Las protestas que sacuden Hong Kong parecen no tener fin y se derrumba el respaldo popular ‎que encontraron inicialmente. ‎

Ninguno de los reclamos de los manifestantes se basa en los problemas reales de Hong Kong –‎como la sobrepoblación y la insalubridad en el sector de la vivienda, el desempleo y las malas ‎condiciones de trabajo o la falta de acceso a la atención médica y la educación. ‎

Los manifestantes reclaman:
 la abrogación de la ley que haría posible la extradición de criminales a la China continental;‎
 que se instaure la elección del jefe del gobierno regional por sufragio universal;‎
 la liberación de los manifestantes que han cometido actos de violencia;‎
 la denuncia de actos de violencia policial y del papel de las triadas;
 la renuncia de la jefa del gobierno regional, Carrie Lam.‎

Como puede verse, estas exigencias de los manifestantes sólo apuntan a humillar a las autoridades ‎regionales. ‎

Temiendo que el movimiento iniciado en Hong Kong llegue a extenderse a la otra ciudad-Estado ‎creada por los británicos en la región –Singapur–, el primer ministro de ese país, Lee Hsien Loong ‎‎(ver foto), ha solicitado ayuda a la Conferencia de Sindicatos de Singapur. ‎

‎«Si tenemos que enfrentar motines como los de Hong Kong, será imposible gobernar Singapur, ‎tomar medidas y aplicar decisiones difíciles, o planificar a largo plazo… Se destruirá la confianza ‎en Singapur y creo que será el fin de Singapur», declaró el primer ministro. ‎