Manifestantes protestando pacíficamente

Los 34 países que enviaron representantes a la reunión preparatoria del Acuerdo de Libre Comercio que ayer 20 de noviembre terminó en Miami, alcanzaron un acuerdo un día antes de lo previsto, con lo que se dio por terminada la Octava Reunión Ministerial de Comercio de las Américas.

Los representantes de sus correspondientes ministerios de Economía lograron un convenio para construir un ALCA «realista» pero sin Cuba. El representante de Comercio norteamericano Robert Zoellick expresó que el ALCA «está avanzando de los conceptos generales a oportunidades positivas que desembocarán en una nueva etapa práctica». Tal acuerdo preliminar reduce los objetivos del ambicioso sueño original planteado en 1994, de crear a partir de 2005 una zona de libre comercio en todo el continente americano, con excepción de Cuba.

Adaptado a las reservas dadas a conocer por los representantes de Brasil y Argentina, Zoellick manifestó que el proyecto del ALCA podría crear un proceso similar al europeo tras la caída del bloque soviético en un continente con profundas diferencias sociales y económicas «entre los países ricos del norte y los pobres del sur».

Argentina y Brasil orillaron a que en lugar de un ALCA amplio, es decir, exigente como el que fue impusto a México por el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA), que ha puesto a este país al borde de la ingobernabilidad, el ALCA que se aprobara fuera flexible, es decir, que tuviera en cuenta las asimetrías que existen entre los países de la región.

Prácticamente todos los países americanos con la excepción de Cuba pertenecen actualmente a distintos bloques de países: el NAFTA incluye a México, Estados Unidos y Canadá; el Mercado Común Centroamericano; la Comunidad Andina de Naciones, que comprende a Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela; y el Mercosur, caracterizado porque tiene puesto la mirada de sus integrantes en el mercado europeo, incluye a Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay.

México es el ejemplo de los efectos nefastos de integración en una región donde las asimetrías son abrumadoras, como las que lo enfrentaron con Canadá y Estados Unidos: Estos dos países subsidían a los productores norteamericanos poniéndose en contradicción con uno de los dictados primordiales de la globalización: la desregulación. Mientras que México no puede subsidiar. Esta asimetría resta competitividad a los productos del campo mexicano porque los vuelve caros en el propio país que está invadido por carne y cereales de Estados Unidos. Algo parecido ha dado al traste con la producción pecuaria de Argentina. Por ello el líder natural del bloque latinoamericano, Brasil, es el que puntualiza la toma de posición latinoamericana.

Las protestas contra el ALCA fueron en todos los países de las Américas

Un afiche irónico que asimila la dependencia económica a una otra...