Para un elector cualquiera sería casi imposible recordar todos los números de las listas y todos los nombres de los candidatos y movimientos que aparecen diariamente en los medios masivos. Son casi 500 listas a nivel nacional, y más de 3 000 candidatos en todo el país que, en los breves segundos de que disponen, solo buscan impactar con elementos espectaculares y de ninguna manera logran explicar sus propuestas. Tomar una decisión solo basados en lo que se ve, escucha y lee en las franjas electorales financiadas por el Estado resulta una tarea difícil. A pesar de que las franjas en sí mismas son lo más democrático que se ha logrado en materia electoral en el actual sistema.

La diferencia la marcarán entonces las otras formas que los movimientos y partidos tengan de llegar a sus electores. En este plano está la verdadera batalla electoral entre las fuerzas de la oligarquía y las fuerzas del cambio. Las unas tienen, como siempre, toda un estructura mediática a su favor, pues más vale la presencia de sus candidatos en las entrevistas, espacios de opinión y foros especiales que en los medios se organizan, que los reducidos y poco observados espacios de las franjas. Las otras tienen un potencial organizativo que deben tensar adecuadamente si quieren usar su arma fundamental: el contacto directo con la gente.

Los medios buscarán jugar su conocido rol de creadores de escenarios ideales y supuestas preferencias electorales, mostrando a determinados personajes como potenciales ganadores, o como los referentes que arrastrarán las listas en todo el país. De hecho han iniciado ya. Y como al inicio los motores recién calientan y aún no existe la necesidad imperiosa de decidir el voto, invitan a los candidatos de la izquierda, como una demostración de una gran vocación democrática (véase la portada del diario El Comercio del martes 14 de agosto, o recuérdese el programa Contacto Directo, de Ecuavisa, del 15 de agosto), aunque en el fondo el propósito es no volverlos a presentar nunca más, invisibilizarlos.

La campaña, a pie, es más efectiva…

Si hay algo de lo que la izquierda revolucionaria debe sacar provecho en esta campaña es que ahora es parte de la corriente ganadora que está en el Gobierno, y que cuenta con el respaldo de la mayoría de los ecuatorianos. Hablarle a la gente de la necesidad de defender el proyecto de Rafael Correa como aspecto importante del avance de las fuerzas del cambio, se vuelve prioritario. Decirle a la gente que la conspiración oligárquica está en marcha y que solo se la puede enfrentar con la unidad del pueblo, con el triunfo electoral de las fuerzas revolucionarias.

La campaña de puerta a puerta, intensa pero llena de contenido, no formal, sino activa, dinámica e incorporativa. La campaña que hoy se impone como necesidad es aquella en la que el pueblo no sea solo receptor del mensaje sino que se vuelva proactivo, reproductor, activista.

Esto quiere decir que el mensaje vaya acompañado de la invitación a organizarse, y no solo de la invitación, sino de la acción organizativa misma, en diferentes formas, dependiendo de la realidad y circunstancias propias del sector: pueden ser comités electorales, integración del núcleo familiar como comité electoral, etc. Si solo se logra que la familia coloque una bandera en su casa ya será bastante, pero si se logra que esa familia se reúna y converse con otras familias, con los vecinos, y ayude en la distribución de la propaganda, en la organización de actos de masa, los resultados serán los mejores. Una cosa lleva a la otra: si a esa familia, si a ese comité electoral se le atiende, se le escucha, se le hace partícipe de las diferentes actividades organizativas, podrá hablarse de construir brigada, organización de base partidaria más comprometida.

La actitud del militante que se acerca al ciudadano con el mensaje es clave. Debe ser transparente, sincero, dispuesto a escuchar. Debe ser quien se da el tiempo para pararse a conversar y a conocer a la gente, y no solo quien entregó otro papel más de otro movimiento o partido más, que al cabo de unos metros terminará en el tacho de basura.

El debate, entendido como el diálogo de doble vía con quien recibe la hoja volante, la explicación clara de la oportunidad histórica que implica este proceso para fundar, refundar la patria y construir una sociedad más justa, democrática, solidaria, que camine al Socialismo.

Sí, al Socialismo, entendido como el único camino de progreso que le queda a un país que transitó de un liberalismo que en su momento fue revolucionario a un decadente, injusto y corrupto sistema que se cae por el peso de la historia.

Esta campaña implica, para las fuerzas de la revolución, un escenario de intensa confrontación ideológica de aquellas tesis confusionistas y funcionales al sistema que buscan estructurar discursos, estrategias y organización propias.

La campaña se ha iniciado, y el papel que corresponde a medios de comunicación alternativos como OPCIÓN es involucrarse en ella, promoviendo tesis y candidatos de la izquierda revolucionaria, porque como siempre hemos dicho: jamás podremos ser imparciales, independientes o pluralistas, y más en un escenario histórico como el actual.

Nuestros espacios tienen que ser los espacios de las fuerzas del cambio auténtico, de los líderes del pueblo que han mostrado en su vida y en su acción una entrega constante a las causas del cambio, no improvisados o impostados izquierdistas que, o se ocultaron siempre por miedo a perder privilegios personales, o se volvieron de pronto revolucionarios porque vieron un cómodo espacio para pescar oportunidades, forjar fama, influencia y poder de manera sencilla.