La estrategia que ha asumido la campaña de la derecha ha consistido en desinformar, mentir e interpretar antojadizamente el proyecto de nueva Constitución aprobado en Montecristi. Ha levantado fantasmas con el fin de desorientar al pueblo y promover el NO, el NULO y el blanco, es decir, el NO. Primero apeló a los sentimientos religiosos del pueblo: “es una Constitución abortista, satánica, de drogadictos y homosexuales”, decían. Sin embargo, uno por uno han ido cayendo estos fantasmas.

Lucio Gutiérrez y la democracia cristiana, de la manera más descarada y cínica, presentan al fantasma del momento: el régimen de propiedad. “Te quitarán tu casita, tus vaquitas y tu taxi; el 50% de tu trabajo será para el Estado”, afirman en sus hojas volantes. Pero, ¿cuál es la verdad sobre el régimen de propiedad?

El proyecto de Constitución aprobado en Montecristi es progresista, respecto de la Carta anterior, por cuanto articula nuevos actores a la vida económica del país y ‘reconoce la propiedad comunitaria, asociativa, cooperativa, mixta’ (Art. 321 y 283). Reconoce las diferentes formas de organización de la producción, como comunitarias, cooperativas, mixtas, autónomas, etc. (Art. 319); todo esto, sumado al reconocimiento de universalidad de la seguridad social, constituye, evidentemente, un progreso en beneficio de los pueblos.

La nueva Constitución también representa un avance al establecer que “el uso y acceso a la tierra deberán cumplir una función social y ambiental” (Art. 282), es decir, que las tierras, la producción de alimentos y demás no podrán responder a un interés particular, sino de la sociedad; por ejemplo, los ganaderos que disminuyen, dejan de producir o botan la leche, con el objetivo de que no baje el precio de su producto, serán sancionados.

Si bien estos aspectos son positivos y fueron en su momento banderas de lucha de las organizaciones populares en contra de los abusos que permitía todo el andamiaje neoliberal, la naturaleza del sistema capitalista no cambia: se mantiene la propiedad privada sobre los medios de producción y el carácter burgués del Estado. Entonces, ¿qué hay detrás de aquella campaña manipuladora y engañosa?

Primero, observemos quiénes están detrás de esta campaña a favor del NO: están todos aquellos que lucraron de la venta de bonos de deuda externa, del feriado bancario o se beneficiaron con negocios turbios, defraudando al Estado. ¡Qué sinvergüenzas, hablan del respeto a la propiedad cuando fueron precisamente ellos quienes saquearon al país! Queda claro que el objetivo es truncar y desacreditar el proceso democrático que vive el Ecuador para seguir manteniendo sus privilegios. En otras palabras, “ahora que ya me he robado y me he apoderado de su riqueza, respetemos la propiedad privada”.

Esta no es una Constitución socialista, pues no altera el carácter de la propiedad sobre los medios de producción, sin embargo permite a los pueblos avanzar en la conquista de sus derechos.

Patricio Aldaz, dirigente sindical, asegura que el único modo de resolver la contradicción entre la propiedad social y la propiedad privada es estableciendo un sistema socialista: “la explotación y la desigualdad desaparecerán cambiando el carácter del sistema, cuando se ataque la raíz del problema y se establezca una sociedad donde los medios de producción social sean de los obreros”. Entonces, ¿tendrán que preocuparse de perder sus propiedades aquellos que poseen dos casas o dos taxis como quieren hacerlo ver los defensores de la derecha?

Aldaz asegura que hay que distinguir lo que es la propiedad personal, de la propiedad sobre los medios de producción: “no es lo mismo que yo tenga un carro para mi uso o de mi familia, que un carro a través del cual genero riqueza y exploto a otras personas. Entonces ahí va la tergiversación de la derecha, según la cual todo tipo de medio será susceptible de ser expropiado para el Estado; sin embargo, la economía socialista se forja a través de un proceso, en el que se expropian los grandes medios de producción, como los ingenios azucareros, las industrias harineras, aquellos medios de producción de los cuales depende la vida de la sociedad, no la pequeña hacienda, las 3 ó 5 hectáreas donde trabaja el campesino”.

En el sistema socialista se expropiarán los medios de producción para que la riqueza sea distribuida ‘a cada quien según su trabajo, a cada quien según su necesidad’ y que no sea un puñado de truhanes los que se apropien de la riqueza que han producido cientos de obreros con su vida, sus lágrimas y su sudor.

Lenin asegura que el imperialismo, la fase final del capitalismo, se caracteriza por un ‘notable y rápido proceso de concentración de la producción y la riqueza en coordinación con el capital financiero’. Este fenómeno es cada vez más evidente cuando pocas corporaciones transnacionales se apoderan del trabajo y la riqueza de cada vez mayor cantidad de personas en la Tierra, pero también es creciente la conciencia de la necesidad de establecer un sistema más solidario y justo, en donde se expropien las riquezas hechas por miles de obreros y de las cuales la burguesía y los banqueros corruptos disfrutan. Un sistema donde el albañil sí tenga casa y el costurero sí tenga vestido. Parte del proceso de construir esa Patria nueva y el Socialismo consiste en crecer y, evidentemente, el nuevo marco constitucional permite hacerlo.