Cientos de ONGs trabajan para la justicia social, para el respeto institucional, la democracia, la libertad de expresión, de los derechos humanos en el Perú, pero esa gente a la cabeza de estos organismos es gente que trabaja antes que todo para sus intereses personales sin importarle lo que ellos dicen defender o representar.
He tratado de seguir los acontecimientos a través de la red, tanto como me lo permite mi nueva elegida vida. Todos los cambios necesitan un proceso, como sabemos, y sin duda alguna, los procesos personales requieren toda la existencia, felizmente.
Los esfuerzos para que la injusticia y la falta de libertad no sean el pan nuestro de todos los días tienen, necesariamente, que destinarse a resolver las causas que las producen. Desde un lugar menos sobredimensionado que Lima, se evidencia claramente la infertilidad de la lucha cuando esta no se entiende ni se aborda desde estas causas; pues siempre se ha puesto el acento en paliar los efectos, que devienen en inútiles pues no se sostienen en el tiempo.
Es peor aún cuando permitimos que se apropien de nuestras banderas y nuestros espacios de lucha; como en el muro de denuncia contra la corrupción que desinformados estudiantes hicieron en la Plaza Mayor de Cusco, iniciativa que celebramos pensándola espontánea, pero que estaba auspiciada por la Municipalidad del Cusco (que tiene un alcalde fujimontesinista) el ICPNA (Instituto Cultural Peruano Norteamericano) y la Fundación Friedrich Ebert.
Una complicidad con los engaños y argucias que a todos nos comprometen, unos por intereses, otros, la gran mayoría, por no asumir la propia responsabilidad.
Hace algunos años me preguntaba porqué si en nuestro país hay gente inteligente que reflexiona, investiga, analiza y propone no se producen los cambios. La respuesta es muy simple, por un lado el común de la gente no quiere enterarse y por otro nadie puede impulsar cambios desde la mata misma del corrompido poder, desde instituciones que tenían por consigna, vigente aún, el lapidar culturalmente y propiciar el sometimiento, disfrazado de sincretismo, de los pueblos.
¿La lucha se va a ganar con los auspicios o financiamientos de aquellos que precisamente no quieren que cambie nada, o como se dice que algo cambie para que nada cambie? Por eso resulta inexplicable que en un comunicado de reciente difusión se hablen de los derechos de los pueblos originarios y en una parte del mismo se diga “nadie es dueño de lo que dios creó” ¿ en qué quedamos? ¿o es mero contrabando?
Pero en este texto, quiero transmitir mi indignación no hacia los hijos de puta que hacen de la vida una miseria y de la muerte una liberación. De esos y sus cómplices ya lo sabemos todo. Mi emputamiento es con los “luchadores sociales” de todos los signos y de todos los colores, esos que a través de sus ongs, partidos políticos, congregaciones religiosas, organizaciones sociales, educativas, culturales etc, claman a los cuatro vientos por la justicia, la ética, los derechos humanos.
Esos, entre una larga lista son, por ejemplo, Salomón Lerner Febres quien era Rector de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) y Presidente de la CVR (Comisión de la Verdad y Reconciliación) y tuvo y mantuvo como Presidente del Fondo Editorial de ésta al canciller de la mafia, quien sacó al Perú de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y de la Corte Penal Internacional: Fernando de Trazegnies (que, por supuesto, continúa en el cargo universitario) y cuyo nombre no apareció firmando el catálogo de la impactante muestra fotográfica de la CVR como se estila. ¿porqué? ¿por pudor? ¿por consideración?.
Proética (Consejo Nacional para la Etica Pública, integrada por Ipys, Transparencia, Asociación de Exportadores, Comisión Andina de Juristas) tiene entre sus miembros a Guido Lombardi, nada menos que en su Consejo de Etica Pública , a quien puso como su representante en la Comisión de Alto Nivel que investigó las irregularidades de Relaciones Exteriores en los tiempos de Fujimori, habiendo antes actuado como asesor de Alberto Bustamante Belaunde en el periplo que hicieron por el extranjero para promover la re-reelección del delincuente.
En un extenso artículo el diario La República dio a conocer el material clasificado que dicho individuo estaba fotografiando ¿pasó algo? no, sigue fungiendo de periodista serio y objetivo, como cuando entrevistó condescendientemente a Martín Rivas, el jefe del comando de las masacres de La Cantuta y Barrios Altos, y lo trató de señor . Lombardi también es miembro del Consejo Directivo de Ipys (Instituto Prensa y Sociedad), y miembro de Transparencia.
Felipe Ortiz de Zevallos, el que hizo tan “buenos negocios” en los tiempos del fujimontesinismo, dueño de Apoyo, la encuestadora favorita de Montesinos, habiendo un video en el que el siniestro personaje le dice al banquero Dionisio Romero que le pagaban US$ 10,000 por cada una, es miembro de la Asociación Civil Transparencia, adscrita a Transparency International.
¿Son estos “luchadores” los referentes morales que tiene el Perú? ¿después de tantas muertes, tantas marchas, tantos videos, tantos Choropampas, tantos Tambograndes, tantos Cajamarcas... tenemos que tolerarlos entre mesa y mesa, coctelito y coctelito?
Siempre que uno osa, ingenua y memoriosamente, mencionar esto empiezan con la monserga de las alianzas estratégicas. Las alianzas estratégicas, en el mejor de los casos, no son más que interesados acomodos, sobre todo de la conciencia, con lo cual se justifica todo y a todos, viniendo a ser el sustento de la corrupción del sistema.
La única alianza estratégica válida es con la reciprocidad, esa palabra que es sinónimo de la ética natural, un principio universal que rige al hombre cooperante con su especie y entorno, que no le permite hacer daño ni permite a otros que hagan daño. Un concepto que no debe reducirse al título de un congreso reciente organizado por la PUCP donde los “sabios” debatieron, debatieron y debatieron... y los otros escucharon, escucharon y escucharon... La reciprocidad debe ser una actitud actuante, vital y revitalizadora de la vida individual y colectiva. ¡Y los jóvenes a ser consecuentes y exigir consecuencia!
Cuando veo en las marchas de los que protestan o en comunicados o convocatorias por la verdad y la justicia social a todas estas gentes que le hacen tanto daño a sus iguales me pregunto ¿porqué los admiten, porqué no los separan, porqué no los señalan?. Es como imaginarse que los escraches argentinos fueran acompañados de los militares genocidas.
Como ejemplo puedo mencionar que estando en Iquique participando en un evento organizado por los ex presos políticos de Pisagua (uno de los tantos campos de concentración en la época de Pinochet) me enteré que en Santiago de Chile se estaba convocando a los familiares y víctimas de la violencia política a una misa católica por la justicia y la reconciliación ¿quien auspiciaba ésta? pues nada menos que la Fundación Pinochet. La cruz y la espada aliadas estratégicamente, como siempre.
¿Acaso la lucha contra la impunidad y la corrupción la vamos a ganar dejándonos acompañar, o peor aún participando en los eventos que auspician u organizan instituciones que cuentan entre sus miembros a estos depredadores?. Pues en todo caso ya sabemos porque pasa muy poco con la tan mentada justicia y por esto mismo no contarán conmigo, ya que en este caso, participar es consentir.
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