El cambio climático global será uno de los temas a debatir en la próxima cumbre del G-8.

Es un problema que hoy preocupa a todos pero que va acompañado de muchas confusiones y absurdidades que inciden en importantes decisiones políticas. Los líderes del G-8, que se darán cita a primeros de julio en Escocia, necesitarán tratar con mayor atención ese tema.

No se ha probado que la actividad humana provoque el calentamiento global

En la actualidad se observa la tendencia al aumento de la temperatura media global. Según datos proporcionados por 10 mil estaciones meteorológicas, se trata de una magnitud apenas perceptible: 0,6 grado centígrado registrado en el último siglo. No obstante, se afirma que tal calentamiento ya provoca procesos negativos, aunque científicamente nadie lo ha probado.

Vale notar que ese 0,6 grado centígrado se comporta de una forma bastante curiosa. En los años cuarenta, la temperatura había subido; en los setenta, bajado, y ahora ha vuelto a subir. O sea, es un proceso ondulatorio. El calentamiento de los años cuarenta era casi el mismo que se produce hoy.

En aquella época incluso había aparecido el término «Ártico fácil» porque los hielos no impedían a los barcos seguir la Ruta Ártica.

La actividad humana en aquel entonces era mucho menos intensa que ahora. Desde la Antártida acaba de regresar una expedición rusa con una noticia sensacional: las mediciones hechas en la parte central del continente blanco arrojan que ya apunta la tendencia al descenso de la temperatura. De modo que la Naturaleza sigue dando sorpresas.

Los científicos que redactan cada 5 años los informes sobre el clima, han comentado que la influencia de la actividad humana sobre el clima existe y que se trata de gases con efecto invernadero (dióxido de carbono, protóxido de nitrógeno, metano, freones y otros).

Se sabe que en 1880, en la época preindustrial, la cantidad del gas carbónico (CO2) alcanzaba 280 ppm (partes por millón, o cantidad de moléculas del CO2 correspondiente a cada millón moléculas del aire), mientras que ahora es 378 ppm. O sea, la cantidad del CO2 ha aumentado un 31% en comparación con la época preindustrial.

Es mucho, pero la temperatura ha subido tan sólo 0,6 grado centígrado. Hay una paradoja: en otros tiempos, la temperatura podía subir tanto un sólo grado como 12 grados, pero el contenido del CO2 nunca había superado 300 ppm. Es una contradicción que hasta ahora no ha sido explicada.

Considero que no se ha probado que haya relación alguna entre la actividad humana y el aumento de la temperatura. Al mismo tiempo puedo admitir que exista una combinación de dos factores: el factor Naturaleza y el factor humano.

Nivel del aumento peligroso de la temperatura

La Unión Europea ha determinado que la situación será peligrosa si la temperatura en el planeta aumenta 2 grados. Pero esa cifra no es científica porque ha sido establecida por vía administrativa.

Muchos investigadores coinciden en que la concentración máxima admisible del CO2 en la atmósfera es de 400 ppm. Los cálculos efectuados por nuestro instituto han mostrado que si incluso quemar en unas cuantas horas todo el combustible explorado y extraído en el planeta, la concentración del CO2 aumentará tan sólo en 800 ppm. Es el límite máximo y ya nunca lo superaremos por más que quisiéramos. En la historia de la Tierra hubo un período, el carbonífero, cuando ese indicador alcanzaba 6.000 ppm, pero la vida, como vemos, no se acabó.

O sea, para todos es importante saber qué sucederá en el intervalo de 378 ppm que tenemos hoy a 800 ppm, indicador que hipotéticamente sería alcanzado si llegar a quemar todo el combustible que hay en la Tierra.

Se pronostica que dentro de cien años la temperatura podría aumentar entre 1,4 y 5,8 grados (3 como promedio). Considero que ello no representa gran peligro para la humanidad. En cien años, por ejemplo, se espera que el nivel del mar suba 47 centímetros, y no será ninguna catástrofe incluso para las ciudades portuarias.

Cambio del clima y elevación del nivel de mar

El aumento de la concentración del CO2 y de la temperatura se suele vincular con la posibilidad de una subida catastrófica del nivel del mar. Esta es otra cuestión que requiere de un enfoque correcto.

En cien años, el nivel del mar ha subido entre 10 y 20 cm. Si sigue subiendo al mismo ritmo, no será nada catastrófico, digamos, para Londres, aunque sí podría serlo para su puerto. Entonces, se necesitaría acondicionarlo, construir nuevos muelles, etc.

En la ciudad rusa de Magadan (Rusia), por ejemplo, las mareas hacen que la diferencia de niveles del mar alcance 8 metros. Y no pasa nada. El puerto ha conseguido adaptarse y cuenta con varios muelles de distinta altura.

Cierto es que hay lugares (Bangladesh, por ejemplo) donde las ciudades quedan situadas en costas muy bajas, y si se espera que ocurra una subida considerable del nivel del mar, será necesario evacuar a los habitantes y alojarlos en otro lugar. Ello costará dinero, pero incomparablemente menos que se necesita para poner en práctica el Protocolo de Kioto.

Hay científicos que buscan el peligro global en la coraza de hielo que cubre a Groenlandia. Allí, el hielo va derritiéndose poco a poco y si la temperatura llega a subir tres grados, desaparecerá dentro de 3 mil años. Pero hay que entender que el nivel del mar en este caso irá creciendo sólo 1 ó 2 centímetros durante los primeros centenares de años.

El esquema más eficaz: científicos-políticos

Así las cosas, ¿qué decisiones podría aprobar el G-8 para que redundaran en provecho de la climatología? Antes que nada, se necesitaría realizar una investigación científica de envergadura para dejar bien claro qué nivel de elevación de la temperatura y de concentración del CO2 en la atmósfera podría ser tomado como admisible. No sólo los científicos, sino también los políticos y los gobiernos deberían aceptar ese indicador. A lo mejor, las personas se verían obligadas a ceder en algo, tal como suele ocurrir en situaciones extremas cuando todas las fuerzas se concentran para encontrar la mejor solución.

Los científicos deben saber qué es lo necesitan los políticos y éstos, a su vez, deben confiarles. Es el esquema más eficaz. Pero hoy, lamentablemente, existe cierta ruptura: los políticos a veces adoptan decisiones prescindiendo de lo que dice la ciencia.

El G-8 debe establecer sólidos lazos con la ciencia, y sólo entonces serán de provecho los encuentros que celebran los políticos.

Ria Novosti, 22 de junio 2005.