A pesar del triunfo que representó para el movimiento colombiano de mujeres el haber logrado que los partidos principales llegaran a un acuerdo de paridad con implicaciones sobre la presencia de mujeres en las listas, estando escrutados la mayoría de los votos del pasado 12 de marzo, la participación de las mujeres no se vio significativamente incrementada, de hecho, en la cámara de representantes se redujo. Lo que si fue distinto en estas elecciones fue el posicionamiento del tema de género en los discursos públicos de los partidos y en los de las candidatas y algunos candidatos. En elecciones pasadas, y según afirmaciones de la mayoría de las involucradas, el mencionar temas de género en campaña podía implicar perder votos o el respaldo del partido. En estas elecciones, por el contrario, habiéndose ya despejado el camino con el acuerdo de paridad y habiéndose posicionado el tema de género como una de las preocupaciones que debían atender los candidatos, más candidatas mujeres estuvieron dispuestas, aunque sumariamente, a incluir el tema en sus plataformas. Claro, las mujeres del partido liberal y polo democrático lo hicieron de manera más enfática y comprometida, pero ciertamente el tema no fue tabú para ninguna candidata.

Convencidas de que la presencia de mujeres en el Congreso, aún si todavía no representa una masa crítica, debería transformar tanto la agenda legislativa, las maneras en las que se aproximan los diversos temas como el funcionamiento al interior del Congreso, nos gustaría aportar algunas ideas sobre cuáles temas y cuáles preocupaciones podrían impulsar las mujeres que el 20 de julio iniciarán (o continuarán) su período. Aunque sería ideal que más mujeres fueran senadoras y representantes a la Cámara, en este momento es más importante pensar qué pueden hacer en las circunstancias actuales en relación con: el contenido de sus propuestas, el compromiso con los temas de género, las coaliciones que las congresistas logren formar para fortalecer sus posiciones al interior del Congreso, el impacto que puedan tener en la manera como se percibe el ejercicio del poder por parte de las mujeres y las transformaciones que logren en el espacio de trabajo.

Las plataformas de las mujeres que resultaron elegidas revelan tres aproximaciones a los temas de género. Para algunas, los temas de género son inseparables de la protección de la familia y de los niños. Muchas de las propuestas giran en torno a la protección de madres cabeza de familia. Existe, sin embargo, mucha legislación vigente encaminada a la protección laboral, crediticia, en salud y en educación de las madres cabeza de familia. Tal vez el aspecto que ha dejado de lado la legislación y que, incluyendo a las madres cabeza de familia, protegería también a otro grupo de mujeres marginadas o excluidas, es el de la cobertura universal y responsabilidad social del cuidado de los niños. En este sentido se podrían proponer leyes creando un sistema de incentivos para distribuir la responsabilidad del cuidado de los niños entre hombres y mujeres y socialmente.

Para otras, los temas de género son inseparables de la salud sexual y reproductiva de las mujeres. Así como en el tema anterior existe mucha legislación vigente, toda la que incorpora los tratados internacionales ratificados por Colombia, y por eso se podría entender que es un asunto más de implementación que de nueva legislación. Sin embargo, nueva legislación podría ser importante para garantizar los derechos de las mujeres en la relación médico-paciente. Por ejemplo, se deberían crear normas generando incentivos para que los médicos provean a las mujeres con la mayor cantidad de información sobre su salud sexual y reproductiva, así como para garantizar que sean tratadas como individuos autónomos y no meras extensiones de sus hijos y esposos.

Finalmente, para otro grupo, el tema de género se relaciona con el igual acceso de las mujeres al trabajo. En este tema como en los anteriores la legislación es abundante. La Constitución misma consagra el principio de la igualdad en cuanto al acceso, promoción y capacitación de los trabajadores. A pesar de lo anterior, hace falta legislación que defina las maneras concretas en las que a las mujeres se les impide igual acceso, promoción y capacitación puesto que los jueces al interpretar las cláusulas generales normalmente no perciben los mecanismos sutiles por medio de los cuales opera la discriminación.

De otro lado, aunque las mujeres elegidas vienen de partidos con ideologías muy diversas, incluso podría decirse que opuestas, el posicionamiento de esta agenda va a implicar que logren acuerdos mínimos en torno a qué podrían impulsar de manera conjunta y que logren encontrar aliados dentro del Congreso entre los miembros hombres. Igualmente es clave que mantengan un contacto cercano con el movimiento de mujeres, que cuenta con una gran experiencia en cuanto a las estrategias para lograr la aprobación de legislación progresista, como con gran conocimiento técnico sobre la realidad de las mujeres en Colombia y el mundo, así como con las mujeres que dentro de la academia han venido pensando en cómo transformar esta realidad utilizando la legislación.

Pero si los anteriores son retos importantes, aún más difícil y significativo va a ser que las mujeres de este Congreso transformen las percepciones públicas sobre el papel de la mujer en la política y las dinámicas cotidianas del trabajo al interior dela institución. En este sentido, podrían trabajar por descentrar el tema de la estética en la manera en la que los medios las describen. Es decir, manifestarse frente al uso que hacen los medios de comunicación de la belleza y el vestuario para castigar el trabajo de algunas mujeres en la política, cuando esto mismo no se les exige nunca a los hombres. También podrían trabajar en contra de los estereotipos sobre la mujer agresiva o demasiado pasiva, transparente o demasiado corrupta y frígida o demasiado enamoradiza, para proponer que las mujeres, al igual que los hombres, somos mucho más diversas y complejas y nos mueven múltiples intereses. A los hombres no solamente no los juzgan de acuerdo con estas dicotomías, sino que nunca tratan de encasillarlos dentro de estos intereses.

Las mujeres en el Congreso también deberían mostrar a través de sus prácticas cotidianas que sus propuestas de transformación a nivel macro son posibles. Así, por ejemplo, deberían ser enfáticas en dar oportunidades iguales a las mujeres al momento de conformar sus unidades legislativas. Por otra parte, deberían promover la flexibilización del horario de sus subordinados, facilitando el trabajo de hombres y mujeres padres de familia, de mujeres cabeza de familia y mujeres que quieran capacitarse. Finalmente, sería importante que a través de sus acciones materializaran el respeto y la democracia en el lugar de trabajo, dando igual consideración a todos sus subordinados y valorando los aportes intelectuales y no intelectuales de los que conforman su equipo.