Me parece importante que pensemos cuál es el sentido de una carrera de abogacía en las Madres. Sobre todo cuando sabemos que existe una Universidad Pública -de la que muchos de los que participamos de este emprendimiento formamos parte-. La respuesta es que, al igual que muchas otras instituciones de nuestra patria, la Universidad Pública ha sido diezmada, fracturada en su razón de ser histórica, quebrada en su rol social transformador. Es cierto que quedan numerosos aportes aislados que reman diariamente en una tarea sacerdotal para sostener el nivel académico y de contenidos. Pero debemos aceptar que nuestros aportes aislados no son suficientes a la hora de medir el producto resultante. Podemos afirmar sin equivocarnos que el campo nacional y popular, no tiene, desde la década del sesenta, un espacio institucional universitario, sistemático y racional, dirigido al estudio y desarrollo de sus intereses.

Las carreras de Derecho, en las universidades públicas y también en las privadas de diversa extracción, han definido un modelo emergente único de profesional. Es el que en nuestros desarrollos clasificamos, pese a lo mal que suena, como el “abogado mercenario”. Es un profesional cien por ciento instrumental y doscientos por ciento funcional. Acrítico. Falto de compromiso social. Amoral. Sumiso. Obediente. Simpático ente recolector de normas vigentes dispuesto a aplicarlas a cualquier situación que lo requiera, sin saber, ni querer saber cuál es el efecto de su acción profesional, sin querer interferir en el sacrosanto e inmutable reino de las normas. Es el abogado que cree que la igualdad ante la ley es un hecho, que la ley es conocida por todos y que la norma está para ser cumplida aún cuando la solución sea injusta.

Es cierto que en el producto universitario hubo excepciones. Es real también que esas excepciones son pocas y es muy concreto que la regla es la de formar profesionales dispuestos a todo.

Sólo eso explica por qué en la mayor parte de las facultades de Derecho se ha atomizado el conocimiento, pretendiéndose una formación supuestamente especializada, que de tan molecular impide cualquier aproximación al todo. Esa fragmentación cognoscitiva tiene un claro contenido de dominación. Confunde. Ciega. Impide la acción y la dirección.

Sólo ese proyecto de profesionales zombies permite entender por qué se han cuasi eliminado en los programas de estudio las materias basales que hacen a la formación histórica, ideológica y a la calidad integral del producto universitario. Así, fueron transformadas en residuos materias fundamentales como Filosofía Jurídica, Sociología, Historia, Historia del Derecho, Economía, Derecho Romano. Se las reemplazó por centenares de pequeños cursitos que pretendían integrar algún aspecto de la realidad. Nada más efectivo para que nada sea efectivo.

La universidad pública fue aislada del campo social. Su concepción fue insular. No implica esto que las universidades carezcan de plan político. Su plan político está cada día más alejado de los intereses del pueblo y de la Nación. Nótese sin más cuál es la composición de los institutos de estudios especializados de la carrera de Derecho en la Universidad de Buenos Aires, quiénes son los auspiciantes, de dónde surgen los fondos que los sostienen y cuáles son los paradigmas de estos falsos “mecenas”.

Las violentas y críticas jornadas que vive por estos días la Universidad de Buenos Aires, y lo digo no sin pena, pues la quiero y a ella pertenezco como profesor por concurso, son el reflejo de lo que acabo de reseñar. No se reduce la cuestión a la historia personal de un decano que quiere ser rector. La crisis es la muestra más acabada del deterioro institucional, de la carencia de proyecto nacional, de la mediocridad, la rapacidad y el desprecio por las necesidades populares que mueve los intereses de quienes conducen sus destinos.

Frente a este cuadro, y luego de muchos años de luchar en su defensa, no vamos a abandonar el campo de la universidad pública, pero sí asumimos hoy, como nunca antes, la utilidad de un espacio auténticamente nacional y popular, y más que la utilidad la necesidad de contar con un centro formador de profesionales socialmente comprometidos.

Sobre abogados anti patria y anti pueblos

No tenemos ninguna duda que si algún espacio universitario puede albergar un proyecto revolucionario en materia de formación jurídica es este. Las Madres han guardado como incubadora histórica las semillas de generaciones pasadas que pensaron y soñaron una patria de todos. Ellas han sostenido con valentía y con coherencia un legado que nosotros tenemos la misión histórica de actualizar.
Actualizar es transformar en acción concreta. Actualizar es hacer del pasado el hoy y del presente el mañana.

Los sectores populares y nuestra patria Argentina y Latinoamericana han sido saqueados en forma progresiva y sistemática desde mediados del siglo pasado por el imperio norteamericano y sus aliados corporativos económicos. El genocidio de la dictadura militar que comenzó en 1976, fue la antesala del genocidio económico que le sucedió en forma cruel e implacable. Los sectores marginados y expoliados de nuestro pueblo son los que reclaman hombres nuevos y en lo profesional, nuevos abogados. Nuestra patria grande amenazada por el dedo del norte que señala amenazadoramente y habla de “erosiones a la democracia”, es la que nos exige un nuevo militante y un preparado profesional jurídico.

Es que, tal como señalamos en algunos de los documentos que hemos puesto en circulación antes de hoy, los proyectos de dominación no se han cimentado únicamente en el poder desnudo de las armas. Han contado para su consolidación con la elaboración de nuevos paradigmas políticos sociales y económicos, con la expansión de ideas foráneas, con el desplazamiento de nuestra conciencia histórica y social y, por supuesto, con una progresiva penetración cultural.

En el terreno jurídico, el plan de dominación de nuestra patria ha tenido como correlato la acción consecuente y directa de un nutrido grupo de “doctrinarios”, “profesores”, “jueces” y “decanos”, que han generado jurisprudencia, cursos de formación de grado, post grado y masters en cuanto terreno haya sido útil para el plan de expoliación. Hubo y hay aún materia gris siempre dispuesta para proyectar legislación depredadora.
Esos son los abogados de la anti patria y del anti pueblo.
Y no hay duda alguna sobre la caracterización. Se forman en universidades americanas o inglesas. Piensan como el invasor. Son leales a sus intereses. ¿O acaso no son abogados del cipayaje aquellos que dieron sustancia jurídica a todo el proceso de privatizaciones que fulminó al aparato estatal? ¿O ha sido ingenua la acción de los leguleyos que hicieron añicos décadas de construcción de derecho laboral y provisional? No pueden llamarse benevolentemente cuervos a los que justificaron con su tinta el horror del terrorismo de Estado y luego, para rematarla, diseñaron la nefasta teoría de los dos demonios.

Teniendo en cuenta estos y otros argumentos, la Universidad de las Madres, la universidad popular, lanza hoy a la vida su carrera de abogacía.

Minar el sistema irracional y perverso

La hemos pensado con nuevos paradigmas. La hemos pensado en sus negaciones y sus afirmaciones. Que si me permiten resumiré parcialmente a modo de adelanto.

Como sostenemos que no hay espacio para el eclecticismo o, si se quiere, que el eclecticismo encubre una toma de posición reaccionaria, no seremos neutrales. Con la licencia del poeta, creemos que el abogado debe tomar partido hasta mancharse. Con la licencia del Che, pensamos en los eclecticismos como la antesala de la traición.
Además, objetivamente no hay margen alguno para posturas intermedias. O se está con el nuevo orden mundial irracional e inhumano que encabeza el imperio y su programa de globalización o contra él. O se está con la concentración económica o con la distribución de la riqueza. La contradicción histórica se ha tensado en forma inusitada y no hay resquicio para la indefinición. No se trata de una polarización teórica o de una treta intelectual, la única verdad de esta contradicción es, como siempre, la realidad.

Tampoco seremos acríticos. Todo lo contrario. Nacemos sosteniendo que existe un orden normativo y una dinámica institucional que han permitido la consolidación de la injusticia y de la impunidad. Pretendemos minar intelectual y tácticamente a ese sistema irracional y perverso que ha sumido en el hambre y en la marginalidad a una gran mayoría de argentinos. Por acción o por omisión existen generaciones de “prestigiosos juristas” que ha viabilizado legalmente esta coyuntura histórica. Hacia sus teorías irá nuestra crítica y hacia la base de su sustento toda nuestra energía.

Tampoco somos ni seremos disciplinados. Sabemos de la importancia de la disciplina, pero luego de la consolidación de un nuevo orden político y social, justo y equitativo. Mientras dure la injusticia, mientras haya hambre y explotación, no habrá posibilidad alguna de disciplinarnos. El abogado popular es naturalmente rebelde. Se rebela contra la injusticia y lucha contra ella con toda su sapiencia y su compromiso.

No creemos en las teorías. Creemos en las prácticas y avalamos las teorías en tanto son contra cara necesaria de una acción determinada. Teoría y praxis son sustancia inescindible en el proceso de transformación social.

No concebimos al derecho sino como un instrumento, al igual que la economía. Las prácticas jurídicas, el discurso, la operación jurídica, no son sino elementos que coadyuvan a la realización de un sistema. Si el sistema no garantiza la vida y la dignidad de las personas, el sistema no sirve y tenemos muy claro que debemos acabar con él. Tampoco sirve un Estado que sólo vela por el statu quo. El Estado que no garantiza la justicia básica de sus habitantes carece de sentido, o, si se quiere, tiene un sentido insostenible para nuestra forma de ver las cosas.

Esos son algunos de nuestros paradigmas negativos.
Nuestros “no”.

“Nuestros sí”

Pero también son importantes nuestros paradigmas positivos. Nuestros “sí”.

En nuestros docentes, en nuestros estudiantes y en toda nuestra actividad académica, habrá en forma preexistente y expresa un compromiso nacional y social. Somos y seremos militantes del pueblo y de la patria en sus respectivos procesos de liberación. Luego somos y seremos abogados, jueces, estudiantes, actuando en coherencia con ese compromiso. No es el rol el que hace a nuestra sustancia sino la que forja el rol. No concebimos la esquizofrenia que plantean aquellos “lúcidos intelectuales” cuyas prácticas son sectarias, contradictorias o incoherentes.
La asunción del rol histórico es fundamental para poder formar y es trascendental para poder ejercer profesionalmente en cualquier ámbito del conocimiento humano. El modelo del “abogado mercenario” debe sustituirse por el del “abogado compromiso” y ese es un objetivo central de la carrera.

Si de algo estamos convencidos además es que es necesario y posible conjugar excelencia con militancia. Entre otros problemas endógenos de nuestra izquierda, se ha permitido que los sectores de la reacción se apropien de las usinas de pensamiento y de la medición de sus niveles de calidad.
Son ellos, entonces, los que organizan congresos, seminarios, post grados y digitan las publicaciones “serias”. Nosotros hemos sido tradicionalmente los que “mezclamos” política y ciencia, los poco serios, los improvisados. Debemos romper con ese estigma. Tenemos y podemos exhibir nuestro nivel. Sabemos cómo hacer las cosas y debemos hacerlas ahora. No por ser desordenados o desprolijos seremos más revolucionarios, al contrario. Si tenemos bien presente que “la organización vence al tiempo”, sabremos qué pasos dar para ser efectivos y consecuentes. Debemos reagrupar a nuestros pensadores. Debemos concebir la formación de profesionales conjugando al buen estudiante, al estudiante serio, responsable, con el buen militante, el comprometido, el generoso. Pretendiendo en cada caso que sea el mejor.

La dictadura militar y su genocidio nos privan hoy de miles de cuadros políticos. Mentes lúcidas y comprometidas que cayeron en la lucha popular hacen sentir un vacío de compleja reconstrucción. Si somos serios, sabemos que cualquier intento de mediana envergadura para transformar la realidad política y social en la Argentina carece de cuadros. No tenemos material humano preparado para conducir y ejecutar un proceso transformador. Una revolución social no se concreta con burócratas ni con punteros. Esa conciencia de la necesidad hace a otro de nuestros paradigmas positivos. Debemos en forma urgente formar cuadros profesionales de excelencia para contribuir eficazmente con los procesos de cambio social.

Hemos aprendido de nuestros muertos que la sangre del campo popular se funde sin sectarismos. No podemos desconocer ese mandato histórico y promover o proponer falsas divisiones, posturas mesiánicas o elitistas. El campo nacional y popular es amplio, rico y polifacético.
Debemos dar cabida a todas sus expresiones en tanto sean honestas y coherentes. No estamos en condiciones de fragmentar estérilmente. Requerimos hoy más que nunca de consensos mínimos, de compromisos básicos y de acciones comunes. La derecha discute pero cierra filas, nosotros discutimos y nos desintegramos. Dejemos de regalar espacio. Desde la carrera de abogacía convocaremos a todos los operadores jurídicos comprometidos con la causa nacional y popular para que se sumen al proyecto. Debemos sumar propuestas. Debemos enriquecer el camino y transitarlo en plural.

Es fundamental que la carrera de abogacía se nutra de sectores estudiantiles cuyo acceso al estudio superior se encuentra de hecho vedado. Debemos lograr insertar a aquellos que no pueden estudiar por razones económicas o laborales, facilitando su real integración al estudio a través de becas ciertamente integrales. En ese orden de ideas pensamos conformar inicialmente grupos de estudiantes reducidos que puedan contar con todos los elementos necesarios para su formación. Acceso a tecnologías, bibliografía y sustento. Será así la posibilidad de hacer real la inserción del sector marginado en la formación universitaria y ese es otro de nuestros compromisos.

Creemos en la emancipación continental. Confiamos en la génesis de un nuevo orden regional en donde los países hermanos de América del Sur definamos nuestro futuro sin dependencias ni imposiciones externas. Pero no perdemos de vista que mientras nosotros trabajamos en los cimientos de ese proyecto emancipador, el imperio piensa y planifica nuestro fracaso, dividiendo y reinando desde hace décadas.

No podemos entonces caer en la ingenuidad de formar profesionales carentes de una sólida formación latinoamericanista. Los sistemas jurídicos, institucionales y políticos, así como los diversos procesos nacionales, deben estudiarse, correlacionarse y comprenderse dentro de una lógica totalizadora y emancipadora. Ese esfuerzo no será sólo de nuestra universidad. La presencia invalorable en este acto de los representantes diplomáticos de las hermanas naciones de Venezuela, Cuba, Bolivia y Brasil, entre otros, son elocuente símbolo de la asunción común de estos objetivos.
Desde ya, hacemos expresa la voluntad de contribuir con nuestros cursos de formación y con los cuadros que egresen de nuestra universidad en todos y cada uno de los requerimientos que provengan de nuestros hermanos en sus respectivos procesos de liberación.

Quiero por último agradecer.

A todos los que comparten este encuentro. Desde Ministros a Estudiantes, de curas tercermundistas a jueces, de profesores universitarios a amigos. A todos, gracias por darnos este importante apoyo para comenzar nuestra carrera en el próximo año lectivo 2007.

Mi agradecimiento personal a la Universidad de Madres de Plaza de Mayo y a su señora Rectora Compañera Hebe de Bonafini por haberme ofrecido la Dirección Académica de la Carrera. Me honra y compromete superlativamente esa decisión.

Quiero agradecer muy especialmente a quienes constituyen el consejo fundacional de la carrera. Todos ellos profesionales de relieve y de histórico y permanente compromiso con los intereses nacionales y populares: Doctor David Baigún, Doctora Raquel Coronel, Doctor Arístides Corti, Doctora Liliana Costante, Doctora Cecilia Grossman, Doctor Ricardo Huñis, Doctor Pedro Kesselman, Doctora Patricia López Vergara, Doctor Ricardo Monner Sans, Doctor Gustavo Moreno y Doctora Alicia Oliveira. Al Secretario de la Carrera, Doctor Facundo Taboada, compañero infatigable. A Sergio Schoklender por su permanente contribución.

Por último quiero agradecer a dos hacedores de caminos y en ellos a los miles de hacedores de caminos de nos guían en nuestra lucha cotidiana.

Gracias Rodolfo Ortega Peña, argentino, abogado, historiador, asesinado, silenciado, olvidado por habernos enseñado entre otras cosas que el derecho puede ser instrumento de liberación y la sangre derramada la causa de un juramento cumplido.

Gracias Arturo Sampay por haber pensado la Teoría del Estado desde una perspectiva nacional y popular, y por haber establecido en tu hoy inexplorada Constitución Justicialista de 1949 los pilares de una argentina justa, libre y soberana.

Pasaron décadas y décadas y las ideas de Rodolfo y de Arturo tienen hoy, paradójicamente, más vigencia que nunca.

A través de estos caminantes y dibujantes de sendas, mi humilde homenaje a los miles de compañeros que soñaron una sociedad distinta. Humana. Digna.

A ellos, a sus sueños, dedicamos hoy esta carrera de abogacía.

Y con ellos no nos cansamos de luchar
por la patria liberada.

Hasta la Victoria Siempre.

Será justicia

Con el ministro de Educación de la Nación, Daniel Filmus, en el Auditorio de la Universidad Popular, las Madres dieron el pasado 23 de mayo el puntapié inicial a la carrera de Abogacía que se dictará a partir del 2007.

Una enorme concurrencia, que desbordó la capacidad del salón y cubrió los pasillos del edificio, festejó la presentación de la primera carrera de Abogacía orientada a la defensa de los derechos humanos y los intereses nacionales. Dirigentes de movimientos sociales y de derechos humanos, representantes de la FUBA y de partidos políticos del campo popular, abogados y hombres de derecho de una probada labor en defensa de los intereses de las clases desposeídas, el embajador de la República de Bolivia y diplomáticos de las repúblicas de Cuba y Venezuela, siguieron con atención las palabras de Hugo Nielson, Secretario General de la Universidad Nacional de San Martín -asociada a la UPMPM en este emprendimiento-, del Director de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación, Daniel Malcolm, de Sergio Schoklender, de Hebe de Bonafini y Andrés Gallardo, a quien la titular de las Madres prefirió llamarlo compañero y no doctor, porque ese es el sentimiento que guía el dictado de esta especialidad.

La guitarra de Esteban Morgado acompañó al Himno Nacional, que fue entonado a viva voz por todos los asistentes, que en gran número levantaron el puño izquierdo al jurar con “gloria morir”, multiplicando por decenas el gesto de las Madres.

El ministro Filmus, que pasó a saludar la iniciativa, anunció conjuntamente con los representantes de la UNSAM, la firma de un convenio para digitalizar y así poder conservar el archivo de las Madres. “El más grande en materia de derechos Humanos de América latina”, en palabras de Schoklender.

Luego de anunciar los saludos llegados desde todo el mundo, Hebe tomó la palabra y resaltó la necesidad de esta carrera y la tranquilidad que se siente al saber que “hay alguien que te va a defender”. Recordó que durante la dictadura militar, gran parte del Poder Judicial les cerró las puertas y fue cómplice del genocidio. Relató que en ocasión de la presentación de recursos de hábeas corpus ante las Naciones Unidas, que debían contar con la firma de un juez de la Nación, las Madres tuvieron que robarle el sello a uno de ellos y confeccionar con sus propias manos las planillas del recurso, que fotocopiaron, firmaron y sellaron, para sortear la negativa de los magistrados a realizar tal tarea. “Si hubiera habido derecho y jueces como la gente, cuántos se hubieran salvado. Esos jueces que nos decían ‘no lo busque señora, se fue con otra mujer, y su hija vaya a saber con quién está’. Esos son jueces de la Nación que todavía están”.

Las Madres volvieron a cargar contra la corporación judicial. Hebe señaló que “por falta de derecho fue que mataron a miles y miles y miles. No es que lo hicieron los militares solos, acá hubo una gran responsabilidad de la justicia, de los jueces, de los abogados, que te arrancaban la cabeza para hacer cosas que no servían para nada. Por eso, este planteo hoy para mí es un sueño, para las Madres es maravilloso”.

Las Madres, que entendieron como el poeta desaparecido Paco Urondo “que la vida es lo mejor que conozco”, y que hay que ponerla al servicio del otro para que encuentre su verdadera dimensión, confirmaban uno de los tramos más sobresalientes de la intervención de Hebe de Bonafini, cuando reflexionó: “Muchas veces se habla de la derrota y las Madres repetimos siempre que no hubo una derrota, perdimos batallas, pero miren todo lo que ha nacido”.

Luis Iramain