tres días en manos de sus captores.

“Eran las tres de la tarde cuando salíamos de la universidad, tomamos un taxi para llegar a mi casa. Al bajar se acercaron unas nueve personas que nos encañonaron, nos golpearon y nos subieron a una camioneta”, relata.

Con los ojos vendados con sus propias playeras, René, Benito Flores y Mauricio Cruz fueron llevados a unas bodegas donde empezaron a torturarlos.

Iniciaron los interrogatorios con “una golpiza brutal. Con patadas y puños me exigían que les dijera quién me financiaba para estar en el movimiento, cuánto me pagaban, revisaban los números de mi teléfono y me preguntaban por Flavio (Sosa, dirigente de la APPO), de cuánta gente lo escoltaba, si conocía a su familia.

“Se oía que había más ahí dentro, escuchábamos las torturas a las que los sometían. A nosotros nos pasaban uno por uno a un cuarto. Nos enterraron agujas en las yemas de los dedos, nos mojaron los pies y nos dieron toques eléctricos”, recuerda.

René, Benito y Mauricio fueron encapuchados con bolsas de nylon para que, al punto de la asfixia, dijeran los nombres de los demás integrantes y locutores de Radio Universidad.

Estuvieron aproximadamente seis horas sometidos a interrogatorios y golpes, después les limpiaron la sangre, y la tierra del piso en donde habían caído.

Los estudiantes, simpatizantes de la APPO, fueron llevados a las instalaciones de la Procuraduría de Justicia, en San Bartola Coyotepec, donde permanecieron incomunicados por dos días, y luego los pusieron a disposición de las autoridades, acusados de portar armas de fuego.

Benito y Mauricio -a quienes acusaron de portar una pistola calibre .38 especial- lograron su libertad después de pagar una fianza de 20 mil pesos cada uno, pero René fue castigado con una multa de 40 mil pesos, los cuales fueron recolectados por sus compañeros universitarios.

René Trujillo, egresado de la Facultad de Derecho de la UABJO, originario de Salina Cruz, hijo de padres indígenas, dice participar en el movimiento por la defensa del pueblo y por la educación.

El joven de 25 años de edad acusa: “año con año, vemos cómo se va privatizando la educación, va reduciendo la matrícula, cómo se incrementan las cuotas, cómo se va militarizando la universidad, se instrumentan mecanismos diferentes al plan de estudios.

“Mi propuesta va en apoyo a fortalecer los cimientos sociales, es decir, educación, vivienda, justicia social; eso me ha costado el secuestro, pero no pararemos hasta lograr nuestros objetivos”, concluye.

Los pilares

Columna vertebral del movimiento, un grupo de mujeres, de diferentes edades, permanecieron apostadas afuera de las instalaciones de Radio Universidad. Ellas se encargaron de preparar los alimentos a lo largo de cinco meses, se organizaron y recolectaron víveres para las despensas, participaron en la transmisión y resguardaron las instalaciones.

Doña Fidelia Sánchez tiene 70 años. Ella hacía guardia cada tercer día en Radio Universidad. Su trabajo consistía en cocinar, lavar trastos y recolectar despensas para no dejar sin alimentos a sus “compañeros de batalla”.

“La APPO es el pueblo y pertenecemos al pueblo que está en lucha por tanta injusticia”, dice la mujer campesina, madre y abuela de maestros. “Pero aunque no tuviera a mis hijos en el magisterio, yo hubiera seguido apoyando a los estudiantes que estaban en Radio Universidad”, recalca.

Doña Fidelia es habitante de la Carbonera de Santiago Tenango, que pertenece al municipio de Etla. Ella se encargaba de llevar al campamento leña, carbón, frijoles, lentejas, maíz, arroz y pan, y “lo que se pudiera”, dice.

Y es que para la mujer, que con sus fuertes manos preparaba seis o siete kilos de frijoles o arroz o maíz cocido cada que acudía a la UABJO, ésta sigue siendo una lucha justa.

“Lo único que se está pidiendo es que nos atiendan, que paren las detenciones de los estudiantes a quienes torturan y amenazan. ¿Qué viene a hacer la policía aquí? Pues agitar más al pueblo. Cuando lo único que pedimos es que se termine con este gobierno tirano de Ulises Ruiz, que nos está acabando”.

Ante esta situación reclama: “eso no es tener una autoridad, eso es tener a personas que con nuestro propio dinero nos mandan a masacrar. Es una vil injusticia”. Sin embargo, la campesina advierte: “la misma gente está despertando ya no estamos en esas tinieblas de antes. Ya no nos vamos a dejar”.

Es así como Radio Universidad fue el bastión de lucha de un movimiento que inició desde hace siete meses la sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y la Asamblea Popular de los Pueblos Indígenas de Oaxaca.

Publicado: Enero 1a quincena de 2007