El empresario busca transformar una simple lucha por recomposición salarial en un problema de poder. La obstinación en negarse a dar una propuesta acorde a las necesidades planteadas por la asamblea de trabajadores del diario dominical Perfil y del resto de las publicaciones de la editorial, a llevado a un conflicto que en otras empresas, luego de intensas negociaciones y la firme posición de los compañeros, las patronales cedieran ante los reclamos salariales. Así sucedió con La Nación, El Cronista, las radios, Canal 7, BAE, entre otras. Donde en la mayoría de ellas el incrementó siempre estuvo por encima de los techos salariales que se intentaron imponer.

A 25 días de retención de tareas de la gran mayoría de los redactores del diario y las diversas publicaciones que se editan en el edificio de la calle Chacabuco al 200 la lucha no cede.

El accionar de Jorge Fontevecchia, empresario nacido en el periodismo en plena etapa dictatorial y consolidado durante la hegemonía del pensamiento neoliberal de la década de los noventa, posee una mirada muy particular de las relaciones laborales, que las considera ajenas al ideario del “periodismo puro”, y de aquel que se precie de ser un auténtico periodista profesional.

Esta ética esquizoide, que separa un supuesto “discurso ético” basado en el paradigma de la libre expresión, del derecho de organizarse por parte de los trabajadores de prensa y reclamar por sus reivindicaciones colectivas, no hace más que dejar al descubierto que en el “negocio de los medios”, para algunos empresarios, los periodistas son simples piezas de un negocio, de por sí rentable.

Lo que tendrá que entender Jorge Fontevecchia, con posterioridad a este conflicto, es que la vida , inclusive la de un joven periodista no es una fotografía estática sino una película donde el libreto se escribe todos los días.