La indignación y el anhelo de cambio del pueblo filipino logró que la organización y lucha social tengan un importante desarrollo.
Por: Santiago Vinueza
Estas islas ubicadas en el continente asiático son víctimas, al igual que América Latina, de la depredación del imperialismo norteamericano. Los cerca de 91 millones de habitantes filipinos han sido testigos del complot de la burguesía y el imperialismo para saquear la riqueza del suelo que lo trabaja el pueblo.
El territorio posee una riqueza mineral muy grande. Recientemente los científicos han encontrado un nuevo mineral llamado yuterium, que es el segundo mineral más importante de la región, igualándose en valor al oro, que ya es explotado por las transnacionales. La actividad agrícola es la más importante de las islas, pero las tierras las poseen pocos dueños, y se ha priorizado la siembra de productos para la exportación. Grandes campos son desgastados, dejando a los campesinos sin tierras para producir para el consumo interno.
Filipinas es un país en el que más del 75% de la población es campesina, de la cual el 10% de ella, por falta de condiciones para trabajar y sobrevivir, se encuentra fuera del país, soportando discriminaciones y humillaciones. Buscando las condiciones que en su país no encontraron.
El país se mantiene en un sistema semi feudal y semi colonial, en la que la corrupción y el fraude, protagonizados por los partidos defensores de los intereses de la burguesía y el imperialismo, son los que mantienen el poder. El continuismo, como la máxima expresión de acaparar el poder, es evidente. Solo hace dos meses atrás se llevaron a cabo las elecciones presidenciales, en las que evidentemente, por la práctica del fraude, se eligió como nuevo presidente a Benigno “Noynoy” Aquino, que es nada más que el hijo del presidente saliente, quien era un fiel sirviente de los terratenientes filipinos y del imperialismo de E.E.U.U, que mediante sus acuerdos de fuerzas “visitantes”, envían a las islas escuadrones especiales, a entrenar a los militares filipinos y a establecer sus bases a lo largo de las islas.
La burguesía filipina ha permitido que el imperialismo norteamericano haga y deshaga en las islas. Son más de 100 años que el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial han usado a las islas como patio trasero. El sistema educativo es un modelo impuesto, al igual que el idioma, pues las clases, los cursos y los seminarios, se dictan en inglés, dejando en segundo plano al filipino tagalo, que es el idioma nativo.
Esta colonización supuestamente se acabó en 1944, cuando Estados Unidos dio la independencia al pueblo filipino. Pero a partir de ese momento se ha intensificado la intromisión del FMI y el Banco Mundial, mediante sus cartas de intensión, medidas económicas y políticas. Esta colonización se mantendrá vigente mientras no se termine de pagar los intereses que los gobiernos han adquirido por la deuda. Y como consecuencia del endeudamiento, serán siete generaciones las que deberán pagarla.
La indignación y el anhelo de cambio del pueblo filipino logró que la organización y lucha social tengan un importante desarrollo en la lucha en contra las bases militares, que salieron de filipinas producto la resistencia popular en 1990. El movimiento social es muy fuerte, tanto obreros, estudiantes, maestros, religiosos, mujeres, y todos los sectores sociales en general están organizados.
La lucha de los pueblos de Filipinas ha hecho que la burguesía se arrincone y que el imperialismo detenga su expansión ideológica, política, económica y militar en las islas. El Movimiento revolucionario democrático nacional, es el movimiento más representativo de la lucha social anti capitalista y anti imperialista. Y que pelea en cada una de sus organizaciones, por el socialismo.
La lucha armada tiene un elevado nivel en las islas. El New People Army, (el nuevo ejército del pueblo), es un ejército reconocido por el pueblo, el cual lucha desde la montaña para liberar a su pueblo de la colonización y las garras del imperialismo. Es un ejército numeroso, lo conforman jóvenes, mujeres, religiosos, maestros y un amplio sector del pueblo que van a las montañas, para unirse a la lucha guerrillera por la liberación de Filipinas.
A pesar que la lucha armada en Filipinas ha sido criminalizada por los medios de comunicación y por los gobiernos. Ésta cada vez va creciendo, al igual que la participación de las organizaciones y la movilización de los sectores que luchan por la construcción de un sistema equitativo y por la caída del putrefacto sistema capitalista.
Filipinos y latinoamericanos estamos unidos por nuestras condiciones de explotados y por nuestra tarea histórica, la conquista del poder y la instauración del Socialismo en Ecuador y el mundo entero. Somos pueblos oprimidos que luchan por alcanzar mejores condiciones de vida.
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