Entrevista concedida por Eleonora Mitrofanova, directora del Centro Ruso de Cooperación Científica y Cultural (Roszarubezhcentr, sigla rusa) a Mariana Belenkaya, analista de RIA «Novosti».

 La Sociedad Rusa de Vínculos Culturales con el Exterior (VOKS, sigla rusa) y la Unión de Asociaciones Soviéticas de Amistad y Vínculos Culturales con Otros Países (SSOD) siempre tenían el estatuto de organizaciones sociales.

Pero el Roszarubezhcentr, su derechohabiente, forma parte de la estructura del Ministerio de Exteriores. ¿En qué grado el estatuto oficial adquirido ha influido sobre la actividad que desarrolla la organización?

 En efecto, la SSOD era una organización social, aunque en la época soviética todas las organizaciones de este tipo de hecho eran públicas, se financiaban de una misma fuente y estaban sirviendo a una misma ideología. El Roszarubezhcentr es una organización oficial, la que en un comienzo dependía del Gobierno y hoy día forma parte del Ministerio de Exteriores de Rusia. Tiene una hermana gemela: la Agencia de Cooperación Internacional de Rusia (RAMS), también una derechohabiente de la SSOD, con estatuto de organización social. Con el cambio de nuestro estatuto no ha cambiado la esencia de nuestra actividad.

Igual que antes, en nuestra labor socio-política nos posicionamos como un club de debates libres, en el que se encuentran diversas fuerzas políticas. Seguimos desarrollando la cooperación cultural. Lo único que ha cambiado es el aspecto financiero. En la época soviética, la SSOD recibía cuantiosas asignaciones, pero los recursos que recibimos ahora alcanzan, fundamentalmente, para pagar los salarios. De hecho no recibimos nada para los programas que estamos desarrollando.

 ¿Y qué les resulta como consecuencia de ello?

 Con el dinero muy escaso de que disponemos intentamos organizar exposiciones, establecemos contactos con casas editoras que nos proporcionan libros gratis. Este año, por vez primera durante los últimos 15 años, todos nuestros centros ubicados en el exterior recibieron de nosotros libros para completar sus bibliotecas. En nuestro trabajo nos valemos, fundamentalmente, de nuestros contactos personales, lo que no es correcto para una institución pública. En mi opinión, se comete un error con no financiar debidamente a una estructura que se ocupa de garantizar la presencia cultural de Rusia en el exterior. Hasta Polonia y Hungría financian mejor sus centros análogos. Esta es la causa por la que actualmente tenemos nuestros centros sólo en 44 países (sin contar los abiertos en los Estados de la CEI y del mar Báltico), mientras que en 1990 los teníamos en 126.

 ¿Su número se redujo porque habrán cambiado las prioridades?

 Francamente dicho, nos fuimos de allí por faltarnos dinero. Aunque también las prioridades han cambiado. En la superficie están otros intereses. Por ejemplo, se cree que ya no necesitamos tanto a los países de África. Aunque la libre empresa rusa ya se está abriendo paso hacia el continente africano. Pero nosotros nos fuimos de allí, y ya a nadie le interesa quién va a impartir conocimientos al personal que va a trabajar con nuestras compañías. En mi opinión, debemos regresar a los países que no se enfocan en Rusia como prioritarios en la medida en que allí entran nuestros hombres de negocios.

 ¿O sea para formar a futuros profesionales?

 Así es. Procuramos llevar adelante esta labor. Hoy día, después de haber perdido la mayoría de nuestros centros africanos, organizamos la labor en cuantos nos quedan - en Congo, Etiopía, Zambia y la RSA - según el principio regional. A través de esos centros intentamos atraer a los jóvenes africanos que desean estudiar en centros docentes de Rusia. En esta labor nos ayudan enérgicamente las asociaciones de los ex egresados de éstos, las que existen en muchos países africanos. Desarrollamos esta misma labor también en América Latina.

 Si he entendido bien, vuestra labor en los países «no prioritarios» se reduce a enganchar estudiantes...

 Lamentablemente, así es. Resulta muy complicado dirigir allá delegaciones u organizar giras. La compañía aérea rusa Aeroflot no realiza vuelos a la mayoría de tales países, por lo que surgen problemas hasta con el envío de manuales, libros y películas. No obstante ello, procuramos hacer lo máximo: aprovechamos las visitas de las delegaciones oficiales, enviamos material por correo electrónico. Pese a todas las dificultades con que chocamos, logramos organizar exposiciones, exhibir filmes y hasta enviar personalidades de cultura de vez en cuando. Organizamos, por supuesto, encuentros de los egresados de los centros docentes soviéticos y rusos. Las asociaciones de tales personas desempeñan un importante papel en la propaganda del sistema de enseñanza ruso. Además, los estudios en Occidente cuestan mucho más caro. Creo por ello que la afluencia de estudiantes de los países del tercer mundo no va a disminuir.

 ¿Se conceden becas?

 Sí, Rusia otorga 7 mil becas de Estado para los ciudadanos de otros países deseosos de estudiar en centros docentes rusos. De este número, el Roszarubezhcentr dispone de 100 becas, las que puede ofrecer a los candidatos seleccionados en sus representaciones.

 ¿Qué derroteros son prioritarios actualmente?

 La CEI y los países bálticos, sin lugar a dudas. Son importantes, en primer lugar, porque allí viven muchos de nuestros compatriotas. Tenemos un vasto campo de trabajo, allí hay que partir del cero, crear la infraestructura. Para abordar esta labor hace falta que las respectivas decisiones se tomen a nivel federal. De momento nuestros representantes en dichos países trabajan en el marco de las embajadas de la Federación de Rusia. Mas ello no es suficiente. En el espacio postsoviético se debe crear no solamente centros culturales de Rusia en las capitales, sino también redes de la presencia rusa.

 ¿En qué debe consistir esto último?

 No basta con tener un centro cultural en la capital. El Roszarubezhcentr debe tener sus representaciones también en otras ciudades. Puede tratarse de los centros que dispongan de todo lo necesario: tengan su sala de actividades artísticas, biblioteca y círculos de interés. Pero allí donde no existe tal posibilidad, podrían utilizarse estructuras ya existentes como, por ejemplo, centros docentes, bibliotecas o museos locales.
 ¿De qué se ocuparían tales centros?

 Se puede elaborar programas de estudios a distancia, lo que atraería a un mayor número de jóvenes a nuestros centros docentes, organizar intercambios culturales.

Además, ello es actual no solamente para la CEI. Los intercambios juveniles contribuyen a promover el idioma ruso, así como ayudan a la gente a conocer mejor a Rusia y encariñarse con ella.

 ¿Se trata no solamente de trabajar con los compatriotas?

 No, por supuesto. Los intercambios juveniles es una labor que se desarrolla en todo el planeta. Pero nosotros la realizamos en mínimo grado. Existen unos cuantos programas supervisados por el Ministerio de Enseñanza Pública, y nada más. Y es que se trata de un colosal recurso humano, el que estamos perdiendo. En EE UU, por ejemplo, entienden la importancia de tales programas y gastan en intercambios juveniles de 600 a 800 millones de dólares al año. EE UU procura mantener contactos con quienes estudiaron o trabajaron en EE UU. También nosotros deberíamos hacerlo. Pero para ello se necesita dinero. El entusiasmo solo no basta para alcanzar serios resultados. Nuestro problema fundamental es la financiación. La situación en que estamos se configuró en la época en que en el fisco realmente no había dinero, y no podíamos permitirnos el lujo de desarrollar contactos humanitarios. Hoy día la situación política y económica es distinta, pero el dinero no se asigna.

 ¿Hay esperanza de que la situación mejore?

 Por supuesto, abrigamos tales esperanzas. Da la impresión de que se comprende siempre más la importancia de la actividad humanitaria. Hace poco, en el marco de la reunión en la cumbre de la CEI celebrada en Kazan, se firmó un convenio de cooperación humanitaria. Para fortalecer la presencia rusa en la CEI, se debe fomentar su componente humanitario: organizar universidades conjuntas, sucursales de centros docentes de Rusia, representaciones del Roszarubezhcentr en ciudades grandes, intercambios juveniles, foros de intelectuales, estudios para los niños talentudos, etc. Si lo hacemos, la situación cambiará. No se trata de gastar un dineral en ello, hacen falta unos 18 - 20 millones de dólares para desarrollar nuestra labor en la CEI. Para el actual presupuesto ruso ello no es mucho.

 ¿Podrían ayudar los empresarios en la realización de tales proyectos?

 Algunos ya lo hacen. Pero los hombres de negocios suelen invertir dinero sólo cuando esperan obtener un rendimiento, además les gusta participar en proyectos resonantes. Por ejemplo, cuando se realizan acciones grandes, especialmente con motivo de una visita del presidente, se encuentran muchos deseosos de participar. Pero si se trata de financiar los estudios de unos cuantos jóvenes, surgen numerosas preguntas. Se encuentran patrocinadores dispuestos a ayudarnos a acondicionar aulas en escuelas o a organizar ciertas actividades concretas, pero de momento no podemos contar con la participación de ellos en la realización de programas a largo plazo.

 ¿El proyecto más importante es el de promoción del idioma ruso?

 Dicho programa no dejó de funcionar después del desmoronamiento de la URSS. En la época soviética, el Estado financiaba los cursillos del ruso que se organizaban en el exterior, a la par con la financiación de otros proyectos. Pero a partir de los años 1990 nos vimos obligados a reorganizar por completo nuestra vida.

Nos fuimos de casi 70 países, y en aquellos en que nos quedamos tuvimos que luchar por sobrevivir. Los cursillos del idioma ruso eran uno de nuestros recursos de supervivencia. Quiero señalar a propósito que estoy en contra de los cursillos gratuitos, porque lo gratuito no se aprecia, como regla. Actualmente, nuestros cursillos funcionan según el principio de resarcimiento. Los gastos equivalen a los ingresos, las ganancias son nulas. No nos proponemos el objetivo de obtener dividendos, pero podríamos invertir dinero en nuestro desarrollo: acondicionar laboratorios lingafónicos, adquirir buenos equipos técnicos, completar bibliotecas, liquidar la escasez de manuales, etc. Nuestro sistema de autorresarcimiento no nos permite hacerlo. Es por eso que en 1990 en nuestros centros a los cursillos del ruso asistían 600 mil personas, y actualmente solamente de 6 a 7 mil.

 ¿Habrá decaído el interés o ha empeorado el nivel de la enseñanza?

 En primer lugar, porque, según dije, nos fuimos de 70 países. Además, en muchos Estados de Europa del Este o la CEI ha desaparecido la necesidad política o ideológica de estudiar el idioma ruso. Pero ya van surgiendo nuevas tendencias relacionadas con el pragmatismo y la libre empresa. Se observa un creciente interés hacia la lengua rusa en los países como Turquía y Egipto, donde reciben a muchos turistas de Rusia. En China también estudian el ruso, especialmente en las zonas fronterizas. El país donde más se habla el ruso es Mongolia. Desde la época soviética el idioma ruso sigue enseñándose allí en las escuelas secundarias. Pero, en general, el interés ha decaído en el mundo. Para mantenerlo, se necesitan causas objetivas, en primer lugar el desarrollo de vínculos económicos. Al propio tiempo quiero señalar que las tareas de nuestros centros culturales no se reducen a organizar clases del idioma ruso. La labor que allí se desarrolla es mucho más amplia y consiste en coordinar, promover y organizar proyectos relacionados con la cultura y la ciencia de Rusia. Su tarea fundamental radica en inculcar interés hacia Rusia y formar su imagen positiva.

 Además de la CEI y los países del mar Báltico, ¿a qué otros derroteros hace falta dedicar atención?

 En primer lugar, a los Estados del G8. En muchos de éstos no hay nuestros centros culturales, a pesar de que se mantienen enérgicos contactos políticos, económicos y culturales y allí existe una activa diáspora rusa. Por ejemplo, no los hay en Gran Bretaña e Italia. Además, es necesario ampliar vínculos con Asia, en particular con China. Tenemos previsto abrir nuestro centro en Israel. Este tema fue debatido durante la visita del presidente de Rusia, Vladimir Putin, a Jerusalén. Ya estamos buscando local allí.

 La labor en Israel no será fácil, por lo visto. Gracias a que allí hay numerosos emigrados de la URSS, entre nuestros países ya existen enérgicos intercambios culturales y humanitarios. ¿Qué nicho ocuparía allí la representación del Roszarubezhcentr?

 Sí, allí existen sus condiciones específicas. Pero nuestro centro podría y debería coordinar la labor de aprendizaje del idioma ruso. También podría asumir funciones sociales, por ejemplo, preocuparse por los veteranos que residen en Israel.

 ¿Se extendería el trabajo del centro tanto a Israel como al territorio controlado por la Autoridad Nacional Palestina? Pues en éste también hay numerosos ciudadanos de Rusia y egresados de centros docentes soviéticos.

 En este tema hay muchos matices políticos. Sin lugar a dudas, también en el territorio palestino debe haber un centro cultural ruso, pero no estoy segura de que una misma representación pudiese trabajar tanto con los israelíes como con los palestinos. Es probable que la labor con éstos últimos debiera desarrollarse a través de los centros que tenemos en los países árabes, por ejemplo en Siria y el Líbano, así como en El Cairo y Alejandría. En esos centros trabajamos enérgicamente con la población local, hay mucho interés hacia los cursillos del ruso, se muestran muy activas las asociaciones de los egresados de los centros docentes de la URSS y Rusia, se desarrolla una vasta labor de ilustración cultural.

 ¿Cómo se organiza el trabajo con la diáspora rusa en los países de Occidente?

 La diáspora allí es muy heterogénea. Entre nuestros compatriotas hay gente muy activa que abrió sus cursillos del idioma ruso, jardines de infancia rusos y publica periódicos en ruso. Como regla, nuestros representantes están en contacto con ellos. En la época soviética, la diáspora, como regla, evitaba contactar con nuestro centro y la embajada, pero hoy día todo ha cambiado. Nosotros siempre recibimos a gusto a nuestros compatriotas.

 ¿De qué modo va a celebrarse el 80 aniversario del Roszarubezhcentr?

 Estamos recibiendo felicitaciones de muchos países del mundo, asociaciones de amistad y Gobiernos. Hemos diseñado una insignia muy bella "Por el aporte a la causa de la amistad", y la vamos a entregar en todos nuestros centros. Hemos organizado varias actividades festivas. Con la ayuda de RIA «Novosti» hemos montado interesantes exposiciones gráficas. En Moscú, el titular de Exteriores de Rusia, Serguei Lavrov, dará una recepción con motivo de nuestro aniversario, a la que asistirán diplomáticos, miembros del Gobierno, parlamentarios, políticos, personalidades públicas y de la cultura. Más cerca a la Navidad vamos a organizar también una recepción para los activistas de la RAMS.

 ¿Qué proyectos se prevé realizar próximamente?

 Estamos elaborando una serie de actividades para nuestros centros culturales, por ejemplo, con el motivo de los aniversarios de Alexander Ostrovski y Fiodor Dostoyevski que van a celebrarse este año. Queremos montar en nuestros centros espectáculos inspirados en piezas de Ostrovski e interpretados por actores de teatros estudiantiles y juveniles. Estamos preparando la presentación de la película «El idiota», según Dostoyevski, a la que asistirá el equipo de rodaje. Vamos a organizar exposiciones gráficas de esta temática. Luego vienen los aniversarios de los pintores Vrubel y Kandinski. Seguimos realizando el ambicioso proyecto «Alejandro del Nevá», al que se dio comienzo el 9 de mayo, en el marco de la celebración del 60 aniversario de la Victoria. Tenemos elaborado un vasto programa de temas políticos y sociales. Pensamos crear el Centro del Diálogo, en que prevemos debatir con participación de expertos temas actuales para los países de la CEI y el mar Báltico. En sus reuniones se discutirán, entre otros, problemas de las diásporas y de relaciones bilaterales. Vamos a organizar encuentros extraoficiales con la prensa, a las que van a asistir también expertos. Esperamos que esas reuniones sean de mucha utilidad, porque se podrá tratar problemas apremiantes que es difícil plantear en el nivel oficial. O sea que nos espera mucho trabajo, y esto nos alegra.

Fuente
RIA Novosti (Rusia)