Honduras, segundo país más grande de Centroamérica y tercero más pobre de Latinoamérica, acudirá a la XIV Cumbre Iberoamericana de Costa Rica como una de las naciones de más elevado porcentaje de niños sin escuelas.

La reunión, que se celebrará en San José los próximos días 19 y 20, paradójicamente tratará la situación de la educación y la sostenibilidad de los sistemas de enseñanza a nivel local.

Pero ese sector se encuentra en una situación crítica en Honduras, cuya población asciende a casi siete millones de habitantes, de los cuales el 80 por ciento vive en condiciones de pobreza.

Según datos del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), una tercera parte de los niños no completa la educación primaria y el 25 por ciento de las mujeres son analfabetas.

Más de 130 mil infantes con edades comprendidas entre seis y 12 años carecen de algún grado de escolaridad, debido a que sus familias sobreviven en la miseria, aseveró el organismo.

El 20 por ciento no tiene dinero para cuadernos o lapiceros, y muchos de ellos ni siquiera puede comprar ropa ni zapatos, aclaró.

Los altos niveles de pobreza y el desempleo condicionan la insatisfacción de las necesidades básicas de alimentación, saneamiento básico, educación y atención sanitaria.

La nación, con una abultada deuda externa, estudia una propuesta de suspensión del débito, siempre y cuando un nuevo programa de restricciones al servicio público sea implementado con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Irónicamente, la piedra angular de este plan es la aceptación por parte del gobierno del presidente de Honduras, Ricardo Maduro, de no incrementar los salarios a profesores (equivalentes a unos 100 dólares mensuales), que el FMI considera demasiado elevados.

La economía nacional depende de la producción y venta de productos agrícolas, forestales y marinos, sin embargo, la deforestación avanza tan rápidamente que se calcula que en un plazo de 20 años podría quedarse sin árboles.

Otras dificultades para el desarrollo de Honduras, con costas en el mar Caribe entre Guatemala y Nicaragua y en el Pacífico desde El Salvador a Nicaragua, son la mortalidad infantil, la violencia, la desnutrición y el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA).

De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y la Dirección General de Estadística y Censos, la inseguridad se ha profundizado debido al elevado índice de violencia, que en la capital provoca cinco homicidios diarios.

El secuestro de empresarios y políticos se ha constituido en un jugoso negocio para los delincuentes, y el número de casos sobrepasa el medio centenar en los últimos cuatro años.

En cuanto al consumo de drogas, las sustancias mayormente utilizadas por los jóvenes de la calle son las volátiles como pegamentos, la marihuana, el alcohol, el cigarrillo y los antidepresivos.

La probabilidad de morir en los menores de cinco años al culminar el 2003 se estimó en 65 por cada mil nacidos vivos, según una encuesta de epidemiología y salud familiar.

Mientras, la mortalidad materna constituye la primera causa de muerte en féminas y el promedio nacional alcanza los 221 fallecidos por cada 100 mil.

Cientos de trabajadores esclavizados en haciendas brasileñas

Otros 156 trabajadores sometidos a un régimen de explotación similar a la esclavitud fueron detectados por fiscales del Ministerio del Trabajo en cuatro haciendas del estado de Bahía.

Estos casos se suman al revelado ayer sobre el hallazgo de más de 100 trabajadores en esas condiciones en una propiedad rural ubicada en una zona apartada del estado norteño de Pará.

En aquel grupo había por lo menos cinco menores de edad y una mujer embarazada, ninguno tenía documento de trabajo, estaban impedidos de abandonar la propiedad, no recibían salarios y eran alojados en pésimas condiciones, sin agua potable, higiene ni atención médica.

Los descubiertos ahora en Bahía eran empleados en la producción de carbón, se alojaban en albergues precarios y sin la ventilación adecuada junto a los hornos y les descontaban los útiles de trabajo y la alimentación de sus míseros salarios.

La agencia estatal cita el caso de un niño de nueve años que recibía cinco reales mensuales (menos de dos dólares) por trabajar de lunes a domingo, de siete de la mañana a cinco de la tarde, alimentando uno de los hornos.

En Brasil se calcula que existen unos 25.000 trabajadores sometidos a esa forma de explotación, especialmente en zonas rurales, y de 1995 a 2003 fueron liberados casi 13.000, de los cuales más de la mitad durante los 22 meses del actual gobierno.

Tras la toma de posesión del presidente Luiz Inacio Lula da Silva en enero del 2003 se puso en marcha el Plan Nacional de Erradicación del Trabajo Esclavo, que permitió liberar ese año a 4.995 personas, a las que se agregan más de dos mil en el 2004.

Como parte de esa lucha el Ministerio de Trabajo ya publicó dos listas de 101 haciendas sancionadas por explotar trabajo esclavo, las que están impedidas de recibir créditos de entidades públicas, beneficios fiscales u otros subsidios.

Además, en el Congreso está en trámite final un proyecto de ley que dispone la expropiación sin indemnización de aquellas propiedades donde se compruebe la explotación de trabajadores en condiciones similares a la esclavitud.