¿Se puede decir que Raíces comenzó con la democracia?

 Sí, comenzó con el retorno de la democracia. Las cosas que sucedían en macro, ocurrían también en micro en el programa.

 Van de la mano las dos historias...

 Sí. Raíces empieza en una radio del estado porteño. Y después pasa al estadio nacional, que es radio Nacional. Y ahí fue fantástico porque estaba todo abierto. Y a mí me convocan sabiendo que yo no venía del radicalísmo. Esa “primavera” fue sensacional porque estaba todo por hacer. Entonces tenías la libertad de hacer cosas diferentes, cosas nuevas.

Los funcionarios oficiales iban reaccionando según cómo venía el cuadro político del momento y los supuestos conocedores y diagramadores del sector de los medios. Digo supuestos porque cuando comenzó “Raíces” recién se estaba planificando otro tipo de programaciones en los medios que no tuvieran nada que ver con la dictadura.

Han pasado muchas personas con conocimiento y muchas personas sin conocimiento en materia de direcciones de los medios de comunicación del Estado.

 Radio Municipal, Nacional, después Belgrano... ¿no?

 Si, pero en Belgrano hice “Mañana, tarde y noche”, que fue un programa importantísimo también del retorno de la democracia, porque arrancaba a la mañana del sábado y terminaba a la noche, lo mismo el domingo, y llegamos a tener miles de llamados.

 ¿Cuál era la temática de “Mañana, tarde y noche?

 No tenía la temática de cultura nacional como “Raíces”, pero sí coincidían en algún punto, porque ese programa era político, era un programa de entrevistas, con crítica, con comentarios de arte en general. Fue extraordinaria la experiencia.

 En ésa época, como vos decías, habían miles de llamados a todas las radios. ¿Notabas en la gente la necesidad de decir y participar?

 Sí, la gente quería participar, decir algo y sobre todo porque se encontraba con nuevos contenidos, más aún en los medios que dependían del Estado.

Había más posibilidades para la gente de expresarse en los medios del Estado que en los estrictamente privados. Porque muchos medios eran del estado argentino, los canales de televisión también, muchas radios. Con lo cual fueron experiencias muy positivas. Y gente que venía de distintos sectores políticos.

 ¿Raíces es un programa que se sale de lo establecido por el poder en lo cultural?

 Exactamente. Yo todavía me sorprendo con mis recuerdos. Porque nosotros no sacamos ni una sola gacetilla cuando salió Raíces. Era la primera vez que tenía un programa mío, que me lo dieron. Es muy fuerte todo lo que gira alrededor del programa.

 ¿Cómo comenzó la Asociación de Oyentes?

 Surge porque muchos oyentes protestaban cuando cambiaban el programa de horario o cuando levantaban el programa. En la época de Eduardo Duhalde a mi me levantan el contrato y no me pagan nunca más. Lo hice gratis porque no quería abandonar el proyecto. Nadie me ayudó. Y ahí empiezan a actuar los oyentes.

 ¿Hiciste algo para la organización de esa asociación?

 No, ellos proponían y después yo lo dije al aire y así se empezaron a conectar. Ahora están preparando una mesa – debate sobre la cultura en los medios.

 Las empresas por una cuestión ideológica y de intereses económicos generalmente no apoyan estos proyectos culturales ¿es difícil sostener este proyecto?

 Absolutamente, por eso tuve que trabajar en diarios, que igual me gusta hacerlo, porque yo soy “diariera” desde el inicio. A los 20 años ya estaba en Clarín, pasé 10 años, y después seguí en otros diarios.

Con eso tenía siempre uno sueldo fijo. Era muy difícil cobrar en Radio Nacional después de la dictadura. Luego hubo un período en que sí cobre, hasta que viene Duhalde y me levanta el contrato. Después con la Alianza también, aunque hubo un período que cobré.

Yo estuve en la comisión por la no privatización de Radio Municipal, que Menem le terminó regalando a (Daniel) Hadad. Fue una pelea durísima. Después me echaron los de la Alianza, o sea De La Rúa. Ahí paso a Radio Nacional.

Pero también hubo gente que en los gobiernos que apoyó. Respetaban que había algo coherente con los contenidos y fiel a los oyentes.

 ¿Crees que el hecho de que los periodistas deban conseguir publicidades para sustentar sus programas los limita a la hora de opinar de ciertos temas?

 Claro, ¿cómo haces para que te banquen empresas a las que se debe hacer referencia con determinados contenidos críticos?

Por eso la Ley de Radiodifusión debe discutir formatos pero contenidos también. Y apoyar a quienes crean proyectos que puedan ser realizables. Y a los que ya están en marcha darles también.

¿Cambió la estructura de Raíces en estos últimos años?

 Fue cambiando mucho en la cuestión de formatos, y eso tuvo que ver mucho con las posibilidades. Si tenías más posibilidades de edición, si tenías más horas de grabación, si tenías posibilidades de hacer viajes.

El programa fue abriéndose en el sentido que, arrancando por la música, se empezó a abrir hacia todas las disciplinas. Fue el primer programa en la Argentina que sistematizó la puesta en el aire de columnas de antropología. Había miles de oyentes que llamaban preguntando qué es la antropología.

 ¿Qué espacio ocupan las entrevistas en Raíces?

 Las entrevistas son la columna vertebral del programa. Al proceder yo de la gráfica, ya conocía el campo de la entrevista. A mí me sirvió mucho la gráfica para entrevistar, para prepararme antes, para saber quién era el personaje.

¿Qué entrevista de las que realizaste fue la que más te gustó?

 Hay entrevistas que me gustaron mucho: la de Atahualpa Yupanqui, Alfredo Zitarrosa, con quien me unió una amistad muy grande y de muchos años. Muchas entrevistas que te sacuden, quedás temblando y no querés hablar con nadie más.

También me ha pasado con actores y con directores de teatro. También con indígenas.

 ¿Vos hablaste de cómo preparar una entrevista, pero cuál es tu estrategia cuando te sentás con el personaje?

 Ahí es la inmediatez, es el momento es sentir lo que algo, siempre respetando la historia de Raíces y preguntar.