Ha terminado la movida de la reelección presidencial inmediata con un plebiscito a su favor. Se le torció el cuello a la supérstite separación de poderes, la cual se mantiene sólo como apariencia. El Congreso yla Corte Constitucional se sometieron a la disciplina bonapartista de reelección o catástrofe, en que la democracia quedaba señalada como subversiva. El señor presidente puso a circular contra Carlos Gaviria, la invectiva de “comunista disfrazado” que “entregaría el país a las Farc”.

La ley de garantías fue bendecida por la Corte Constitucional, en una sentencia que extendió las garantías de manera amplia pero imposible de cumplir. Un acto de demagogia jurídica para ocultar el vergonzoso fallo a favor de la reelección presidencial.

El señor presidente encontró en las mayorías de la Corte y del Congreso el traje jurídico, a su medida, sin importar que fuese obsceno, para sus propósitos. Era el apoyo que necesitaba finalmente, al lado del de las fuerzas armadas y la jerarquía de la iglesia católica.

Los medios de comunicación encabezados por El Tiempo y RCN radio y televisión, hicieron la propaganda y saturaron a la opinión pública del mensaje tramposo de reelección o catástrofe. En este escenario las encuestas se presentaron no para informar sino para presionar la votación. La incorporación masiva a la legalidad espúrea de las capas de nuevos ricos provenientes del narcotráfico y de la violencia, le dieron a la reelección un apoyo decisivo. Se concluía el sometimiento del Estado de Derecho al paramilitarismo.

En las elecciones parlamentarias se había avanzado en este proceso y las mayorías a favor del proyecto reeleccionista, dimensionaron un reacomodo de las derechas, como un partido del orden, de los de arriba, en el que tantas caras como caudillos reclamarán su primacía. El plebiscito reeleccionista consagró el presidencialismo, ungiéndolo con un respaldo de 7,363,421 de votos, con una reglas de juego electorales a su favor, pero aceptadas como las reglas de juego.

El plebiscito para reelección era el as bajo de la manga para darle continuidad al presidencialismo mediático, instalado en el bonapartismo. Es consustancial a este régimen acudir a los plebiscitos diseñados a su medida. Al igual que al contacto permanente con el pueblo, a través de los consejos comunitarios como escenificación de un diálogo vertical y paternalista que encuentra su ampliación en lo mediático.

Se ha dado un proceso simultáneo durante el gobierno del señor presidente, crecimiento económico por la vía de reducir los salarios reales y demás ingresos conculcados a los trabajadores, por la especulación financiera, la circulación ampliada de los capitales ilegales, la monopolización a sangre y fuego de más de un millón de hectáreas de primera calidad.

Se acentúa la subordinación a los intereses geopolíticos y económicos de los Estados Unidos, por medio del Plan Patriota y el Tratado de Libre Comercio. El conjunto de la militarización de las relaciones internacionales hacen de Colombia un país satélite, neocolonial y constituyen un complemento de la mayor importancia para la continuidad del bonapartismo criollo. Se ha dado un fortalecimiento material y político durante estos años en curso. El plebiscito expresa igualmente esta realidad que tienen innegables connotaciones en la región andina y el Caribe.

Un punto sobre el partido liberal. Colapsó en la alternativa presidencial aunque eligió una buena representación parlamentaria. Quedó como la tercera fuerza con 1,401,173 de votos, a distancia significativa del Polo y con heridas y contradicciones internas del mayor alcance. No era previsible tal disminución en el liberalismo, lo cual benefició, con el trasteo de apoyos, al señor presidente, aunque desde la izquierda deseamos y luchamos por ganar la segunda posición en las elecciones. Esto incidió en que el plebiscito se consolidara como realidad, clausurando la buscada segunda vuelta. ¿Qué se hicieron los votos de la consulta a favor de los otros precandidatos, Rivera y Pardo? Debe ser el interrogante que desvela al candidato Horacio Serpa. La verdad es que el liberalismo carece de credibilidad y lo sustancial de su programa de apoyo a los de arriba con un rostro amable para los de abajo se encuentra en otro lugar. El partido bonapartista absorbió al liberalismo y lo que de él queda, gravitará en torno a sus designios. El director de este partido, César Gaviria ya manifestó el carácter de la oposición que adelantarán, y que traducido a nuestro franco lenguaje será: más colaboración, menos confrontación.

Las realidades sociales no se esfuman en las confrontaciones partidarias, en las justas electorales, en los discursos político culturales, aunque si se dinamizan, porque expresan el campo de lucha de los intereses contrapuestos.

El plebiscito de la reelección del señor presidente expresa una correlación de fuerzas favorable a las derechas del partido bonapartista, que confirmará con sus propósitos el programa de guerra, libre comercio, privatizaciones, traslado de la crisis a los trabajadores y recorte de las libertades con el alineamiento a los dictados del gobierno de Estados Unidos. Pero hay una audiencia y movilización popular creciente, una política de democracia e internacionalismo cada vez mejor comprendida y unas oscilaciones económicas desfavorables al crecimiento que presentan unos espacios de luchas intensas entre los de arriba y los abajo.

De nuevo, esa constante histórica del apartidismo y la no participación electoral se hizo presente con una abstención del orden del 56%. El abstencionismo sigue expresando una marginalidad, social, cultural y política.

Las izquierdas y el movimiento popular

El otro proceso es el del desarrollo de la movilización de los trabajadores, que alcanzó un punto alto durante el pasado primero de mayo, unitario e internacionalista. Donde se expresó una correspondencia entre lo social y lo político y se amplió considerablemente la imagen y aceptación para la candidatura de Carlos Gaviria y el Polo Democrático Alternativo, con un programa que se sintetiza en el aserto: la democracia es el camino, y en una política de unidad de los trabajadores, sin ambigüedades, ni sectarismos. Con ideas y confrontación política, sin odios, ni capitulaciones. Ampliando el horizonte de un partido pluralista, democrático de los trabajadores, que sintetice los cambios democráticos con los objetivos socialistas. Los trabajadores han ido entendiendo que es un falso dilema el oponer la democracia con el socialismo, ya que la primera no es posible de manera plena sin el socialismo y este no es concebible y aceptable sino como democracia.

Unos buenos resultados parlamentarios con 11 senadores y 8 Representantes, le permitieron al Polo cohesionarse mejor en torno a la candidatura presidencial de Carlos Gaviria, garante de la unidad y quien ha representado con solvencia y carácter el programa radical-democrático y los intereses del pueblo colombiano, que los respaldó con 2,609,412 votos.

La movilización de los trabajadores ha venido en aumento en los últimos años, un proceso de huelgas, protestas indígenas, estudiantiles, campesinas, de pueblos y barrios populares, de afrocolombianos, acompañado del renacer de una opinión pública libre y crítica, inclinada lealmente en defensa de la ampliación de las libertades y los cambios sociales, al igual que rechaza la interferencia norteamericana. Este buen suceso se sintoniza con el auge popular en los distintos países de América Latina. Reactivación del movimiento popular, todavía no generalizado y con retraso en relación con América latina, avances de las izquierdas organizadas, todavía como cohabitación pero con propósitos unitarios amplios en el partido Polo Democrático Alternativo. Existen problemas reales, no insolubles y desafíos apasionantes que con la regla de oro de: sin ambigüedades ni sectarismos, se deben enfrentar.

A manera de ilustración: ¿Existe el dilema entre democracia auténtica y socialismo emancipador? ¿Gobernar para administrar la crisis capitalista o como avance democrático con amplias redes de autoorganización popular y reformas verdaderas? ¿Posibilismo frente a las realidades inmutables versus creatividad frente a las encrucijadas? ¿Partido de tendencia y de organización o partido federado o federación de partidos? ¿Cómo avanzar en la unidad más allá de la cohabitación? ¿Partidos en un frente o frente de partidos? ¿Partido con estructura de movimiento, con primacía de las bases o partido de notables? ¿Partido mediático y de opinión o partido de bases, organizado democráticamente con apelación al mundo de la cultura popular sin subordinación a la influencia manipuladora de los grandes medios, las encuestas y al marketing político? ¿Partido con vocación de secta, de caudillos o con vocación de pueblo trabajador para las reformas y la revolución de nuestra época? En síntesis, partido político como correa de transmisión de los intereses establecidos, con maquillaje democrático o partido de los trabajadores para la democracia radical, que represente los intereses históricos del pueblo y la nación colombiana y en solidaridad internacionalista, sin cartas escondidas sobre la lucha armada, con vocación pacifista, democrática en que el pueblo trabajador es lo principal en las orientaciones de la praxis política.

Estos y otros interrogantes están al orden del día, y el justo medio que aproxime posiciones y las revisite, debe ser un criterio metodológico a tener en cuenta. Claro está que el justo medio no nos espera, no está allí como un tesoro a encontrar; hay que crearlo con enfoque científico, imaginación de artista, ternura de mujer, sabiduría popular y experiencia internacional.

Si algo mostró la campaña del Polo en sus dos fases fue espíritu y práctica de la Unidad, donde merece mención especial el papel como símbolo de la unidad y trayectoria histórica de lucha democrática y por el socialismo raizal el Maestro Orlando Fals Borda, sin capitulaciones ni coacciones para nadie, al igual que con un horizonte a favor de la movilización en la plaza, calles, universidades, medios de comunicación, foros de todo orden. La presencia activa de los trabajadores por decenas de miles es un factor educativo para el cultivo de este espíritu y de esta política. Dicho de otra forma, la Unidad es una pieza central del engranaje programático y como tal debe prevalecer en los propósitos. Para ello, la democracia interna en las deliberaciones y decisiones de la organización y de sus dirigentes debe estar presente de manera indisoluble.

Tengo para mí, y lo he oído de compañeros, que una síntesis conceptual que articula en una praxis creativa las acciones e ideas del Partido se enunció por Carlos Gaviria así: La democracia es el camino y el propósito es la igualdad. Este sencillo enunciado contiene una honda reflexión sobre el lugar que corresponde situarse en el campo de lucha por superar la ofensa, la humillación, la exclusión y la explotación.

Las diferencias en el Polo

La postura errática del Alcalde de Bogotá Luis Eduardo Garzón, que manifiesta en público, días antes de los comicios, su agradecimiento a jefes de la coalición derechista que lo apoyaron a propósito de un paro de transportes, cuya problemática había dejado al garete y agradece superlativamente el apoyo del señor presidente, en contraste con sus críticas ácidas e injustas al Polo. Su no reconocimiento explícito a los resultados favorables del Polo en las elecciones parlamentarias y el significado de la candidatura de Carlos Gaviria, pudo incidir en un resultado ampliamente favorable, no esperado, para el candidato-presidente en Bogotá, alcanzando 1,391,381 votos frente a los 501,813 depositados por Carlos Gaviria. La verdad es que el señor alcalde no pudo disimular su sintonía con las orientaciones de El Tiempo, sobre que candidatos deberían encabezar las listas y que política debe guiarlos. No desmintió nunca su participación en esa política. Habrá que evaluar este notable error y buscar que con persuasión, diálogo, pero con la firmeza tranquila por el respeto al Partido, sus métodos y programas, nuestro ‘llanero solitario’ se sume al propósito colectivo. El Polo no puede ser una pasarela, expresiones como la del señor alcalde: hoy en el Polo, mañana en Macondo, dicha con descalificativos hacia las izquierdas, merecen una reflexión de fondo sobre el porvenir de nuestra política. El secretario de gobierno, el conservador Juan Manuel Ospina, reafirmando sus convicciones ideológicas, expresó, días antes, en reportaje a El Tiempo su repudio a la izquierda del Polo.

El Polo Democrático Alternativo no se equivocó, acertó ampliamente en su política, el alcalde de Bogotá se equivocó en materia grave. Contrasta su actuación con la asumida por los otros dirigentes y organizaciones: desde Antonio Navarro y Patricia Lara, Jorge Robledo y Gloria Inés Ramírez, Gustavo Petro y Luis Carlos Avellaneda, Jorge Guevara, Jaime Dusan, Parmenio Cuéllar, Venus Albeiro Silva y tantos otros representativos del pluralismo y amplitud de la campaña y el Polo.

Las relaciones en el Polo y por fuera de él, deben guiarse por el aforismo popular: lo cortés no quita lo valiente. El alcalde abusa de la buena educación, serenidad y comprensión del Polo. Antonio Navarro con habilidad para capotear el tema, ha dicho: “Lucho es Lucho”. Si ésta es una postura de cortesía en la campaña, hoy es necesario completarla con la valentía del diálogo franco.

Lo del plebiscito por la reelección hay que asimilarlo en todas sus consecuencias. El voto no fue sólo de las clases altas, sino de sectores de opinión, en donde lo sucedido en Bogotá es decisivo. Aquí se jugó la suerte de la segunda vuelta porque la alta votación por el señor presidente cambió el escenario. Una ciudad “libre e ilustrada” le dio un espaldarazo a una gestión reaccionaria.

Una realidad y sus discursos respectivos ha sido la demostración de la izquierda de la importancia del pluralismo y la democracia, acentuando las fronteras entre izquierdas y derechas, refutando el centro, como expresión de una neutralidad social, política y mediática para la competencia. La política sin fronteras es una quimera como el supuesto universalismo que la sustenta.

Una breve caracterización del tipo de oposición a desarrollar por el Polo. La oposición está para evitar el mal gobierno, la legislación que conculca derechos, los atropellos de la justicia, está como su nombre lo indica para oponerse. Para ello debe ejercer la crítica documentada, razonada y frontal. Debe ser propositiva, con soluciones distintas en beneficio claro de lo ciudadano y popular. Y debe proyectarse como alternativa de poder para una sociedad mejor que reemplace el capitalismo salvaje por la vía del Estado Social de Derecho y la Democracia desde abajo, con fuerte articulación regional y nacional. Hay que proponer una sociedad distinta y mejor, ello es necesario, urgente y posible.

Se deben realizar balances amplios, autocríticos pero con alto espíritu de fraternidad, hacer circular libremente opiniones y organizar con la planeación requerida el Congreso partidario que se tiene programado para diciembre de este año.