Prohibido olvidar, es una frase que gusta repetir el presidente de la República, Rafael Correa. La recogemos porque es necesario recordar algunas razones por las que los pueblos de América Latina, y de este país en particular SÍ SON ANTIIMPERIALISTAS.

Lo más reciente es Angostura, el 1 de marzo del año pasado, algo en lo que según la secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, su país no tuvo nada que ver, más que el suministro del armamento que utiliza el ejército de Colombia. No hay que olvidar que el mismo gobierno de Correa, entre los argumentos para no renovar el convenio de uso de la Base de Manta por parte del ejército gringo, esgrimía el hecho de que desde ahí se dirigían operaciones militares contra la insurgencia en Colombia.

Pero están también las históricas intervenciones en política interna, a través de organismos como la Central de Inteligencia Americana (CIA), que siendo un ente estatal de Estados Unidos, estuvo involucrada en hechos como la muerte del ex presidente Jaime Roldós Aguilera, persecuciones y asesinatos selectivos a determinados dirigentes populares y de izquierda, como el líder del Movimiento Popular Democrático, Jaime Hurtado González.

En realidad, el continente entero conoce de la política intervencionista del imperialismo norteamericano, que siguió siempre la doctrina del “destino manifiesto”, y de “América para los americanos”, lo cual condujo a las bárbaras dictaduras del Cono Sur, a partir de la de 1964 en Brasil, de 1966 en Argentina (reimplantada diez años más tarde), y 1973 en Chile y Uruguay. Todos los sectores populares denunciaron esa doctrina. Incluso,desde la Teología de la Liberación, un amplio sector de la Iglesia Católica. El hecho es que el imperialismo, la CIA, la DEA y demás instrumentos de dominación, han dejado establecidos los mecanismos de continuidad de su conducción sobre nuestra política, sobre todo relacionada a la fuerza pública.

A ello habría que añadir la formación de militares en la “Escuela de las Américas”, conocida como escuela de dictadores, por donde han pasado más de 64 mil integrantes de los ejércitos latinoamericanos (el 30% de la formación era técnica, incluyendo manuales de tortura, y 70% adoctrinamiento anticomunista).

Por eso, SÍ SOMOS ANTI, pero no anti soberanía, ni anti organización popular, ni anti democracia; somos ANTIIMPERIALISTAS, así el Presidente Correa no lo quiera aceptar.

Correa, al declararse admirador de Bill Clinton, nos ha traído a memoria escenas muy familiares de la historia política del Ecuador. Nos trae a la mente la traición de alguien que al igual que Correa, llegó a la Presidencia con discurso patriótico y democrático, y con el tiempo fue retomando el camino oscuro y triste de la derecha. El resto, no hace falta mencionarlo.