1. Estuve cerca de Jaén, de Colasay, concretamente en los caseríos Los Cedros y La Poderosa, reviviendo las carencias que rodearon mi niñez en El Monte, Catache y Santa Cruz, sin agua corriente y sin ducha, con grandes plantaciones de café para vender pero sin cafetera para saborearlo y, a pesar del nombre “poderosa”, sin poder para tener carretera, luz eléctrica, ni telefonía; los celulares como el mío están de adorno. Sigo distante de Lima, a muchos cientos de kilómetros de distancia, aunque al día de los estragos que la corrupción del poder causa en los pueblos distantes de su centro gravitacional. Toda suerte de contertulios, ex profesores míos, colegas de profesión, primos como Demetrio y Teresa, me favorecen con su información.

La siempre recusable clase política, gobernante y mantenida por la tributación de los más en la historia del país, explican la tenebrosa génesis de esta galopante corrupción. De ella germina, resplandece, se expande como el cáncer y la prensa nacional la encubre y disimula. La de hoy nace por igual en el Poder Ejecutivo y sus ministros, Legislativo y su mayoría de congresistas, Judicial y sus miles de jueces venales y prevaricadores, logrando ramificarse en todos los organismos del Estado, como el Ministerio Público con fiscales de mala ley y el Jurado Nacional de Elecciones y sus jurados electorales especiales, hasta entronizarse en la sociedad entera siempre en trance de periclitar por culpa de sus mentores.

2. En lugar de blandir el arma homicida para asestar la puñalada; de acechar al modo montesinista para asesinar con impunidad temporal, ahora se vale del Decreto de “Urgencia” para esquilmar fondos del fisco superiores a 500 millones de nuevos soles y entregarlos a los Kouri para la avenida Gambeta chalaca que, a pesar de su urgencia, aún no comienza (la urgencia era de tener la plata en mano); del Decreto Legislativo palaciego, que saca la vuelta al Congreso, para cortar todo proceso penal que dure mucho tiempo aunque los favorecidos sean culpables de innumerables crímenes de lesa humanidad; empero, cuando una Sala Penal Superior aplica un precedente vinculante emanado del Tribunal Constitucional, relativo a la violación del plazo de razonabilidad de una investigación preliminar fiscal que sobrepasaba los dos años se opta por quejar, denunciar, abrir proceso disciplinario y finalmente suspender en sus funciones a los 03 vocales que cumplieron el desiderátum constitucional, de aplicar las reglas vinculantes del tribunal, cuyos fallos obligan a todos los órganos del Estado (¿Proviene algo de Palacio, que sepa el eterno secretario Navas?.

Y cuando se está frente a tachas de candidatos a elecciones municipales, como Alex Kouri, propuestos por entes que no son partidos políticos, como “Cambio Radical”, que violan impúdicamente las leyes sobre democracia interna, validando acuerdos de un Comité Ejecutivo Nacional sin quórum, entonces, allí el Jurado Nacional de Elecciones a la Causa N° 1365 la resuelve antes que la N° 1225, para que llegado el momento asaz calculado pueda escudarse en el “Carece de Objeto” el pronunciamiento, porque el tachado ya lo fue en otra causa. Con esta manoletina corrupta, superando al propio Manolete, se evita entrar en el examen de las violaciones que cometen los llamados partidos políticos cuando proponen a sus candidatos; se elude fiscalizar la legalidad del proceso electoral y de velar por el cumplimiento de las normas legales sobre organizaciones políticas; es decir, se estafa electoralmente al país, en connivencia con la prensa nacional encubridora, y se trasgrede la Constitución, las leyes y la moral, administrando “justicia electoral” en nombre de la Nación, a la cual en puridad se la agravia con vileza y con dolo doble.

3. Desde el poder político se orquesta otro tipo de criminalidad, de singulares roles y características, más sutilmente disimulada, que el grueso de la población no percibe, aunque igualmente perniciosa para el tejido social como las peores. El crimen ha tomado otra manifestación, ha sufrido una metamorfosis en beneficio de sus protagonistas, que, al unísono, detentan el poder político, económico y social.

Desde lejos, conduciendo nuestra Subaru Forester por senderos vertiginosos, seguimos percibiendo sus asechanzas con “c” y con “s”. Cuando estemos en Lima regresaremos a nuestro quehacer abogadil “como decíamos ayer”.