John Bolton declaró en una ocasión que si los diez pisos superiores de la sede de la ONU desaparecieran la diferencia no sería muy grande. Pero durante las audiencias de esta semana en el Senado prometió «establecer una relación más estrecha entre Estados Unidos y la ONU» así como «restaurar la confianza» entre Washington y el cuerpo internacional. En la ONU no necesitamos precisamente a este John Bolton encantador. Necesitamos al viejo Bolton.
Solo en contadas ocasiones a lo largo de su historia ha sido la ONU capaz de lograr el consenso de los miembros de su Consejo de Seguridad y los principales éxitos diplomáticos de Estados Unidos no tuvieron nada que ver con la ONU. El problema radica en el derecho al veto del que gozan los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, sistema que los coloca en un plano de igualdad con Estados Unidos, lo que generalmente no es el caso. Si la ONU debe seguir siendo un foro político de oposición a Estados Unidos, los diplomáticos norteamericanos deberían marginarla en lugar de fortalecerla. La ONU no es capaz de prevenir los desastres humanitarios, eliminar las amenazas a la paz regional ni detener a los Estados partidarios del terrorismo. Los grandes tratados internacionales que funcionan (OMC, Unión Europea, OTAN) tienen poco que ver con la ONU. Estados Unidos debe recordar que en las Naciones Unidas el orden del día debe ser su demolición y que a veces eso se logra con mayor facilidad desde adentro.

Fuente
Los Angeles Times (Estados Unidos)

«Where’s the Old Bolton When We Need Him ?», por Eric A. Posner y John C. Yoo, Los Angeles Times, 19 de abril de 2005.