Apartir de los años ochentas, los politólogos del stablishment en Ecuador coincidieron en que la gobernabilidad se basa en el fortalecimiento de la “institucionalidad democrática”, organizada entorno a un sistema presidencialista. Pero aunque los mandatarios hayan sido legítimamente elegidos, no han podido ejercer su gobierno sin el respaldo del poder Legislativo, al cual la última Asamblea Constituyente de 1998 trató de limitarle al máximo sus atribuciones.

Es precisamente en estas instituciones del Estado donde los intereses económicos-políticos contrapuestos de las distintas facciones de la oligarquía ecuatoriana han provocado conflictos que han desembocado en crisis políticas severas, que han traído consigo la pérdida de credibilidad en dichas instituciones y la necesidad cada vez más impostergable de realizar un cambio radical y profundo del poder político del Estado.

Claro que las crisis políticas también tienen su origen histórico en la presión que ejerce la lucha de los pueblos por defender sus derechos y por conquistar cada vez más espacios democráticos.

En los últimos 10 años, la lucha de los sectores sociales contra la política neoliberal y proimperialista provocó la caída de tres presidentes (Abdalá Bucaram, Jamil Mahuad y Lucio Gutiérrez). Sin embargo, no han logrado tener como corelato un cambio general y profundo de las estructuras del Estado; estas acciones más bien han sido capitalizadas por los grupos de poder económico y político en favor de sus intereses de clase. Cuando la dominación de clase está en riesgo, se impone en esos grupos la unidad de sus distintas facciones.

Solo cuando los pueblos logren sostener una lucha política unitaria por el poder, esas crisis políticas se habrán resuelto en su favor.

El derrocamiento de tres presidentes neoliberales marcó la crisis

El gobierno del populista y líder del Partido Roldosista Ecuatoriano (PRE), Abdalá Bucaram, que se posesionó en agosto de 1996, inició el año 1997 aplicando un paquetazo económico contra el pueblo ecuatoriano. Elevó los impuestos a los combustibles y consumos especiales, suprimió los subsidios al gas, teléfonos y electricidad, congeló y redujo el salario mínimo vital e incrementó las tarifas de transporte público, entre otras medidas de este tipo, típicas de un gobierno neoliberal. Esto hizo que estudiantes, campesinos, trabajadores e indígenas se levantaran en todo el país, en un movimiento que fue creciendo paulatinamente hasta concluir con el derrocamiento del mandatario el 7 de febrero de 1997.

La mayoría legislativa conformada por la Democracia Popular (DP), Partido Social Cristiano (PSC) e Izquierda Democrática (ID) lo cesó de sus funciones “por incapacidad mental” y no por haber hecho un gobierno neoliberal, de afectación a los pueblos. Entró en escena el juego sucio de la oligarquía ecuatoriana y el control fue retomado por ella.

Durante el interinazgo de Fabían Alarcón, la crisis política seguía latente, porque su gobierno seguía la línea de los grupos de poder y los pueblos continuaron luchando contra ellas, aunque Alarcón logró concluir con su corto mandato. Luego llegó al poder el demopopular Jamil Mahuad, el 10 de agosto de 1998. A un mes de iniciar el gobierno se elevaron los precios del gas de consumo doméstico en el 510 %, las gasolinas en el 15,5%, las tarifas eléctricas en el 353%. Las organizaciones populares empezaron las movilizaciones para rechazar la política neoliberal y fondomonetarista que Mahuad aplicaba, nuevamente, contra el pueblo.

En enero de 1999 se aplicó un nuevo aumento del 35% al gas, acompañado de un incremento mensual del 2% en relación a la devaluación del sucre frente al dólar. El desempleo abierto abarcaba el 14% de la PEA y el subempleo bordeaba el 46%, la moneda ecuatoriana se devaluó de 5 400 hasta 13 000 sucres con relación al dólar, esto es en el 131%. Mahuad afectó gravemente la soberanía nacional al decretar la dolarización, que nos restó soberanía monetaria; al firmar una paz con el Perú, con la que se cercenó gran parte del territorio ecuatoriano; y con la autorización para la instalación de militares norteamericanos en la base aérea de Manta.

Finalmente Mahuad enterró su gobierno con un feriado bancario que protegió a la bancocracia de su crisis y permitió el robo de los ahorros del pueblo ecuatoriano. Las protestas de los sectores populares encabezados por los estudiantes, campesinos, trabajadores e indígenas; nuevamente participes de la idea del cambio social y político del país, terminaron con este gobierno el 21 de enero del 2000.

Gustavo Noboa, sucesor de Jamil Mahad, continuó con la política neoliberal y, principalmente, fortaleciendo la dolarización en el Ecuador y tratando de impulsar a toda costa las privatizaciones. También fue víctima de una profunda crisis política que muchas veces lo tuvo al borde del derrocamiento; enfrentó grandes movilizaciones populares e indígenas y terminó su gobierno sin pena ni gloria, hoy es un reo de la justicia.

Vino el capítulo de Lucio Gutiérrez Borbúa, quien se convirtió en la imagen visible del levantamiento que destituyó a Mahuad. Con un discurso de defensa de los sectores populares y con la esperanza de empezar un gobierno para el pueblo, en medio de un país convulsionado por la crisis política-económica y el rechazo a los partidos de la vieja oligarquía neoliberal, Gutiérrez llegó al poder en enero de 2003, con el apoyo de los sectores populares representados políticamente en Pachakutik y el MPD.

Gutiérrez sin embargo, traicionó el “Programa de Gobierno por un nuevo Ecuador” firmado con los sectores populares. Inició otro gobierno neoliberal más contra el pueblo. La política y discurso giro rápidamente a la derecha, adoptando un programa abiertamente pro imperialista, aplicando los planes del FMI y manteniendo la dolarización, negociando el Tratado de Libre Comercio con EE.UU (TLC) y apoyando el Plan Colombia con la presencia de tropas norteamericanas en la Base de Manta. Recuperó de alguna forma la economía nacional adquiriendo nuevas deudas con los organizamos internacionales y calificándose como el mejor aliado de los Estados Unidos. Confirmó su alianza con los sectores políticos de la derecha ecuatoriana, luego que el Movimiento Popular Democrático (MPD) y Pachacutik, decidieron, acertadamente, quitar el respaldo a un gobierno totalmente neoliberal.

El movimiento indígena quedó dividido, mientras el MPD y los sectores populares, aglutinados en el Frente Popular, se mostraron con mayor capacidad de movilización en las protestas contra Gutiérrez, acciones que habían iniciado meses atrás.

Las políticas de ajuste impuestas por el FMI, las pugnas interburguesas y un incesante y creciente protagonismo del movimiento popular que ha luchado contra el latrocinio y la corrupción, por trabajo, bienestar y democracia, fueron los ingredientes principales para que Lucio Gutiérrez fuera derrocado el 13 de abril del 2005, pese a que el movimiento “Forajido”, dirigido por la derecha ecuatoriana como la Izquierda Democrática, terminaron siendo para la prensa burguesa los principales protagonistas.

Actualmente, como los sostuvo el analista Guido Proaño en OPCIÓN: “La crisis política es de tal naturaleza que lo presentado coyunturalmente como una alternativa; se convierte en factor determinante para una nueva crisis, que se extiende a toda la institucionalidad burguesa, ahogada por falta de credibilidad y del rechazo de la población. Termina un año (2005) en que se ratifica el estruendoso fracaso del neoliberalismo, en el que se descubre y redescubre más que los pueblos no tienen salida en el marco del sistema capitalista. Viene otro año en el que a las frustraciones y desesperanzas del pueblo, con seguridad, le sobrevendrán la fuerza de sus luchas y movilizaciones por sus derechos, que frente al entreguismo y a la explotación fortalecerá sus propuestas, su unidad y organización por la soberanía y la independencia”.