El tsunami ha dejado miles de víctimas mortales en el Asia. El fenómeno caracterizado por la arremetida de grandes olas que se sucedieron persistentemente y que sepultaron cuanto encontraron a su paso tiene un símil con el ejercicio de la política en el Ecuador.

Día tras día, los sectores económicos que controlan el poder político, nos inundan con sus acciones que copan la casi totalidad de los espacios de opinión pública, posicionan sus temas y colocan en los medios a sus “líderes” de uno u otro bando, mientras el 72 % de la población se debate entre la angustia de su destino, el desempleo, la migración forzada, la creciente reducción de la calidad de vida, el abandono y la pérdida acelerada de la identidad y la estima colectiva, de la mano con la ausencia de la soberanía y la dignidad.

El gobierno de Gutiérrez y sus aliados, tienen responsabilidad inmediata en lo que acontece en Ecuador a partir de su posesión. El entreguismo y la traición a la patria han caracterizado el período. La utilización que se hizo de un discurso “de moda”, permitió el engaño de un 20% del electorado. Su alineamiento con Bush, con el Plan Colombia, el Banco Mundial y el FMI; el complaciente pago de la deuda externa que eleva la ganancia de los “tenedores” de papeles; la creciente corrupción; hace de éste, un régimen heredero, meritorio y continuista, de sus antecesores.

Las contradicciones superficiales surgidas con sus iniciales aliados criollos, tratan de ocultar los tremendos conflictos que afligieron al país durante la mitad de su gestión y los hechos que se avecinan: la firma del TLC ANTIPATRIA con Estados Unidos; el reconocimiento de inmunidad de los crímenes probables que cometan los empleados, con uniforme o no, de origen estadounidense que invadan nuestro territorio; la inmolación de ecuatorianos en una guerra intestina de Colombia; la privatización y reparto de las empresas públicas y los recursos naturales como el petróleo y el agua.

La desgracia de este tsunami mediático criollo encuentra campo propicio en un pueblo apabullado, que ha borrado de su camino un proyecto político transformador de sus estructuras, eso que a los intelectuales posmodernistas les dio por llamar «utopía» y que era el programa de generaciones de mujeres y hombres comprometidos, de las clases sociales empobrecidas, de los obreros y los campesinos, junto a una propuesta de liberación nacional. Ese camino revolucionario que siempre permitió avizorar, a veces con fuerza y a veces con debilidad, una luz al final del túnel.

Hoy vivimos un cuadro de desestructuración de las organizaciones sociales, de dispersión de la alternativa política (alternativa por ser alterativa), de manejo ideológico del sistema, de crisis de dirección, de ausencia de una unidad ideológica y orgánica. Las otrora combativas y contestatarias organizaciones de izquierda han sucumbido en la trampa de sus propios vicios y en aquella tendida por los financistas, propagandistas y servidores de la estrategia de dominación global del Imperio.

Para comenzar a levantar cabeza nuevamente, y redireccionar las pocas fuerzas que quedan, debemos empezar por reconocer que la izquierda ecuatoriana ha sido derrotada coyunturalmente y que estamos cosechando los frutos de nuestros errores más visibles: visión miope y acomodaticia, falta de iniciativa e inventiva, abandono de la opción y compromiso con los pobres, sectarismo, infantilismo, renuncia al objetivo de toma del poder, entre otros.

Parte sustancial de la derrota ha sido el caer en la trampita dulce del protagonismo, en la política «formal», electorera, a costo de cualquier principio, para recoger desaforadamente algunas migajas del pastel del poder que se desbordan de la mesa servida para la oligarquía.

Los errores se han expresado en la pérdida, finalmente, del requisito indispensable para liberar la Patria: la Unidad. No aquella hipócrita consigna lanzada al viento, desgastada, fofa, sino la única y real, en la que todas y todos arrimen el hombro para conseguir los objetivos que favorezcan una patria digna, un pueblo soberano, una tierra libre.

Todas y todos deben ser convocados, con la única excepción de quienes, siendo connacionales, sirven a los intereses demenciales de la dominación imperialista, a la desaparición del Ecuador y a sus propios y desmedidos apetitos facinerosos.

La contradicción fundamental en este momento es entre el imperialismo más los sátrapas criollos y el ECUADOR.

Los disparos erráticos de las escopetas de sal, nunca serán más efectivos que la construcción seria de la más profunda y comprometida unidad entre las fuerzas patrióticas.

La Comuna propone que se convoque a un gran encuentro patriótico donde nos corresponda unificar los objetivos específicos de cada organización y patriota en un solo programa emergente de gobierno. Es la única vía que nos queda. Por supuesto nuestra organización no renunciará a su opción fundamental por los pobres.

Ecuador, enero 20 de 2005

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