Algunos compañeros de izquierda y de extrema izquierda no vacilan en soñar con la revolución que nunca tuvieron el valor de hacer, a no ser en sus sueños. Y ahí están abrazándose ahora. El nuevo proletario, a sus ojos, es ese joven, el djeune de los suburbios, que se la juega en Nike y en Sergio Tacchini y cuya única aspiración es rodar un Merco. ¡Eso es ser proletario…!
Helos ahí, un buen día, casi todos ateos convencidos, salidos a conquistar al electorado musulmán. Mucho antes que el camarada revoltoso, algunos observadores pudieron presenciar, dudosos, el surgimiento del camarada barbudo. El indígena que debía rebelarse contra el poder colonialista y cuya salvación estaba en la religión. A pesar de que algunos camaradas se hayan sentido incómodos, no dijeron ni una palabra. Después de todo, eso no afectaba demasiado a la revolución y el grupo sólo pedía crecer. Algunos que nacieron musulmanes recordaron también a los camaradas que el opio de los pueblos no eran sus tazas de té, pero no fueron escuchados, sino lo que fue peor, fueron expulsados.
Después de múltiples transacciones, el camarada barbudo, que se había instalado dondequiera que el camarada revolucionario le abrió espacio, no era ya oído, él trabajaba. ¿En qué? En la revolución proletaria y religiosa. Sí, lo sé, es una noción bastante rara, pero ustedes la entenderán muy pronto. Además, no tienen otra opción. ¿Acaso la última fiesta de la Huma no se dedicó a esta nueva forma de revolución proponiendo a los camaradas una paella hallal? ¿Cuándo será la próxima fiesta de la Huma donde corran los jugos de fruta y los discursos de Qaradawi?
Hay muchas voces que se alzan tímidamente en un llamado de alerta. Cuidado, los revoltosos no tienen nada de revolucionarios, destruyen por el placer de destruir. ¡Serían una turba de delincuentes! ¿No? No, no es posible. El camarada revoltoso destruye porque es consciente de pertenecer a la comunidad indígena humillada por el poder colonialista. Es sencillo. No finjan que no entienden, ¡ustedes, montón de burgueses incorregibles!

Fuente
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«Le camarade émeutier : Révolution, mon cul !», por Véronique de Sà Rosas, Site du MMLF, 7 de noviembre de 2005.