China y Rusia anunciaron que no participarán en la conferencia de Manama, ya seriamente ‎afectada por la ausencia de los palestinos. Tanto la Autoridad Palestina como el Hamas han ‎decidido boicotear ese encuentro, donde la administración Trump tiene previsto presentar la parte ‎económica de su «Trato del Siglo» para el Medio Oriente. ‎

Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos y Qatar –los tres principales proveedores de fondos ‎provenientes del mundo árabe– sí estarán presentes en la conferencia de Manama, que debe ‎desarrollarse del 25 al 26 de junio en la capital de Bahréin. ‎

Hace dos años que Estados Unidos plantea favorecer el desarrollo económico de los territorios ‎palestinos a cambio de que estos acepten la situación política actual. Probablemente para ‎obtener el apoyo de todas las partes, Washington ha ido extendiendo sus proposiciones ‎económicas a Egipto, Jordania, Líbano y Siria. ‎

El problema es que si bien la parte económica del «Trato del Siglo» parece tentadora, el aspecto ‎político de la propuesta estadounidense, que sería presentado poco después, es eminentemente desventajoso para los palestinos. ‎

La administración Trump estima que si el proyecto económico ofrece a los palestinos la posibilidad ‎de una vida decente, esa población debería aceptar a cambio renunciar a varios de sus derechos, ‎lo cual permitiría desbloquear la situación con vista a negociar la paz. ‎

La inmensa mayoría de los líderes de todas las facciones palestinas se oponen a cualquier ‎solución de la cuestión palestina, pero por puro interés personal, mientras que la población, ‎cansada de luchar desde hace 75 años por sobrevivir en las peores condiciones, aspira a la paz. ‎

El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, fue el primero en subrayar que los ‎derechos de su pueblo son jurídicamente «inalienables». Aquí aparece una cuestión incluso de ‎orden cultural. Para los jacksonianos estadounidenses no resulta chocante renunciar a derechos ‎a cambio de obtener dinero, mientras que, para los árabes y para muchos otros pueblos, ‎renunciar a un derecho por dinero es un deshonor. ‎

Por su parte, Rusia anunció, el 28 de mayo, que considera «inadmisible apartarse del Derecho ‎Internacional» [1].‎